Exposiciones, Museos

Donación de la escultura Bilbao de Richard Serra

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Donación de la escultura Bilbao de Richard Serra en memoria de Martín García-Urtiaga y Mercedes Torrontegui por sus nietos.

Asisten: Juan Mari Aburto, alcalde de Bilbao y presidente de la Fundación Museo de Bellas Artes de Bilbao; Carmen Giménez, curator del Museo Guggenheim, Nueva York y Presidente del Patronato y Comité Científico del Museo d`arte della Svizzera italiana en Lugano; Miriam Alzuri, Conservadora del Museo de Bellas Artes de Bilbao; y Miguel Zugaza, director del Museo de Bellas Artes de Bilbao.

El museo ha recibido en donación, el pasado 14 de noviembre, la escultura Bilbao (1983) de Richard Serra (San Francisco, Estados Unidos, 1939), cedida en memoria de Martín García-Urtiaga y Mercedes Torrontegui por sus nietos.
Se trata de una obra de especial significado en la historia del museo y para la ciudad de Bilbao, ya que fue realizada in situ en 1983 por Richard Serra, uno de los mejores escultores del siglo XX. En aquel año se celebró en el Museo de Bellas Artes de Bilbao (15 de marzo–30 de abril) la exposición Correspondencias. 5 arquitectos, 5 escultores, comisariada por Carmen Giménez, una de las más reconocidas conservadoras de arte contemporáneo, y por el escultor Juan Muñoz. La muestra ponía de manifiesto las relaciones entre la arquitectura y el arte del momento, y para ello reunía proyectos de diez artistas de vanguardia: cinco arquitectos –Emilio Ambasz, Peter Eisenman, Frank O. Gehry, Léon Krier y el estudio Venturi, Rauch & Scott Brown– y cinco escultores –Eduardo Chillida, Mario Merz, Richard Serra, Joel Shapiro y Charles Simonds–.

Richard Serra localizó los bloques de acero que necesitaba para su obra en una siderurgia de Avilés (Asturias) y culminó el proceso de creación en el propio espacio del museo. Con la economía formal propia de la escultura minimal de la época, Bilbao se compone de dos lingotes de acero apoyados uno sobre otro, materializando, de esta manera, las cuestiones que por entonces Serra manejaba como intrínsecas a la práctica escultórica: la masa, el peso y el equilibrio. Dos formas repetidas de distinta medida, y de más de 9 y 7 toneladas de peso respectivamente, se sitúan una sobre otra en un equilibrio de apariencia inestable.

El escultor Txomin Badiola analizaba así la obra de Serra en un artículo publicado en marzo de ese mismo año en la prensa local: “Sus obras están dejadas, todo lo más apoyadas, jamás ancladas o sostenidas por algo que no sea consustancial con su ser; esta precariedad crea una situación de violencia en el espectador que ve su espacio interrumpido y así mismo amenazado física y psicológicamente”.

Serra-1Por esos años se daban a conocer en Bilbao una serie de escultores que, como el propio Badiola, trabajaban bajo la influencia de la obra de Jorge Oteiza. La presencia en la ciudad de Serra, que incluso acudió a un coloquio con los estudiantes de la Facultad de Bellas Artes, fue un auténtico revulsivo. Recíprocamente, Bilbao impresionó a Serra cuando la visitó dos meses antes de inaugurar la muestra al público. Como explicaba entonces Carmen Giménez: “así es como presenta Serra a Bilbao, como una ciudad donde prima el acero, maciza, entera, como un bloque en difícil equilibrio”.

Tras la clausura de la exposición, la obra permaneció en el exterior del museo durante dos años, hasta que fuera adquirida por el coleccionista Plácido Arango y trasladada a Madrid. Años más tarde, en 2001, regresó al museo para ser exhibida temporalmente, iniciando el programa La Obra Invitada, que formó parte de las actuaciones inaugurales tras la última reforma y ampliación de las instalaciones.

La donación ahora de la obra, en memoria de Martín García-Urtiaga y Mercedes Torrontegui por sus nietos, concluye felizmente el itinerario histórico de una escultura que nació en Bilbao y que cobra en Bilbao todo su sentido, como testigo de las vicisitudes superadas hasta llegar a formar parte de la colección del Museo de Bellas Artes de Bilbao a través de un ejemplar mecenazgo. Conserva además el recuerdo de aquella visita de Richard Serra y de su primer trabajo en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, ciudad en la que años después, y esta vez en el Guggenheim Bilbao Museoa, crearía uno de los hitos de su trayectoria con la instalación La materia del tiempo (1994-2005).

Por último, la ubicación actual de la escultura, prácticamente en el lugar que ocupó en origen, permite recomponer el diálogo que en 1983 se estableció con Lugar de encuentros IV (1973) de Eduardo Chillida, por entonces también en el interior del edificio, y nos sirve, además, para recordar las palabras de Serra sobre la escultura vasca: “De todos los países que he visitado, éste es en donde he visto más clara la posibilidad de la escultura. Dos escultores tan importantes como Oteiza y Chillida son un buen ejemplo de ello”.

En memoria de Martín García-Urtiaga y Mercedes Torrontegui. Nota biográfica.

Aunque nacido en Getxo (Bizkaia) en el seno de una familia de pequeños comerciantes y empresarios, Martín García-Urtiaga (1905-1997) desarrolló buena parte de su biografía personal y profesional en México, a donde llegó con su familia en 1939 como consecuencia de la Guerra Civil. Tuvo una destacada presencia en la vida social (fue presidente del Centro Vasco de México) y económica de ese país, donde, entre otras empresas, fundó a comienzos de los años cuarenta la Compañía Mexicana de Comercio Exterior (COMEX). Aficionado al arte, reunió una interesante colección de obras de Ucelay, los hermanos Zubiaurre o Aurelio Arteta, y fue uno de los patrocinadores del arquitecto Tomás Bilbao, también exiliado, quien se encargó de la reforma de su casa mexicana. En 1931 contrajo matrimonio con Mercedes Torrontegui (1907-1999), con quien tuvo siete hijos: Mercedes (“More”), Maite, Edurne, Francisco Javier, Miren-Karmele, Begoña y Martin Jon.

https://www.museobilbao.com/

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