Guías Culturales

Barcelona y los gremios

Gremios- Santa María del Mar

Barcelona y los gremios. Guías culturales.

1. Introducción.

Con este nuevo recorrido por Barcelona conoceremos algunas formas de agrupación profesional que se desarrollaron en la ciudad durante los siglos del gótico y la época moderna.

Veremos qué oficios fueron los más importantes, y nos daremos cuenta que de los grandes cambios que, en este sentido, han tenido lugar hasta llegar a nuestros días.
Al mismo tiempo, nos daremos cuenta de en qué sectores de la ciudad se asentaron los distintos grupos de trabajadores, y podremos apreciar la influencia de la existencia de las corporaciones profesionales en la arquitectura y el urbanismo de la ciudad, así como su impacto en la creación de obras artísticas de primer orden.

2. Cofradías y gremios.

La voluntad asociativa entre los trabajadores se constata en la ciudad de Barcelona desde la Alta Edad Media. En un primer momento, éstos se organizaron alrededor de las cofradías, asociaciones profesionales bajo la advocación de un santo patrón que realizaban funciones puramente religiosas, benéficas y asistenciales, como podrían ser celebrar la festividad del santo patrón y difundir su culto o promover la caridad hacia pobres y enfermos.

Con el tiempo, estas instituciones fueron pasando a ocuparse también de temas económicos y políticos, y en este punto tuvieron su origen los denominados gremios. Llamamos gremios a aquellas corporaciones profesionales, características de la sociedad estamentaria desde los siglos XIII al XIX, que estaban oficialmente reconocidas por los poderes públicos oficiales y que eran de afiliación obligatoria para el ejercicio de una determinada profesión.

En la definición del papel de los gremios intervenían también las cuestiones religiosas y asistenciales que habían caracterizado a las cofradías, y no hay que olvidar las funciones políticas que realizaron, como la participación en el gobierno municipal.

Pero especialmente relevante fue el papel que los gremios adquirieron en los aspectos relacionados con la organización técnica y el control del trabajo y la producción, ya que a través de los mismos se ejerció un control sobre los precios, se reglamentó el ejercicio de la profesión, se inspeccionaron los productos, se prestó atención a la formación de los miembros, etc. Y todo ello se llevó a cabo de un modo legal mediante la promulgación de ordenanzas aprobadas por los monarcas.

Obviamente, continuaron existiendo las cofradías de finalidad exclusivamente religiosa, que agrupaban a profesionales de los más diversos sectores y que se seguían ocupando de cuestiones benéficas y piadosas.

Tabla de la Flagelación. Jaume Huguet.

Tabla de la Flagelación.
Jaume Huguet.
Catedral de Barcelona

Los miembros de las cofradías, y sobre todo los de los gremios, se reunían de forma periódica y celebraban sesiones y consejos. La necesidad de contar con un espacio propio donde reunirse, celebrar las festividades y guardar la documentación generada por la institución se solucionó en un primer momento a través de una capilla en una iglesia de la ciudad, y, más concretamente, aquella donde se veneraba al santo patrón de la institución. Más adelante, algunos gremios adquirieron o se hicieron construir una casa gremial propia, e incluso fueron propietarios de otros tipos de bienes inmuebles necesarios para el trabajo de los miembros del mismo.

3. Un paseo por la Barcelona de los gremios.

Las distintas profesiones medievales se agruparon en zonas concretas de la ciudad, y a  este hecho se debe el que algunas calles lleven aún en el día de hoy el nombre de oficios que desaparecieron mucho tiempo atrás. Así sucede, por ejemplo, en algunas de las vías que transcurren entre el paseo del Born, antiguo mercado de productos agrícolas que aglutinó a su alrededor a numerosos y variados comercios, y el frente marítimo de la ciudad: la calle de la Vidriería, la calle de la Espartería, la calle de la Espadería, etc.

La cercana iglesia de Santa María del Mar está estrechamente ligada –entre otros gremios- a uno de los oficios más característicos de este sector de la ciudad, los bastaixos o personas que se ocupaban profesionalmente de transportar pesos ayudándose de un aparato especialmente construido para este fin.

Sabido es que, en el siglo XIV, este gremio ofreció su participación desinteresada en la construcción de la bellísima iglesia, y que transportaron de forma gratuita toda la piedra y demás material de construcción necesario para el levantamiento del templo.

Por este motivo se les permitió establecer una cofradía afecta al templo y utilizar una capilla del ábside para sus reuniones y para la celebración del oficio solemne en el día de la fiesta de la santa.

Gremios y cofradías-Barcelona

Llibre d’Ordinacions de l’ofici dels Blanquers

Además, se les permitió contar con las llaves del portal mayor de la iglesia para acceder a la misma siempre que les fuera necesario, privilegio exclusivo en reconocimiento a su contribución desinteresada. Y, aún, en recuerdo de su colaboración, sus figuras han quedado inmortalizadas en los capiteles de las arquivoltas de la fachada, en los relieves de las puertas principales de la misma y en los capiteles de las columnas de las naves interiores.

Desde el paseo del Born y en dirección opuesta al mar hallamos una serie de calles muy relacionadas con el trabajo de las pieles, uno de los sectores más activos de la Barcelona medieval y moderna.

En el complejo negocio de las pieles, los blanquers (adobadores) eran los artesanos que eliminaban el pelo o la lana de las pieles, y las trabajaban hasta dejar pieles “en blanco”, de donde procede su nombre. Los assaonadors (curtidores) eran aquellos que realizaban las operaciones de acabado de pieles o cueros adobados, engrasándolos, tiñéndolos o aplicándoles productos necesarios.

Posteriormente, entregaban las pieles ya listas a zapateros y otros oficios cuyo trabajo se relacionaba con la manufactura de la piel.

Los curtidores se agrupaban alrededor de la calle dels Assaonadors o calle de los Curtidores, y en sus cercanías se encuentra también la calle de la Blanqueria (adobadores), igualmente propia de grupos de trabajadores relacionados con el mismo ramo profesional.

El momento álgido del negocio de la piel en Barcelona tuvo lugar entre los siglos XVI y XVII, y a este momento corresponde precisamente la construcción de la casa gremial de los curtidores, situada en la esquina de la calle de su mismo nombre con la de Montcada. La fachada de la misma incluye elementos decorativos comunes –como veremos- a muchas otras casas gremiales: el símbolo del gremio – sobre la puerta del edificio puede verse el peine o cepillo utilizado para raspar las pieles- y la estatua del santo patrón –san Juan Bautista- en la hornacina de la esquina de la fachada de la casa.

Los adobadores, organizados en cofradía desde el siglo XIII, se ubicaron dentro de la trama urbana teniendo siempre presente la imperiosa necesidad de contar con en las cercanías con una corriente de agua que se llevara el agua sucia resultante del trabajo de limpieza y adobado de las pieles, y por ello buscaron un emplazamiento junto a la antigua acequia, denominada Rec Comtal.

Organizados en cofradía desde el siglo XIII, los adobadores contaron con una casa gremial que desapareció en el s. XVIII, al mismo tiempo que iglesia del convento de San Agustí Vell, en cuyo altar habían dispuesto su la capilla gremial. Entonces adquirieron una casa en la cercana calle del Portal Nou, la reformaron, e incluyeron en sus muros una losa con un león –el símbolo del gremio- esculpido. Dicha casa fue también destruida hace unos años, aunque la lápida es aún visible en la fachada del edificio moderno que la sustituyó en el mismo solar.

Tabla de San Agustín.

Tabla de San Agustín.
Retablo dels Blanquers.
Jaume Huguet

Por otra parte, y a pesar de que la capilla gremial de los adobadores en el altar mayor de la iglesia del convento de San Agustín desapareció, se conservan partes del retablo, que estaba dedicado al patrón del gremio San Agustín y que debió tener unas impresionantes proporciones. La pintura del mismo se encargó inicialmente a Lluís Dalmau (1452), si bien parece que no llegó a comenzarlo, y en el año 1463 el gran pintor gótico Jaume Huguet firmó el contrato para su realización.

Los trabajos de carpintería y la imagen de madera de la Virgen recayeron en Macià Bonafé. En el año 1714, a causa de los destrozos de la guerra y de la ubicación del convento en el sector urbano que había de derruirse para la construcción de la Ciudadela, el convento fue abandonado, y el retablo desmontado. Las tablas que formaban parte del mismo se dispersaron entre distintas instituciones barcelonesas, y algunas de ellas se pueden admirar hoy en día en el Museo Nacional de Arte de Catalunya y en el Museo Marés.

Los oficios relacionados con el ramo textil también fueron muy importantes para la ciudad de Barcelona, especialmente en la época moderna. Buena muestra de su riqueza es la espléndida casa del gremio dels Velers (tejedores de velos, telas finas de seda), construida en el siglo XVIII en la que posteriormente será la Via Laietana, y restaurada y reformada en el s. XX.

El gremio de los tejedores de velos data por lo menos del s. XVI, y durante muchos años los que practicaron este oficio se reunieron en una sala del convento de Santa Catalina. Pero en el s. XVIII, viendo los inconvenientes que les ocasionaba el hecho de no disponer de casa propia, se decidieron a levantar un edificio. La obra, proyectada por Joan Garrido, se terminó en el año 1763, y los detalles escultóricos de la fachada se deben al artista Joan Enrich. Entre los elementos decorativos del exterior llaman especialmente la atención los esgrafiados que combinan representaciones de motivos clásicos de cariátides con advocaciones religiosas, como la Inmaculada Concepción. En el balcón de la esquina, la característica capilla protege a la patrona del gremio, la Virgen de los Ángeles.

En una ruta urbana dedicada a los oficios y gremios tradicionales de la ciudad no podemos dejar de incluir una visita a la catedral de Barcelona, toda ella repleta de inscripciones y elementos propios de distintas agrupaciones profesionales de la ciudad, puesto que muchas capillas del templo fueron construidas gracias a los donativos de los gremios y cofradías ciudadanos.

Es el caso, por ejemplo, del gremio de los zapateros. Ya desde el siglo XIII (1203) dispusieron de un altar dedicado a su patrón, San Marcos, en el interior de la catedral. Este altar se trasladó en el año 1346 a una capilla de nueva construcción, y en 1432 pasaron a ocupar la capilla actual. Aunque apenas se conserva nada de su decoración original, sabemos que a lo largo de los siglos encargaron diversos retablos y por lo menos un frontal, el denominado Frontal de la Flagelación, ejecutado por Jaume Huguet (c. 1450-1456), actualmente conservado en el Museo del Louvre de París. Además, los zapateros tuvieron el privilegio de disponer de una sepultura en el claustro de la catedral, y aún se pueden apreciar en el mismo algunas losas sepulcrales decoradas con el zapato que es símbolo del gremio. El mismo elemento que se puede ver también esculpido en la parte alta del muro exterior del templo, por la parte de la calle dels Comtes, en correspondencia con la situación de la capilla actual de San Marcos.

Casa dels Velers- Gremios

Casa dels Velers

Los vidrieros y los esparteros se unieron en gremio común, y en el año 1459 ocuparon la primera capilla que habían dejado libre los zapateros. La decoraron con un. retablo dedicado a San Bernardino y al Angel Custodio, que eran los santos patrones de cada uno de los oficios en aquel momento unidos en un único gremio. La pintura fue encargada a Jaume Huguet, y su taller tuvo una gran intervención en el mismo (1459-1475). Aunque la obra sufrió mucho a lo largo de la historia, fue reconstruida y hoy en día se puede ver en el Museo de la Catedral.
Guarnicioneros, carpinteros, constructores y otros oficios contaron también con capillas y fosas comunes para sus entierros en los claustros de la catedral, pero esta última costumbre dejó de tener lugar en 1806.

La plaza de Sant Felip Neri constituye un espacio de interés indudable para el conocimiento de los oficios los barceloneses, puesto que hasta aquí se trasladaron en el siglo XX dos edificaciones gremiales procedentes de otros espacios urbanos remodelados, y así fueron preservadas de su desaparición.

Se trata, en primer lugar, de la casa del gremio de los zapateros, la más antigua entidad corporativa de la que tenemos testimonio documental en la ciudad de Barcelona. Como hemos visto, los zapateros contaban desde antiguo con un altar dedicado a su patrón, San Marcos, en la catedral. En el siglo XVI este poderoso gremio se hizo construir una casa en la calle de la Corríbia, y aunque parecen haber contado con un desconocido emplazamiento anterior, hoy en día éste nos es desconocido. En el año 1943 desapareció del trazado urbano la calle de la Corríbia debido a la reforma de la plaza de la catedral, y ello conllevó la destrucción y posterior reconstrucción en su actual ubicación de la casa del gremio de los zapateros.

En la fachada de la casa, que originalmente tenía solamente dos pisos, podemos aún ver la inscripción que nos da la fecha de su construcción (1565). Asimismo, entre los dos balcones del primer piso se aprecian los relieves del león que simboliza a San Marcos entre cuatro escudos con zapatos, y también el zapato que es símbolo del gremio y que fue utilizado como modelo para la realización del zapato del monumento a Colón, de 122 cm de largo. La casa alberga hoy en día el Museo del Calzado.

En la misma plaza de Sant Felip Neri podemos admirar también la fachada de un segundo edificio que siglos atrás realizó las funciones de casa gremial. En el siglo XVI los caldereros adquirieron una vivienda de cierta prestancia situada en la calle de la Boria. La casa había pertenecido a una buena familia de la ciudad, y los caldereros la adaptaron a su nueva función. El sector se vio afectado por la reforma urbana que Barcelona sufrió a principios del s. XX, y más concretamente por la abertura de la Via Laietana. Ahora bien, en vista del valor artístico de la casa, se decidió desmontarla y reconstruirla –con ciertas variantes respecto a la disposición original de sus elementos- en la plaza de los Josepets de Gràcia para posteriormente ser instalada en su actual emplazamiento actual. La fachada del edificio aún deja ver la importancia de las reminiscencias góticas en las soluciones formales renacentistas.

En la plaza del Pi llama la atención del visitante la casa del gremio de los Revendedores. Este gremio ya había consagrado una capilla en la iglesia de San Antonio hacia el año 1447, pero pronto (1452-1455) se trasladaron a la del Pi. El principal elemento decorativo de esta nueva capilla fue el retablo dedicado al patrón del gremio, San Miguel, atribuido por sus características a Jaume Huguet. Algunos compartimentos del retablo, fragmentado, se pueden ver actualmente en el Museo Nacional de Arte de Cataluña.

A pesar de la antigüedad de la institución, los revendedores no contaron con su propia casa gremial hasta el siglo XVII., cuando encargaron la edificación del número 3 de la plaza del Pi, y la decoraron con la escultura de San Miguel de la fachada. Un siglo más tarde se emprendieron nuevos trabajos en el edificio, y se adaptaron los pisos segundo, tercero y cuarto a pisos de alquiler, quedándose el gremio únicamente con la primera planta. Como en el caso de la casa del gremio de los tejedores de velos, lo más característico de su fachada son los esgrafiados, propios del momento en que se levantó el edificio.

Aún en la plaza del Pi, un edificio nos ilustra la existencia de las cofradías y su misión socio-religiosa. La casa de la Congregación de la Purísima Sangre, justo en frente de la iglesia, no es propia de una institución relacionada con la defensa de unos privilegios determinados, sino que su misión primaria fue procurar buena muerte a los condenados proporcionándoles toda clase de auxilios espirituales. El edificio fue construido en 1542 en el solar de la antigua casa rectoral de la iglesia del Pi, pero fue reformada en el año 1613 y posteriormente en 1789. Es característico de su fachada el escudo sostenido por dos ángeles.

Por supuesto, la ciudad de Barcelona dispone de muchos otros recuerdos de los oficios y profesiones que la habitaron durante numerosos siglos, pero en muchas ocasiones estos son fragmentarios o no pueden ser globalmente interpretados, como es el caso de los que nos ocupan.

(c) ISBN-84-9714-040-0
Magdalena Bernaus Vidal

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