El director de la Oficina de Cultura y Turismo, Jaime de los Santos, asistió el viernes 30 de junio a la presentación de la exposición ‘Sonia Delaunay. Arte, diseño y moda’ que podrá verse del 4 de julio al 15 de octubre en el Museo Thyssen Bornemisza de Madrid.
Se trata de la primera exposición dedicada en exclusiva en España a la artista y con ella el Museo Thyssen pretende destacar no solamente su importante nombre como pintora de vanguardia, sino también la aplicación de su ideario artístico a la vida cotidiana a través de escenografías teatrales, diseños publicitarios, telas y vestidos. La muestra reúne más de 210 piezas procedentes de instituciones públicas como el Centro Pompidou o la Biblioteca Nacional de Francia, y de colecciones privadas. Durante su intervención, De los Santos ha afirmado que “modernidad es la palabra clave para definir a Sonia. Revolucionar el arte para cambiar la vida, apropiarse de los nuevos tiempos anticipando usos y tendencias y resultando hoy, a quien ve sus obras, moderna”. Además, el director de la Oficina de Cultura y Turismo ha querido recordar que en los últimos años ha existido en Madrid una gran actividad cultural y artística que sin duda ha contribuido a afianzar la región, y que “promover y apoyar a nuestros grandes museos en la realización de exposiciones es un paso más para favorecer la riqueza cultural y para convertir a la Comunidad de Madrid en un foco esencial para el turismo cultural”.
Del 4 de julio al 15 de octubre de 2017
Comisaria: Marta Ruiz del Árbol
El Museo Thyssen-Bornemisza presenta Sonia Delaunay. Arte, diseño y moda, la primera muestra en solitario en España de esta artista, con la que se pretende destacar no sólo su importante papel como pintora de vanguardia, sino también la exitosa aplicación de su ideario artístico a la vida cotidiana. Su obra puramente pictórica se exhibirá en las salas junto a libros y escenografías teatrales, diseños publicitarios, de interior y de moda, telas y vestidos, reuniendo más de 200 piezas procedentes de instituciones públicas como el Centro Pompidou, la Biblioteca Nacional de Francia, el Museo de la Moda de París o el Museo Reina Sofía, y de colecciones privadas. La exposición, que cuenta con la colaboración de la Comunidad de Madrid, se une así a las tendencias historiográficas que han revisado recientemente su trayectoria para demostrar el carácter multidisciplinar de su obra, que le permitía explorar diversos soportes y técnicas más allá de la pintura.
Nacida en Ucrania en una modesta familia judía, Sonia Delaunay (1885-1979) fue acogida por sus tíos maternos de San Petersburgo cuando era tan sólo una niña, de quienes recibió una educación cosmopolita. Comenzó su formación artística en 1904 en Karlsruhe (Alemania) y dos años después la continuó en París. Para no abandonar Francia, contrajo matrimonio de conveniencia con el marchante alemán Wilhelm Uhde, en cuya galería expuso por primera vez en 1908. Gracias a él conoció a artistas de vanguardia como Picasso, Braque y el propio Robert Delaunay, con quien se casó en 1910, tras divorciarse de Uhde.
El Museo Thyssen-Bornemisza presenta Sonia Delaunay. Arte, diseño y moda, la primera muestra en solitario en España de esta artista, con la que se pretende destacar no sólo su importante papel como pintora de vanguardia, sino también la exitosa aplicación de su ideario artístico a la vida cotidiana.
Su obra puramente pictórica se exhibirá en las salas junto a libros y escenografías teatrales, diseños publicitarios, de interior y de moda, telas y vestidos, reuniendo más de 200 piezas procedentes de instituciones públicas como el Centro Pompidou, la Biblioteca Nacional de Francia, el Museo de la Moda de París o el Museo Reina Sofía, y de colecciones privadas.
SONIA DELAUNAY. ARTE, DISEÑO Y MODA SELECCIÓN DE TEXTOS DEL CATÁLOGO. (c) Museo Thyssen
“Sobre los orígenes de lo simultáneo”, Cécile Godefroy “(…) Sinónimo de Delaunay, el término simultaneísmo se asocia a las ideas de fiebre y dinamismo que son características de la época moderna y están propiciadas por la actualidad inmediata: innovaciones tecnológicas y desarrollos urbanos, invención de aparatos rápidos para la conquista del cielo y el espacio, nuevas formas de vida basadas en la acción, el deporte y la velocidad, cosmopolitismo.
(…) En el ámbito de las primeras vanguardias, el simultaneísmo guarda una estrecha relación con el orfismo de Apollinaire, corriente internacional en la que los pintores designados por el poeta – Fernand Léger, Francis Picabia, los futuristas italianos e incluso Kupka– comparten un mismo optimismo sobre el mundo moderno. A diferencia de los orfistas, Robert Delaunay, llamado «Sr. Simultáneo», concede un lugar importante a las artes aplicadas y celebra el «oficio simultáneo» como «principio absolutamente nuevo en todos los desarrollos posibles (carteles, moda, textiles, muebles, arquitectura, urbanismo) que va a regenerar o dar vida a todo lo que tiene que ver con lo visual».
(…) El piso de los Delaunay, en el que se reúne los domingos la intelligentsia parisina, es el primer «espacio de demostración» de las creaciones simultáneas. (…) Como vemos en fotografías tomadas en la época en la casa de los artistas, el esquema y el colorido de los cojines remiten a los de las primeras Ventanas de Robert Delaunay, y las pantallas de las lámparas eran otros tantos prismas eléctricos artificiales. Cuando posa con un vestido simultáneo y rodeada de sus encuadernaciones, con un boceto del Homenaje a Blériot de Robert Delaunay y un ejemplar de La prosa del Transiberiano colgados de las paredes, Sonia afirma el carácter unitario del simultaneísmo.
(…) La prenda de vestir simultánea, otro escaparate de la pintura pura, es un vehículo que lleva a las masas el nuevo lenguaje visual. El aspecto de «construidos» que tienen los vestidos, cuyo corte se basa en el color y en «nuevos materiales portadores de numerosas gamas cromáticas», responde a la moda de lo decorativo que recogen las revistas especializadas del momento. (…) Nace el vestido simultáneo, que es aclamado por Cendrars: un «traje de chaqueta violeta, largo cinturón violeta y verde, blusa arlequín hecha de piezas yuxtapuestas de paño, tafetán, tul, felpa, muaré y pul de seda. El rosa palo dialogaba con el teja, el azul Nattier jugaba con el escarlata». A este variado colorido responde también el atuendo del hombre moderno: «abrigo rojo con cuello azul, chaqueta
verde, chaleco azul celeste, minúscula corbata roja, pantalón negro, calcetines rojos y zapatos negros y amarillos».
(…) El simultaneísmo decorativo es desde el principio la forma de difusión más tangible de la pintura pura y caracteriza el paso de una modalidad de presentación elitista –el salón de la casa de los Delaunay, las exposiciones del Sturm– a la del espacio público –la calle, las salas de baile–. Al reivindicar un arte total, los Delaunay se liberan de los «ismos» rivales, que se limitan a la pintura.
(…) Se desmarcan de los pioneros de la abstracción, sobre todo los coloristas, que rechazan conscientemente cualquier planteamiento decorativo, pues piensan que el fenómeno de la expansión cromática no atenta contra la pintura pura, sino que al contrario tiene un papel que desempeñar en la reforma que dará lugar a un mundo nuevo”.
“Primera etapa de Sonia Delaunay en Madrid. Los maestros clásicos y las expresiones populares”, Marta Ruiz del Árbol
“(…) Todo parece indicar que, durante sus primeros meses en Madrid, los artistas se sintieron muy solos. Aislados del centro artístico en el que hasta entonces habían vivido y sin encontrar un grupo de intelectuales que los acogiera, buscaron cobijo entre los maestros antiguos del Museo del Prado. El 24 de febrero de 1915 Sonia Delaunay se inscribió en su libro de copistas, algo que Robert no hizo. Y fue como consecuencia de aquellas jornadas en las galerías del edificio de Villanueva cuando, según Bernard Dorival, ambos decidieron retomar los pinceles que no habían tocado desde su salida de Francia durante el verano en el que estalló la Primera Guerra Mundial.
(…) Al igual que los artistas viajeros, que desde el Romanticismo vinieron a la península para ver el Prado, pero también atraídos por lo exótico e insólito de la cultura del país, Sonia se dejó seducir por las expresiones populares vernáculas. El paso de Sonia Delaunay por Madrid coincidió con un momento muy especial en el desarrollo del flamenco. (…) Las obras que pintó desde 1915, donde aparecen con frecuencia bailaoras y cantaores, no dejan lugar a dudas del impacto que en ella produjeron los ritmos sincopados de este arte.
(…) En esta atracción parecen haber jugado un papel determinante sus orígenes. Sonia Delaunay recordaba en sus memorias cómo la llegada a la península ibérica despertó en ella recuerdos de su infancia. Los colores, la animación de las calles, los mercados le trajeron a la memoria la Rusia de su niñez. También las danzas populares. Como ella, algunos de sus amigos de la etapa española, entre los que estuvieron Serguéi Diághilev, Igor Stravinsky o Manuel de Falla, afirmaron encontrar semejanzas entre el cante jondo y las canciones folclóricas rusas.”
“Segunda etapa de Sonia Delaunay en Madrid. El arte total y la Casa Sonia”, Marta Ruiz del Árbol “(…) ¿Qué hizo volver al matrimonio Delaunay a la ciudad de la que se había ido hacía poco más de dos años y en la que no parecía haber encontrado un ambiente artístico propicio? Quizá llegara a sus oídos el renovado ambiente cultural y artístico de la capital, animado ahora por los intelectuales que habían buscado refugio a causa de la guerra en tierras españolas. Puede que oyeran hablar de las agitadas tertulias literarias, entre las que destacaba la encabezada por Ramón Gómez de la Serna en el Café de Pombo, de la que se convertirían en asistentes asiduos. Pero lo que sin duda conocían era el buen momento por el que pasaban las artes del espectáculo y, en especial, era muy significativa la presencia de los ballets rusos de Serguéi Diághilev, que habían sido invitados a España por el rey Alfonso XIII en mayo de 1916.
(…) En Londres, Diághilev tenía programada una función para finales del verano de 1918 en el London Coliseum. Se trataba de una nueva representación de Cleopatra, cuya escenografía de Léon Bakst había ardido durante la gira de la compañía por América del Sur. Para el reestreno en la capital británica, el empresario contó con la ayuda de Sonia Delaunay, para los vestidos de los bailarines, y de Robert, para el decorado.
(…) Sonia Delaunay aprovechó la ocasión que le brindaba Diághilev para poner de nuevo el tema de la danza en el centro de sus investigaciones y reelaborar su vestido simultáneo de 1913 para Cleopatra. Así, su interés por el mundo de la danza y el de la moda convergían en este proyecto. La reina, interpretada por Lubov Tchernicheva, se presentó ante los espectadores con un traje donde el patchwork irregular de su vestido para ir a bailar al Bal Bullier había sido reemplazado por uno simétrico dominado por tres discos de color. Rodeando los senos y el vientre de la bailarina, estos elementos circulares eran la trasposición tridimensional de los prismas eléctricos de 1913 y 1914. También existía una estrecha vinculación con los estudios de cantaores y bailaoras de flamenco, donde había expresado pictóricamente los ritmos sinuosos e infinitos del canto y del baile a través de los contrastes simultáneos de color.”
(…) Casa Sonia aparece citada en la prensa por primera vez a comienzos de julio de 1919 en La Época, el periódico de su amigo el marqués de Valdeiglesias, donde se describía en detalle la ‘instalación completa de casa’ del apartamento del señor Monedero, director general de Agricultura. De hecho, la abundante correspondencia con el marqués, que hasta entonces había versado sobre asuntos teatrales, se orienta por estas mismas fechas hacia este nuevo proyecto.
(…) También, como había hecho en el terreno de las artes escénicas, se convirtió en una figura central para que ella se abriera camino en la alta sociedad. Pero no solo la puso en contacto con personas influyentes, sino que él mismo se convirtió en uno de sus mejores clientes.
Tan solo unas semanas después de aquella primera mención pública, quedaban registradas las marcas “Sonia” y “Delaunay” en el boletín oficial de la propiedad industrial. Según indica la descripción que aparecía junto a ambos nombres, se trataba de “distinguir creaciones artísticas de todas clases entre las que se destacaban los objetos de arte o decoración, instalaciones y decoraciones generales de habitaciones y locales”.
(…) Fiel a su concepto artístico, el objetivo de esta nueva iniciativa de Sonia Delaunay era, como le comentaba en una carta a su amigo el marqués, transformar “la banalidad cotidiana y los objetos que la acompañan en un entorno más artístico y elevado”. Para alcanzar tal objetivo, todos los objetos que rodeaban al ser humano debían cambiar para conseguir “elevar y ennoblecer los instintos del gusto popular hacia ideales más humanos”.
(…) Su éxito se debió sin duda al gusto de la burguesía y la nobleza local por todo aquello que venía de París. La capital francesa era modelo en moda y decoración y, en un momento en el que el país vecino se encontraba en guerra y la frontera estaba prácticamente cerrada, la sed de novedades procedentes del exterior hizo que muchos ojos se fijaran en ella.
(…) Las fotos que se conservan de Sonia Delaunay de esta época la muestran llevando sus propios diseños.
Sombrillas, chalecos, chaquetas de rafia y sombreros de paja. Todo decorado con grandes hojas, ramas, discos y flores pintadas a mano o bordadas en fieltro, hule, estambre u otros materiales que, como en sus decoraciones de interiores, mantienen una coherencia con el estilo pictórico que había desarrollado durante los años en la península ibérica”.
“Sonia Delaunay: la fuerza del color”, Matteo de Leeuw-de Monti “(…) Cuando el fabricante de sedas J.-B. Martin & Cie le encargó 50 diseños, Sonia entendió que había llegado el momento de establecer –en su vivienda– su propio taller. Con la ayuda de numerosas costureras, bordadoras y tricotadoras rusas, se dedicó a crear diseños textiles que ella misma producía. (…) El 20 de marzo de 1925 la artista registró su empresa de textiles y moda con el nombre de Sonia, y simultáneo/simultané, el tan citado término de Chevreul, dejó de ser un mero calificativo para promocionarse y ennoblecerse como su nueva marca comercial: Simultané, que se promocionó con gran eficacia.
(…) Su reputación creció con gran rapidez, y empezó a trabajar en vestuario de teatro y de cine aunque siguió atendiendo a su ecléctica clientela de moda, formada por artistas, actrices, intelectuales y mujeres de la alta burguesía. (…) A pesar de ese considerable reconocimiento artístico, el negocio no iba bien. (…) Su actividad como diseñadora de moda se redujo drásticamente, y se abandonaron las marcas Sonia y Simultané. (…) Siguió diseñando con el apoyo de una empresa holandesa con la que ya llevaba colaborando cinco años: Metz & Co. (…) La visión y el enfoque de sus propietarios y directores, Joseph de Leeuw y su hijo Hendrik de Leeuw, hicieron de ella durante
muchos años la primera referencia del país en tejidos de calidad y diseño de vanguardia.
(…) Desde agosto de 1924 Sonia Delaunay llevó un meticuloso registro de sus diseños textiles, con numeración, apuntes, notas y –en su caso– compradores, en sus Livres noirs: libros encuadernados en tela negra, del I al X, que cubren el periodo 1924-1940. Para entonces ya había realizado nada menos que 1.500 diseños.
(…) Creó también para sus diseños una pancarte, una especie de tarjeta personal. Podía incluir en ella un pequeño gouache del diseño, su número, la fecha de creación, el número de Livre noir y las diversas y coordinadas combinaciones de colores. Sonia había ideado una paleta propia de más de 400 colores, cada uno con su nombre y número de referencia, como por ejemplo negro, cereza 6, noche 4, blanco, o angora 8, ruinas 4, amarillo 7, ruinas 2.
(…) Cada diseño podía tener varias versiones distintas: el gouache original, la pancarte, el dessin de travail (dibujo de trabajo), el dibujo a escala y los calques, que sobre papel de calco establecían las combinaciones de colores. De algunos diseños se conservan aún las matrices originales. A veces sus proyectos iban y venían por correo, doblados por la mitad, con indicaciones de ella a lápiz. (…) Se recortaban, como referencia, pequeños trozos de tela que acababan pegados en los libros de Metz o de Sonia. Los diseños no siempre recibían el tratamiento museístico del que gozan hoy: era mero material de trabajo.
(…) En sus diseños para Metz & Co se distingue entre los «antiguos» –creaciones simultáneas de 1924-1928 pero revisadas o adaptadas en fechas posteriores con nuevo colorido o nuevos tamaños del dibujo– y los «nuevos». Entre unos y otros cubren todo el espectro de su amplia diversidad artística. Las obras geométricas de mediados de los años veinte, con sus grandes bloques y pastillas en colores contrastantes, dan paso después a estructuras más finas. Juega entonces con cuadrados, rectángulos, círculos, cruces, puntos, franjas, trazos y zigzags, en innumerables combinaciones de poéticos ritmos y temas que forman en sí mismos nuevos motivos en ingeniosas reiteraciones.
(…)Abundan los diseños florales: delicadamente estilizados unas veces, otras algo más toscos pero con un trazado definido; algunos poseen una explosiva frescura que salta desde el fondo negro o azul oscuro, otros parecen un florecimiento op-art con los que se adelanta a su tiempo.
(…) Sonia Delaunay no fue nunca una diseñadora en el sentido habitual del término. Sus diseños nunca estuvieron sujetos a los caprichos de las modas. La fuerza de sus colores los hacen atemporales. Creadora versátil, fue siempre fiel a sí misma, siempre vivió su arte y vivió para su arte.
«Cuando el arte está dentro de ti, puede estar en cualquier sitio»”.
Más información :
Museo Thyssen-Bornemisza
Paseo del Prado, 8. 28014 Madrid.
Tel. +34 914203944 / +34 913600236.