El miércoles 6 de junio el Museu Fundación Juan March, de Palma, inaugura la exposición de gabinete “Grabados de Picasso en la colección de la Fundación Juan March”, que se ofrecerá hasta el 28 de octubre.
Una selección de grabados que permite recrear la trayectoria del artista en sus inicios y hasta sus primeras incursiones en el cubismo y reconocer las cuestiones formales e iconográficas que le interesaron en esos momentos.
Pablo Picasso (Málaga, 1881 – Mougins, 1973) concedió siempre una enorme importancia a su producción gráfica. Desde muy joven sintió una gran pasión por el grabado, que practicó y experimentó con casi todas las técnicas, desde el aguafuerte, la punta seca y el buril hasta la aguatinta al azúcar. A través de tan diferentes procedimientos, sus estampas fueron adquiriendo cotas muy altas de expresividad y riqueza plástica, que confirman a Picasso como un maestro total de las técnicas calcográficas. Desde 1899 hasta 1972 trabajó ininterrumpidamente este género artístico, llegando a realizar alrededor de 2200 grabados durante toda su vida, que constituyen casi un diario personal y que –dado que están perfectamente datados–, permiten seguir la trayectoria del artista al detalle. Los temas y preocupaciones reflejados en su pintura se perciben, igualmente, en su obra gráfica, que hace patente su destreza como dibujante y su trabajo en series temáticas.
En este gabinete se exhiben, de forma rotatoria, los fondos de la obra gráfica de Picasso pertenecientes a la colección en depósito en el Museu Fundación Juan March, de Palma. Además de los grabados que se exponen ahora y otros coetáneos, forman parte de esta colección la Suite Vollard (1930-37) y la serie Tauromaquia (1957).
El conocido aguafuerte Le repas frugal (La comida frugal) (1904) está considerada como la obra maestra de su primera etapa como grabador. Bajo el asesoramiento técnico y la supervisión de su amigo Ricardo Canals, Picasso realizó este aguafuerte en 1904, en un taller del número 13 de la Rue Ravignan de París, conocido como Bateau-Lavoir, al que acudían asiduamente los miembros más destacados de la vanguardia parisiense. En esta singular pieza, Picasso logró transmitir con profundo realismo la temática de la pobreza, la miseria y la desesperanza, tan características de su temprano periodo azul.
En 1913, Ambroise Vollard adquirió esta plancha, junto con otras que fueron realizadas desde finales de 1904 hasta principios de 1906, durante el llamado “período rosa”, y que editó bajo el título de Les saltimbanques (“Los saltimbanquis”), donde se refleja la atracción que Picasso sentía por las escenas de circo y los acróbatas, los actores y la vida cotidiana de los artistas, cuya compañía frecuentaba; todo esto se convierte en foco central de su ocupación: Picasso continúa la tradición de figuras como Arlequín, Pierrot o el bufón desde sus orígenes en la tradición italiana medieval y la Comedia dell’Arte hasta las tempranas representaciones circenses contemporáneas, como las del Circo Medrano, en París, al que Picasso acudía asiduamente junto a sus amigos Apollinaire, Max Jacob y André Salmon.
Se muestran también unos grabados ya de la época cubista en los que Picasso, en un intento por romper con la perspectiva tradicional, configura objetos descompuestos en tantos planos como posibles puntos de vista.
En 1909, dos años después de la realización de Les demoiselles d´Avignon (Las señoritas de Aviñón), Picasso trabajó el grabado desde los planteamientos conceptuales y plásticos que definieron el cubismo. Las estampas de este período –muchas de ellas ilustraciones para libros de escritores como el que fuera su amigo, Max Jacob– están compuestas por un entramado de líneas finas y profundas que, rompiendo la perspectiva tradicional, dan lugar al surgimiento de un nuevo espacio en el que los objetos aparecen descompuestos en múltiples planos y puntos de vista. En algunos casos Picasso incorpora la letra a sus composiciones cubistas –como en Nature morte, bouteille (Naturaleza muerta con botella) de 1912– y en otros recurre al papier collé o a fragmentos de periódicos, como en L´homme au chien (Hombre con perro) de 1914, en su interés por vincular –con el collage– el arte con las cosas reales mismas.