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Max Aub: La voz con vocación propia

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“A España, donde crecí
estas hojas aún verdes
de un árbol desarraigado.
Amor, el viento te lleve.”
Max Aub

Max Aub tuvo que dedicarse, naturalmente a muchas otras actividades. Ser escritor en el mundo hispánico, significa ante todo tener que ganarse la vida de alguna otra manera. Fue viajante de comercio, agregado cultural en París, guionista de cine y burócrata “ilustrado” en México.

La fuerte y auténtica vocación de escritor es la que le ha permitido a Max Aub sobrellevar todos los contratiempos que esta arriesgada profesión lleva aparejados, tanto en España como en México. “Lo que más me ha gustado –decía Max Áub- es escribir”

Max Aub nació en París por casualidad, el 3 de junio de 1903; su experiencia fundamental, formativa es toda ella auténticamente española, y española la parte más considerable y decisiva de su obra literaria. Es un “valenciano universal”.

“Es poeta –decía Rilke- el que no puede dejar de escribir poemas”. Max Aub, no puede dejar de escribir. Contra viento y marea, contra todo y contra todos,  Max Aub no deja de escribir. Empieza por escribir teatro experimental, en la España de 1923-1924: El desconfiado prodigioso. Y, también, Una botella, El celoso y su enamorada, Espejo de avaricia , Narciso. Su primera novela es una novela epistolar, Luis Alvarez Petreña. Como Francisco de Ayala comienza por la novela “subjetiva”, en que los personajes son presentados indirectamente. Esta primera novela es una excelente novela.

Volver a empezar, borrón y cuenta nueva: esto es lo que el sangriento borrón de la guerra y el exilio imponen a Aub. Y volver a empezar bajo otro cielo, entregando el mensaje de español atormentado a un público que pedía otra cosa. ¿Quién no se hubiera cansado? Pero los esfuerzos de Max se redoblan; se crece en el destierro, de su pluma sale un torrente de obras de teatro, de cuentos, de novelas, de artículos y ensayos son los Campos, Deseada, No, Sala de Espera, Morir por cerrar los ojos, La calle de Valverde, San Juan, Josep Torres Campalans, sus estudios sobre la poesía española, su antología de poetas desconocidos o de Ciertos cuentos, Cuentos ciertos y La verdadera muerte de F.F. Aub florece en la adversidad: caso típico del hombre con vocación. Raro es el año en que no publique una, dos, hasta tres o cuatro obras. Y así  hasta que el 23 de julio de 1972 su corazón se le paró para siempre en México.

En Aub la pasión y el talento van unidos, no se explica el uno sin la otra. No hallamos ante un escritor serio, trágico incluso a veces que no dejó de ser nunca un humorista. En el  mundo hispánico pocos han sido capaces de llevar tan lejos la broma directamente con el sentido de lo absurdo. (¿Acaso no han creído algunos que Kafka, era ante todo un humorista?).

Max Aub sabía arreglársela para que las dos máscaras del teatro, la de la tragedia, grave  y amarga, y la de la comedia, alegre y sonriente, quedaran conciliada. Pero lo importante era seguir siendo fiel a ambas, con una fidelidad propia del entusiasmo juvenil -o del hombre cuya forma de vocación le impide vacilar ante los complicados problemas que plantea la vida del escritor-. Con frecuencia , el poeta juega con las palabras, a veces queriendo ocultar, tras el juego el hondo dramatismo de los sucesos. Así, en Elegía a un jugador de dominó. “As, dos; seis, cuatro. / Me doblo/ (Te doblaron. / Y doblan por ti a muerto. ) / El primer cinco. /  No tengo. Paso. Cierro. / Siempre se pierde por culpa / del compañero… Paso. Juego. Cierro”.

(C) Francisco Arias Solís 

Otros artículos de Max Aub en Liceus: https://www.liceus.com/max-aub-biografia/

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