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Aida: el Egipto imaginado

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Aida: el Egipto imaginado

La Biblioteca Nacional de España presenta Aida: el Egipto imaginado (del 6 de marzo hasta el 27 de mayo), una exposición sobre la obra de Giuseppe Verdi a través de libros, partituras, grabados y fotografías.

Entre las piezas de la muestra se pueden encontrar una partitura de bolsillo en alemán de Aida, fechada en 1888, una tarjeta de abono del Teatro Real de 1850, un libreto de la ópera en cuestión de 1874, un retrato de Verdi, una carta náutica del Canal de Suez (1881), el cartel de la versión cinematográfica de Aida (1953), la litografía Jardín de L’Harmonie (Henry Emy, 1871), la fotografía del compositor realizada en 1862  por Disdéri, y una carta de Verdi al tenor Fraschini de 1862.   

Aida fue un encargo del Teatro de El Cairo, donde se estrenó en 1871. Más allá de la famosa marcha triunfal, Verdi realizó una de sus mejores obras, con momentos mágicos como la consagración en el templo o las delicadas sonoridades de la noche a orillas del Nilo. El mítico Egipto se había puesto sobre el escenario y el enorme éxito de esta ópera reactivó esta moda. Una fortuna que permaneció en otros formatos, como la película italiana protagonizada por una jovencísima Sofia Loren en 1953, que puso la imagen a la voz de la gran soprano Renata Tebaldi.

La exposición Aida: el Egipto imaginado repasa estos contextos en libros, partituras, grabados y fotografías. Partiendo del compositor Verdi y su relación con España, se muestran documentos de su viaje a Madrid en 1863, como una interesante carta en la que comenta los preparativos de su estancia. Igualmente, se pueden ver fotografías de Auguste Mariette, una de las figuras esenciales de la egiptología, que estuvo detrás del proyecto de la ópera diseñando sus decorados y vestuario.

Las imágenes de sus libros sobre el Antiguo Egipto reviven en la ópera con la monumentalidad de sus palacios y sus estatuas colosales. Un Egipto imaginado que se puso de moda tras la inauguración del Canal de Suez en 1869. Con la repercusión mundial de la obra, el país intentaba mostrar su aspecto más moderno, pero a los ojos de Occidente seguía siendo la mítica tierra de los faraones. La poderosa sugestión del Antiguo Egipto, con sus monumentos y misterios, se mantenía con fuerza en el imaginario colectivo.

La muestra, comisariada por Víctor Sánchez Sánchez, es fruto de la colaboración entre la BNE y el Teatro Real, con motivo de la programación de Aida. Sánchez es profesor del Departamento de Musicología de la Universidad Complutense de Madrid, especialista en teatro lírico y autor del libro Verdi y España.

La Biblioteca Nacional de España organiza además dos talleres relacionados con la muestra. En Aida: orígenes del libro exótico los participantes podrán adentrarse en el mundo que descubrieron los exploradores y arqueólogos del siglo XIX y en sus publicaciones sobre Oriente, Egipto y los parajes desconocidos hasta entonces en Europa. Caligrafía egipcia antigua ofrece sesiones de escritura jeroglífica y un breve acercamiento a otros sistemas gráficos como el hierático, el demótico y el copto. También habrá visitas guiadas a la exposición, aunque para participar en estas actividades es necesario inscribirse previamente en la página web de la BNE.

Para más información consulte:

Galería de imágenes de Aida: el Egipto imaginado

Talleres y visitas guiadas sobre Aida: el Egipto imaginado

www.bne.es/es/AreaPrensa/

 

‘AIDA’, DE GIUSEPPE VERDI, EN LA HISTORIA DEL TEATRO REAL.

aida-verdiEntre los días 7 y 25 de marzo se ofrecerán 17 funciones de Aida, recuperando la espectacular producción concebida por Hugo de Ana para la inauguración de la segunda temporada del ‘nuevo’ Teatro Real, en octubre de 1998. Las 8 funciones de entonces se unían a las 353 que tuvieron lugar en las temporadas anteriores al cierre del teatro, en 1925. Durante ese periodo el popular título verdiano fue el más representado en el Real, siendo Giuseppe Verdi el compositor preferido del público madrileño del siglo XIX.

En esta temporada de conmemoraciones ─el bicentenario de su fundación y los 20 años de la reapertura─, el Teatro Real mira, pues, a su historia pasada y reciente a través de la reposición de Aida, uniendo su ‘auto-homenaje’ a otro, más simbólico, a Pedro Lavirgen (1930). Este gran tenor no pudo interpretar en el Real a los personajes que lo distinguieron ­–como Radamès, que debutó en La Scala de Milán- porque el apogeo de su brillante carrera trascurrió durante el período en que el coliseo de la Plaza de Oriente fue sala de conciertos y las óperas se representaban en el vecino Teatro de la Zarzuela.

Para la reposición de Aida, Hugo de Ana, responsable de la dirección de escena, escenografía y figurines de la ópera, ha revisado la producción original de 1998, actualizando algunos elementos escenográficos y parte del vestuario, pero manteniendo la esencia simbólica de la producción.

aida-Dominada por una monumental pirámide que sugiere la magnificencia del poder político y religioso, la producción enfatiza, sin embargo, la profunda soledad de los poderosos que se debaten entre sentimientos, dudas y contradicciones que no pueden compartir ni mostrar.

Tres repartos se alternarán en la interpretación de los papeles protagonistas de Aida, con Liudmyla Monastyrska, Anna Pirozzi y Lianna Haroutounian en el rol titular; Violeta Urmana, Ekaterina Semenchuk y Daniela Barcellona como Amneris; Gregory Kunde, Alfred Kim y Fabio Sartori como Radamès; y Gabriele Viviani, George Gagnidze y Àngel Òdena, como Amonasro. Estarán secundados por el resto del elenco y por el Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real, bajo la batuta de Nicola Luisotti, director asociado del Teatro Real, que interpretará desde el foso su tercer título verdiano, después de las alabadas versiones de Il trovatore y Rigoletto.

Con casi de 300 artistas ─entre solistas, coro, bailarines, actores y orquesta─ y una escenografía espectacular que reveló al público, en 1998, el potencial técnico y las enormes dimensiones de la caja escénica del Teatro Real, Aida vuelve a Madrid con celebraciones y homenajes, pero, sobre todo, porque es uno de los grandes títulos del repertorio lírico universal.

DESCARGAR DOSSIER. AidaDossier

REGRESA AIDA, EN HOMENAJE A PEDRO LAVIRGEN.

Joan Matabosch

En una época marcadamente materialista, en la que el positivismo filosófico, los éxitos científicos, los movimientos sociales de raíz socialista, el realismo y el naturalismo en las bellas artes y en la literatura resumían el signo de los nuevos tiempos, Aida surge como un vestigio del último romanticismo. Este aliento de otra época estaba, sin embargo, perfectamente compensado por la elección del espacio histórico de la acción dramática, el Egipto de los faraones, cuya fascinación cotizaba al alza. La coincidencia de su composición con el descubrimiento arqueológico de la civilización faraónica favoreció la obsesión de que el Egipto de Aida debía ser tan fidedigno como fuera posible.

Aquel espacio del drama que para los románticos tenía un valor instrumental –era el espejo en el que se expresaba la emoción– acabó convirtiéndose en el objetivo mismo de la representación. Un disparate, fomentado por la voluntad del jedive de Egipto de encargar una ópera inspirada en su país que diera a conocer internacionalmente la nueva Ópera de El Cairo; por la mediación del prestigioso egiptólogo francés Auguste Mariette, a quien habían encargado diseñar un argumento inspirado en la supuesta costumbre de los antiguos egipcios de enterrar vivos a los traidores a la patria; por la extravagante egyptierie que invadió el diseño, la arquitectura, la moda femenina, el mobiliario burgués e incluso los servicios de mesa de las grandes mansiones; y también por la voluntad del propio Verdi de dotar a la obra de un pintoresco color local cuyo mejor ejemplo serían las trompetas que el compositor haría construir para la marcha triunfal del segundo acto, instrumentos largos y rectos de sonido estridente, alejados de las trompetas habituales de las orquestas del siglo XIX. El resultado es lo que Ramon Pla denomina «un buen ejemplo de arte “pompier”. Es decir, ese tipo de arte que quiere ser brillante y que seguía esquemas historicistas y retóricos del romanticismo en plena época realista».

Pero este Verdi de la madurez es demasiado excepcional para que el kitsch y las carnavaladas decadentes en las que tan frecuentemente se han convertido las puestas en escena de Aida puedan vencerlo. Incluso la marcha triunfal, el fragmento estelar de los discos publicitados –ironizaba Terenci Moix– como «música clásica para los que odian la música clásica» dista mucho de ser una mera exhibición de vacuo colosalismo escénico. «Esa confluencia de los fastos de la realeza, el clero, la milicia y las ambiciones de Radamès, todo ello en contraposición al lamento de los vencidos y la furiosa irrupción de Amonasro, león acorralado cuyos rugidos llegan a imponerse al pleito sentimental de Amneris y Aida –escribió Moix–, resulta profundamente emocionante», mucho más allá de aquel barniz «pompier» que tampoco se puede negar.

Para Wieland Wagner Aida expone cómo el poder religioso, en su fanatismo inmisericorde, frena la libertad, la conciliación y el amor. Y es que, en su esencia, Aida es una obra sobre un amor que es más poderoso que el odio entre los pueblos, el conflicto entre convicciones religiosas incompatibles, las diferencias sociales e incluso las traiciones. Un amor tan sólido como el muro que impide su consumación. Es un drama íntimo sobre un amor sacrificado a los intereses del poder, desarrollado, eso sí, en un contexto que evoca el esplendor de una civilización de la que se estaba descubriendo un legado indescifrable, supersticioso, ritual y espectacular. La grandeza de Verdi consiste en no integrar los dos planos individual y colectivo de la obra, sino en simplemente superponerlos. Más allá de esas escenas de masas tan fáciles de caricaturizar, hay que insistir que esta es una obra que expresa el amor, los celos, la nostalgia y la humillación de unos personajes encerrados en alcobas, en parajes clandestinos, en la oscuridad de la noche o entre las piedras de la propia tumba. En los claroscuros de esos espacios íntimos reside la auténtica grandeza de la obra.

Pero está la aparatosidad de todo lo demás, y no es extraño que, por un motivo y por el otro, Aida se haya convertido en la ópera más popular de la lírica italiana. Su regreso al Teatro Real después de veinte años es un auténtico acontecimiento y, también, un autohomenaje de la institución a uno de los espectáculos más impresionantes de las primeras temporadas de aquel Real recién reconvertido en teatro de ópera. La recordada puesta en escena de Hugo de Ana ha sido readaptada por el propio director de escena, escenógrafo y figurinista con el objetivo de convertirla en una brillante producción de repertorio.

Aida 2Además, Aida ha sido, desde luego, el caballo de batalla de las grandes voces verdianas de todas las generaciones. Por eso tiene todo el sentido del mundo dedicar estas funciones de Aida a Pedro Lavirgen, uno de los tenores españoles más extraordinarios de su generación y uno de los mejores intérpretes del rol de Radamès. Lavirgen fue, desde finales de los años 1960 hasta 1980, uno de los mejores defensores del repertorio más duro de la cuerda de tenor y figura esencial en las temporadas de los teatros españoles de la época. Cantó Aida en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona en la temporada 1967-1968 y en la 1970-1971 junto a Ángeles Gulín. En Madrid cantó Cavalleria rusticana (1965), Tosca (1968), Carmen (1973), Pagliacci (1974), La forza del destino (1977), Norma (1978), Macbeth (1980) y Simon Boccanegra (1982), casi siempre en el Teatro de la Zarzuela, donde se celebraban las temporadas operísticas madrileñas antes de la reapertura del Teatro Real. Madrid tiene una deuda de gratitud con este artista extraordinario que, desde luego, no va a paliar el hecho de que el Teatro Real le dedique el acontecimiento de volver a acoger en su escenario una de las óperas a las que más ligada estuvo su impresionante carrera artística.

Joan Matabosch es director artístico del Teatro Real

AGENDA  |  ACTIVIDADES PARALELAS

Febrero y marzo | Teatro Real, Sala de actividades paralelas.

Curso monográfico sobre Aida.

Por Gabriel Menéndez Torrellas.

6 de marzo a 27 de mayo | Biblioteca Nacional. Sala mínima.

Exposición: Aida: el Egipto imaginado.

8 de marzo a 11 de mayo | Biblioteca Nacional.

Taller escolar para 5º y 6º de primaria: ‘Aida’: orígenes del libro exótico.

8 de marzo a las 19.00 horas | Museo del Romanticismo. Auditorio.

Conferencia: Egipto sobre el escenario operístico: ’Aida’ de Verdi.

Por Víctor Sánchez Sánchez (Universidad Complutense de Madrid).

8 de marzo a las 19.00 horas | Instituto de Historia y Cultura Naval. Museo Naval.

Conferencia: La fragata Berenguela en la inauguración del Canal de Suez.

9 de marzo, a las 18.00 horas | Museo Arqueológico Nacional

Visitas guiadas temáticas: Egipto.

10 de marzo a 14 de abril | Biblioteca Nacional.

Taller (a partir de 16 años): Caligrafía egipcia antigua.

10 de marzo a las 12.00 y a las 13.00 horas | Instituto de Historia y Cultura Naval. Museo Naval

Cuenta-cuentos para adultos y niños.

11 y 25 de marzo; 8 y 22 de abril; y 13 de mayo | Biblioteca Nacional

Visitas guiadas a la exposición ‘Aida’: el Egipto imaginado.

11 de marzo, a las 12.00 horas | Teatro Real, Sala principal.

Los domingos de cámara.

Solistas de la Orquesta Titular del Teatro Real

11 de marzo a las 11.30 y 13.30 horas | Instituto de Historia y Cultura Naval. Museo Naval.

Visita-taller para niños de 8 a 11 años.

13 de marzo a las 18.00 horas y 15 de marzo a las 12.00 horas | Museo Arqueológico Nacional.

Visita especial a la cámara acorazada: Cara a cara con las Reinas de Egipto.

15 de marzo a las 19.00 horas | Museo Arqueológico Nacional. Salón de actos.

Conferencia: La visión del antiguo Egipto en el Romanticismo: la egiptomanía.

Por Antonio Pérez Largacha (Universidad Internacional de La Rioja).

22 de marzo a las 20.00 horas | Retransmisión en directo de Aida.

Radio Clásica retransmite la ópera en directo en España y para todos los países de la UER, Unión Europea de Radiodifusión.

Fecha por determinar | Real Academia de la Historia.

Coloquio en torno a Aida del Teatro Real.

Con Luis A. García Moreno, José Luis Díez y Mª Pilar León-Castro Alonso.

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