Los epitomadores
RESUMEN
Los estudios sobre los resúmenes de obras históricas del siglo IV suelen iniciarse justificando la razón de su proliferación en este momento, su carácter particular sobre todo en su relación con los precedentes de los siglos I-II (los muy cuidados literariamente de Veleyo Patérculo y Floro), con la adecuación o no de las denominaciones con que los manuscritos los han transmitido. La convención actual tiende a aplicar el nombre latino de ‘Breviario’ a un relato ‘breve’, basado en una recreación personal del autor, que ha trabajado sobre un corpus particular de fuentes con una intencionalidad y criterio propios; y el griego de Epitome a los que son un simple compendio de otra obra más amplia.
El problema, que se ejemplificaba bien en el caso de Livio y su ‘Epitome’, y la obra de Floro, mal denominada ‘Epitome de T. Livio’, se plantea también en los varios del siglo IV. A veces, un simple cambio respecto a la etiqueta tradicional resolvería la cuestión, aclarando mejor el tipo de obra de que se trata: si al Epitome de Caesaribus, presunta síntesis del Liber de Aurelio Víctor, se lo designase como ‘Breviarium’ se pondría de relieve que no es un simple resumen del africano, al que sólo sigue en los diez primeros capítulos. Una dificultad adicional en este caso es resumir en pocas palabras las diferencias de todos esos textos, siendo como son de contenido semejante, y habiendo utilizado en muchos casos las mismas fuentes, y sin poder entrar en mucho detalle para aclarar convenientemente los asertos.
En consecuencia, trataremos de ofrecer un panorama general y algunas peculiaridades de los más decantadamente históricos, prescindiendo de otros más técnicos —el Epitoma rei militaris de Vegecio—; o de tema y perspectiva más restringida —el resumen, algo anterior, de Julio Obsequente de los prodigios de Livio; o el Epitome de la traducción de Julio Valerio del texto griego del Pseudo-Calístenes sobre Alejandro Magno—; o con una orientación religiosa que los aleja del bloque clásico al que venimos dedicándonos, como el Origo Constantini Imperatoris, la primera parte del Anonymus Valesianus (de Enrique de Valois, que en 1635 la publicó en París), compuesta sobre el 390 —la segunda trata de Teodorico y fue compuesta en el s. VI—, una encomiástica biografía de Constantino, desde el 305 al 337, basada en buenas fuentes y con importantes coincidencias con Orosio.
Nos centraremos, pues, en los cuatro principales: el Liber de Caesaribus de Víctor, el más ambicioso de todos, en su salustiano estilo e historiográfico análisis de la decadencia imperial, en cuyas diferentes etapas se van encuadrando las vidas de los emperadores, desde Augusto, hasta Constancio I; el anónimo Epitome de Caesaribus, con varias vidas más que los Césares —acaba con Teodosio I—, y un claro cambio de estilo y registro; y los Breviarios de Eutropio (Ab urbe condita) y Festo, dedicados a Valente, de diferente carácter y contenido temático.
Hay que mencionar también ahora, con algo más de detalle porque no les dedicaremos un epígrafe por separado por falta de espacio, las muy concisas biografías del Origo gentis romanae de los míticos antepasados de Roma, comenzando por Saturno, hasta Rómulo y Remo; y las del Liber de Viris Illustribus Urbis Romae: de los reyes, desde Procas y Rómulo; y de los líderes republicanos, desde Bruto y Tarquinio Colatino, pero también Porsena, hasta Sexto Pompeyo, M. Antonio y Cleopatra; como se advierte hay figuras, cual ella, Aníbal o Pirro, que no sólo romanas; y, aunque presenta notables diferencias entre unas vidas y otras, la lengua es bastante propia y la sintaxis clara y concisa.
ISBN: 978-84-9822-337-8
Autora: Isabel Moreno Ferrero
Extensión: 29 págs.
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