“Rosalía de Castro y María Zambrano: la razón poética”
El presente trabajo gira en torno a una poeta, Rosalía de Castro, y una pensadora, María Zambrano, que han nacido y vivido en tiempos diferentes, pero han creado obras en lenguajes y géneros semejantes. Aunque por lo que respecta a sus vivencias, llevaran cursos existenciales muy distintos, ambas reflejaban un mismo sentir en su condición de mujeres escritoras, capaces de interpretar los acontecimientos de la época que les tocó vivir y ponerlos en relación con su propia vida.
Prólogo de José Luis Caramés Lage, profesor Honorífico de la Universidad de Oviedo.
Me gustaría en este Prólogo desempañase la función auténtica y muy sincera que, de alguna manera, semejase a Las confesiones de San Agustín defendiendo con ardor y con argumentos lo que en este magnífico ensayo se dice y se implica a un nivel intelectual interdisciplinar muy elevado y auténtico. Con modestia trataré de encontrarme con lo que conlleva este ensayo en el que se reúnen a dos personajes, dos vidas, dos ámbitos y tiempos, y dos intelectos que se mezclan y se separan al ser comprendidos como dos mujeres excepcionales de la vida cultural española de todos los tiempos.
Desde la perspectiva de las dos autoras estudiadas se puede hablar de la unidad de la poesía con la praxis, con la acción en la lucha de los seres humanos por encontrar su destino. La poesía así corre con alas de viento, llega hasta el oído de las personas y escucha o trae sueños dorados, santas alegrías o quejas y dolor. Además, podemos señalar que para nuestras escritoras el sentimiento poético se une a la metáfora y al mito como forma de comprensión de lo real. Esto aparece en el diálogo entre la filosofía y la poesía sobre un logos que es común. Además, podríamos señalar que María Zambrano une el asombro que le produce la realidad con el método que emplea con la razón poética en donde interioriza la experiencia hasta hacerla propia, aunque en principio la mediación se encuentre en la razón y en el estudio. Y a esto añade la poesía, es decir el cantar de lo real y de lo irreal, más el pensamiento poético.
Por otro lado, Rosalía de Castro nos saluda como poeta existencial con reminiscencias que buscan la nostalgia de un tiempo ya pasado en el que el desamor llama más que el amor. Las dos estudiosas lo que hacen es abrirse a la trascendencia por medio de la intersubjetividad que aventura el logos. Por eso, María Zambrano se asombra ante lo divino y trascendente, mientras que Rosalía de Castro con la emoción se despierta en ella una contemplación mística por subjetiva y llena de fervor que aúna lo vivido sin temor a contarlo poéticamente. En la poeta gallega lo íntimo, la melancolía, la agonía, el paisaje une a la Naturaleza, al ser humano y a Dios, sin que en realidad el cuarto ángulo del cuadrado, esto es la sociedad, no importe tanto.
Las dos estudiosas unirán sus voces: desde el lado de Rosalía de Castro como un camino hacia el lugar poético en donde se siente lo místico, y de la parte de María Zambrano como camino escondido para poder completar lo que falta para ser.
Desde mi acercamiento consideraré a este magnífico ensayo desde las perspectivas que utiliza su autora, la Dra. Serantes, a las que añadiré un proceso en el que se revela el misticismo que se hace palpable en el tratamiento casi sagrado de dos druidas de la palabra como son nuestras escritoras. Y esto lo llevan a la práctica por medio del misterio que, como una niebla muy gallega, rodea a la vida y a la obra de estas dos intelectuales.
Lo que une a María Zambrano y a Rosalía de Castro es el renacer de la palabra en el viaje iniciático a través de la naturaleza simbólica de sus obras. En su caminar creativo los dos personajes nos inundan de sabiduría sensible, algo que se comprueba con facilidad en esta ensayo, que se dirige a la mente y a los sentimientos en un hacer místico. Este quehacer resultará regocijo y alegría de los hombres y mujeres que creen que son en todas sus realidades seres humanos. Las dos autoras no nos otorgan seguridades en el espíritu. Ni siquiera nos dan un buen lugar de entrada en un palco viejo del Paraíso, pero si nos conceden unas antorchas con luz para ver en la oscuridad, en donde el sentido de lo humano y sus valores han desaparecido, dejando un gran espacio hueco debido al mundo enajenado en el que nos encontramos.
Debido a ello, tanto Rosalía de Castro como María Zambrano surgen como dos espíritus exiliados en una búsqueda utópica, metafísica y mística. Su misticismo afecta, y en este ensayo se van deshojando de una manera muy racional y metodológica, a las categorías y formas más espirituales e íntimas de la persona. A través del ensayo nos vamos haciendo a la idea de que se trata de una revelación de dos vidas, nuestras autoras, que buscan con ahínco salir de las sombras para hallar esa luz que ilumine el decir y el hacer de cada persona.
A veces, en este caso a mí como lector, me arde el alma al percibir los esfuerzos vitales e intelectuales que llevan a cabo las dos autoras para alcanzar las fuerzas en donde se apoya la creatividad. Anhelan captar, casi dominar, a la realidad que, pienso yo, se les escapa entre los dedos de las manos, aunque la recogen en su poderosa imaginación, dándole una vuelta al revés hegeliana para entenderla y aplicarla a su obra.
Las dos autoras rehabilitan un modelo de hacer intelectualidad en sus textos aplicada al ser humano, puesto que las dos escritoras desean conducir a la persona a su nivel más primigenio, quizás al mundo anterior a la expulsión del Paraíso. Y lo hacen por medio de la palabra que, ya lo señala la autora de este ensayo, es metáfora y mito.
En este ensayo se hace hincapié que la mística niega la corporeidad del ser humano a favor del alma y que nuestras dos escritoras concilian los sentidos despiertos y predispuestos a percibir emociones. Pero cuando el árbol se inclina buscando sus raíces y el agua ensimismada[1] despierta, piensa y sueña, la Naturaleza se hace mística en la obra de María Zambrano y en Rosalía de Castro, cuando trata de producir en el alma humana ese deseo no satisfecho de alcanzar el fuego intocado que podría ser la idea de Dios.
Además María Zambrano en Claros del bosque (2011) utiliza metáforas cósmicas, ya que por momentos le llena la fuerza mística en donde los cielos tienden a hacerse abstractos, por estar atraídos por el uno: su centro. Más aún, para la filósofa el ser individual tiende a olvidarse de su cuerpo y de su sombra.
Rosalía de Castro se encuentra en el otro extremo, quizás en el lado más oscuro de una noche del alma en la que la Naturaleza se personaliza para recoger un estado anímico, cuyo símbolo es la luna descolorida entendida como la capacidad básica del Ser.
Las dos autoras buscan la unidad originaria como forma de pensar en un Humanismo sincrético que María Zambrano denominó La Razón Poética y que Rosalía de Castro impulsó en una visión y hacer poéticos integrados por la realidad del hombre de carne y hueso, desde la perspectiva de una poeta que con María Zambrano y su hacer filosófico rozan, a mi modo de ver, las nubes de la mística.
La autora de este Ensayo nos habla interdisciplinariamente de las autoras que reflejan en su obra una gran determinación por superar lo que el poeta romántico inglés John Keats escribió en estos versos de su poema “A una urna griega”:
La belleza es verdad y la verdad belleza;
Esto es cuanto sabes en la tierra, y todo lo que necesitas conocer.
Esta superación de esta bella afirmación nos conducirá al lector de este ensayo a un nuevo Humanismo que hay que descubrir en una crisis de valores, en donde se cuestiona a la persona dentro de un cosmos oscuro. Por ello, con ensayos como este, se busca algo radicalmente inédito y provocador.
José Luis Caramés Lage.
Profesor Honorífico.
Universidad de Oviedo.
[1] Poema de María Zambrano, El agua ensimismada
El agua ensimismada/¿piensa o sueña?
El árbol que se inclina buscando sus raíces,
el horizonte/ ese fuego intocado,
¿se piensan o se sueñan?/El mármol fue ave alguna vez;
el oro, llama;/ el cristal, aire o lágrima.
¿Lloran su perdido aliento?/¿Acaso son memoria de sí mismos
y detenidos se contemplan ya para siempre?/ Si tú te miras, ¿qué queda?
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