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Ruta Bética Romana

Bética romana

El viajero en la Ruta Bética romana tiene la posibilidad de elegir el tiempo, la época y las impresiones, siempre propias, sobre los lugares. Aquí proponemos una ruta que ya ha hecho un viejo habitante de la Bética. Pero es el visitante quien decidirá si el aceite de Almedinilla o las conservas gaditanas de almadraba se aproximan a lo que vió en tal Teóphoros a fines del siglo II d.C, o si el paso de los tiempos y la historia han modificado y mejorado los lugares. Lo que si estamos seguro es que después de la visita a la antigua Vía Augusta, como Teóphoros, recordarán los lugares de manera especial.

Teóhoros ya anciano, de 81 años de edad, liberto nacido en la lejana Grecia, geógrafo y ahora de profesión pedagogo y maestro, enseñaba geografía en la Bética a una treintena de alumnos de la vieja Gades.

Después de narrar el nacimiento del Bétis y la Vía Augusta pasó a contar a sus alumnos algunos lugares de la provincia más meridional de Hispania, a la vez que les hablaba de economía, de banquetes o de rudos trabajos de campo. Gran conocedor de la Bética, por haber vivido muchos años y en variados sitios de su extenso territorio, y por haber leído detenidamente a Estrabón, posó a referir las imágenes que más habían impactado a sus ojos.

Recién llegado de las tierras griegas, a las que añoro y evoco tanto, sobre todo hoy ya viejo y a punto de tomar la barca de Caronte que me llevará a la otra orilla, viví en una domus de Itálica, una domus lujosa propiedad de descendientes de una familia senatorial romana.

1.- Italica. Santiponce:

La casa tiene unas termas, una alargada palestra donde me inicié en el arte de enseñar y al final de ella una enorme y bellísima exedra a la que cubriría una bóveda estucada y pintada. El patio central era porticado, y en el centro una fuente.

En verdad, los dioses me protegieron pues era lo más parecido a la casa de mis antepasados construida a la manera helenística.

2.- Carmo. Carmona:

A veces por la vía Augustea camino de una villa de recreo que mi dueño tenia en el Conventus Astigitano, pasé por la ya milenaria Carmo.

Siguiendo un camino de tierra dejábamos el anfiteatro al norte y al otro lado la necrópolis, para adentrarnos en la ciudad por la puerta de Hispalis. Cada vez que mi mirada se alzaba al frente venía a mi memoria aquello que César escribió:

“Carmonenses, quae est longa firmissima totius provinciae civitas”. Con pocas palabras ni yo mismo sería capaz de definir más acertadamente la grandeza militar de esta ciudad. Amurallada con varios fosos paralelos y un bastión inexpugnable. A la salida, la monumental puerta hacia Corduba.

¡Triste vida la de un esclavo! Al lado de mi dueño y sin que mi cara fuera espejo de mi pensamiento, mientras él se encomendaba a Dios protector del templo de la Puerta de Hispalis, este humilde servidor oraba al Dios Attis del Santuario del Elefante, Dios mistérico y oriental.

3.- La Luisiana:

Entre Carmo y Astigi, el camino marcado con miliarios, hasta llegar a una enorme villa de recreo que mi señor poseía en esta zona. Sabio fue en la elección del lugar, pues no hay en todo su alrededor unas aguas más protectoras y curaticvas, en especial para la piel y otras enfermedades, que si los dioses me protegen y vivo para contároslo, os narraré sonrojado cuando hayaís cumplido la edad suficiente. ¿Cómo describir los baños, su suntuosidad y los rumores políticos que en ellos oí a Astigitanos poderosos?

Cierta tarde, después de ayudar en el baño y untar con aceites y ungüentos a mi amo, recuerdo como tras perder 100 sestercios, pues era más aficionado al juego de los dados que el propio Augusto, en la palestra perdió su dinero, sus propiedades y sus esclavos entre los que estaba yo. Mi fortuna hizo que un tal Antonius de Astigi, comerciante adinerado fuese mi próximo destino.

4.- Astigi. Ecija:

Viejo ya con cuarenta y tantos años, pasé a formar parte del taller de mosaicos de Antonius. ¡Cuento tiempo perdido en el estudio de la retórica, la geografía y la gramática!. Bien es verdad que la maestría de los mosaicos de Astigi, trazados con geometría matemática, no estaban alejados de mis conocimientos de aritmética y álgebra.

Del tiempo pasado en este municipium lo que recuerdo con más gratitud es mi participación en el diseño del magnífico mosaico del cortejo de Baco. ¡Cuánto me recordaba a mi alejado Dionisos griego! ¡ Gran protector de la vegetación, de la vitalidad y de la poética! El vino nos inicia en misterios escondidos en el suelo.

Mi dueño que nos prefería manos ágiles y vista afinada para tallar con precisión astral las tesselae me vendió a un agricultor de la villa de Almedinilla.

5.- Carbula. Almodóvar del rio:

Antes de pasar por Cordvba, paramos en Carbvla, una ciudad elevada en las proximidades del río Betis. Las ánforas rebosantes de buen aceite de la Bética se transportaban desde los olivares cordobeses, por el río en barcazas.

En Roma son bien conocidos todos estos lugares de la Bética por su producción de aceite. Las ánforas llegadas a Roma se arrojan a un lugar que cada vez es más elevado, hasta el punto que va siendo conocido por los habitantes como el Monte Testaccio.

6.- Almedinilla. El Ruedo:

En la villa del Ruedo rodeado de olivos alternando con doradas espigas de trigo, pasé a servir a un adinerado agricultor que vivía la mayor parte del tiempo en la capital de la Bética, Cordvba.

Allí aprendí como se trabaja el cultivo del trigo y los olivos. Mi vida está compuesta por partes iguales de observación de la naturaleza y cultura. Pero mis preferencias diarias hacen que me incline por pasar las horas delante de Virgilio, antes fijar mi mirada en el lejano espacio de los astros.

La Villa era suntuosamente residencial, y horas y días pasé hipnotizado, nunca mejor dicho, contemplando a Hypnos, hijo de la Noche y de Erebos. Con razón el insigne Homero lo calificaba de ¡ Señor de los Dioses y de todos los hombres!

7.- Vrso.Osuna:

almedinilla hypnos

Almedinilla – Hypnos

Trato nuevamente de recorrer mi vida y pienso que el azahar ha restringido mi conocimiento de este hermoso territorio. Pero la observación directa del hombre me hace concluir que el campo del conocimiento está limitado igualmente para el emperador, el campesino o el geógrafo.

Cambié de residencia a Vrso. La vida urbana, ¡cuántas ventajas tiene para mi comparada con la vida rural! Pero lo que más me gustaba en Vrso y lo revivo cada vez que lo cuento, son los días de fiesta, Dies festi, en honor de los dioses. Mi dueño no tenia el teatro entre sus aficiones favoritas, es más, prefería con creces las carreras de carros y las luchas de gladiadores en el anfiteatro. A los esclavos y libertos nos está vetado gozar de una de las artes más apreciadas allá en mi patria.

Cierto día, mi dueño consistió en que asistiese a la representación de una farsa, atelanae. Sólo contemplar las máscaras de madera, de barro, de pintura, de cerca y de tela es contemplar la propia vida del hombre.

8.- Martia. Marchena:

Mi dueño me concedio la manumisión y pasé a ser liberto. Por razones amorosas, viví en la villa de Martia en la casa de Octavio. Gran propietario y de agitada vida social me encomendó recibir a los invitados a las caenae, que realizaba a menudo. Allí antes de sentarlos a la mesa, le recogía los zapatos los zapatos y la toga y les ofrecía un confortable, caliente y perfumado baño.

Aunque echaba en falta tiempo de estudio me contentaba con preparar , exponer la vajilla de cristal, de vasos rojos venidos de la Galia o de la misma Italia, portar las jarras para los comensales y elegir los tapices orientales que decorarían las mesas y triclinium. Aún recuerdo, con bastante exactitud, como retiraban a los convidados a la casa, ebrios y borrachos, al final de cada cena.

9.- Hasta Regia. Jerez:

A pie, me encaminé hacia Hasta Regia. Ya había leído las magníficas de los vinos de esta zona. Pero nunca pensé que pudiese existir un manjar parecido al passum. Dulce como la vejez en buena compañía. Se mezcla con agua en una gran tinaja y se pone al fuego. Se le puede añadir miel, hierbas aromáticas o pétalos de rosas y se sirve caliente.

De todas las felicidades mundanas que he conocido, el vino nos hace transparente la puerta de los dioses, la más cerrada a los mortales humanos. ¡En cuántas mesas lo he visto servir demasiado frío o pasado de temperatura!. No me refiero a mesas gaditanas que desde antiguo han destacado por el arte de transformar las sarmentosas vides en licores amelados.

10.- Gades. Cádiz:

La más oriental de las ciudades que he conocido en la Bética. Aquí instalé mi Schola. ¡Volví a enseñar a Homero!

Bética romana

Mosaico de Itálica

Sobremanera me ha llamado la atención, entre los muchos conocimientos, que puede dar esta ciudad, cómo aquí nadie es extranjero. Mi lengua, el griego, se mezcla en tabernas y negocios, junto con el latín y otras lenguas que me son desconocidas.

Siempre agradeceré a Melkart o Hércules que me hiciera posible conocer el dominio del mar por el hombre, la caza de los atunes en las inmediaciones de Gades o en la ensenada de Baelo. Si la agricultura es el dominio de la tierra, el arte de la pesca significa la superioridad del hombre sobre el desconocido mar. La transformación de repugnantes vísceras marinas en garum debió ser susurrada desde el Olimpo a algún mortal gaditano.

El destino ha elegido por mí, y no podía elegir mejor sitio para acabar mis días. Mi deseo más ferviente es que mi cuerpo sea consagrado a los Dioses Manes (D.M.S.) y la tierra me sea leve (H.S.E.S.T.T.L.) lo más tarde posible.

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