Ficción neorrealista
RESUMEN
Sin duda alguna, el mundo habitado por los escritores americanos a partir de la década de los ochenta resulta ser muy distinto del mundo que habitaban los autores de los años sesenta, que produjo las extravagantes innovaciones formales y las preocupaciones temáticas que se asocian con el postmodernismo. Algunos críticos como Irmer (1993) o Bradbury (1983) califican la ficción de los años ochenta como un producto posterior al postmodernismo literario, pero como señala África Vidal (1989) al abordar la cuestión de continuidad o ruptura entre modernismo y postmodernismo, “cada periodo se desarrolla, quiéralo o no, tomando como base, inevitablemente, todo aquello que le precede”.
De acuerdo a esta premisa, determinadas tendencias en la ficción americana más reciente, pueden verse en algunos aspectos como una extensión de los rasgos característicos del postmodernismo -mezcla de fabulismo y realismo, crítica y ficción, rechazo a convencionalismos formales de la obra-, mientras que en otros aspectos suponen una reacción contra estos rasgos -minimalismo o “nuevo realismo”-.
Muchos de los estudios que explican e ilustran los mayores cambios culturales de los años ochenta lo hacen contrastando esta década con la de los sesenta. Los años sesenta marcan un periodo de transformación en la vida cultural y artística de América, y suponen por lo tanto una ruptura en dos frentes diferentes pero interrelacionados entre sí. Por un lado, la ficción de los años sesenta se opone deliberadamente a las tendencias literarias del modernismo: al elemento de descripción y representación de la realidad social y su lenguaje, y al formalismo – monólogo interior, profundidad psicológica, integridad de género, división entre cultura elevada y popular-, elementos todos ellos asociados al propósito de proyectar coherencia y significado al texto de ficción. La novela tradicional intentó describir la realidad para darle cierto orden moral o espiritual, basado en fórmulas del realismo y el naturalismo, tal como señala Raymond Federman (1978):
Many artists and writers too attempted to preserve that vision of the world as a continuous, stable, and fixed succession of events. Realism affirmed logical and sequential continuity of experience, and Naturalism went ever far as demonstrating how man is predetermined by heredity, environment, and climate.
ISBN: 84-9714-046-X
Autores: José Antonio Gurpegui Palacios y Mar Ramón Torrijos
Extensión: 25 Págs.
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