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Malheridos: las huellas del paso del tiempo en los libros

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El jueves, 19 de Mayo tuvo lugar en la Biblioteca Histórica de la UCM, la inauguración de la exposición: Malheridos: las huellas del paso del tiempo en los libros, con una visita guiada por el comisario de la muestra, Juan Manuel Lizarraga Echaide, a las 16:30 h.

A lo largo de su existencia los libros antiguos acumulan en sus páginas testimonios de los daños causados por diferentes fenómenos históricos, como la censura o la guerra, los deterioros provocados por el inevitable paso del tiempo y la acción de los agentes naturales, sin olvidar, el desgaste natural por el uso y las huellas que, a menudo, deja la intervención deliberada del lector.

Los libros antiguos, como cualquier otro objeto material, acumulan «heridas» a lo largo de su existencia: nacen bajo unas determinadas circunstancias y, con el pasar de los años, se enfrentan a diversas vicisitudes, algunas de las cuales pueden dejarles huellas imborrables, causarles daños irreparables o, incluso, provocar su final. Malheridos propone mostrar las evidencias materiales que estos daños han dejado en los libros antiguos de la Biblioteca Histórica y presentar sus causas.

Así, el primer apartado de la exposición aborda uno de los fenómenos históricos que mayor impacto ha tenido en el libro desde la aparición de la imprenta: la censura y, sobre todo, su huella en los libros que han logrado sobrevivir a su efecto, el texto expurgado, en toda su expresión y variedad material.

El siguiente exhibe las huellas de la guerra, uno de los principales motivos de destrucción de libros y bibliotecas a lo largo de la historia, a través de ejemplares de la Biblioteca Histórica que conservan daños provocados por las luchas en la Ciudad Universitaria de Madrid durante la pasada Guerra Civil.

Pero los avatares históricos no son los únicos culpables. Como muestra el siguiente apartado, los daños también pueden estar desencadenados por agentes naturales, ya sea el agua o el fuego, los insectos o los hongos, que han dejado también su huella en muchos libros. La fragilidad del papel o la acción corrosiva de las tintas, también han dejado marcas imborrables, al igual que la encuadernación o las reparaciones bienintencionadas.

Sin embargo, es más frecuente que los daños procedan del uso del libro, como ilustra el último apartado, el dedicado a las huellas del lector. A veces, las malas prácticas pueden llevar a algunos lectores a sustraer libros o mutilar sus partes más valiosas, otras, quizás inevitables, pueden llevar a bibliotecarios y libreros a determinar su destrucción, no sin dejar fragmentos de los ejemplares desechados en otros libros. Pero, sin duda, es mucho más común un uso que, aunque menos lesivo, no siempre ha sido aprobado, como ocurre cuando los lectores dejan constancia de su lectura. Y, sobre todo, cuando utilizan los márgenes para expresar ideas u opiniones propias, relativas o ajenas a los contenidos del libro, invadiendo los espacios en blanco con anotaciones, comentarios o dibujos.

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