Faraones de la III y IV Dinastías.
Zoser accedió al trono de Egipto tras la muerte de Zanajt (el primer faraón de la tercera dinastía con la que comienza el Imperio Antiguo), quien posiblemente fuera su hermano. Parece ser que comenzó su reinado con problemas de tipo político interno, que pronto superó. Las luchas internas entre tribus habían finalizado y todo el pueblo egipcio (en paz y unido), reconocía al faraón como su caudillo. Aun así, con su carácter fuerte, su voluntad férrea, y su autoridad absoluta (aunque hombre justo), consiguió unir aún más al pueblo junto a él. Las generaciones posteriores lo reconocieron como hombre sabio, competente e inteligente, siendo siempre homenajeado como gran monarca de Egipto.
Zoser fue el primero del que se tiene constancia utilizó el klaft, un tocado de tela a rayas, y la barba postiza, que a partir de entonces fueron signos de dignidad real.
Convirtió Menfis en la capital, aunque puede que ya hubiera cumplido esa función en algunos momentos del período tanita.
Zoser realizó expediciones al Sinaí con la finalidad de vencer a sus pueblos nómadas y explotar las minas de cobre. Además, es probable que Zoser consiguiera ampliar su domino hacia el sur hasta la primera catarata (en Asuán), que más tarde sería la frontera oficial de Egipto en el sur.
Escribió libros didácticos destinados a enseñar a sus sucesores las tareas del oficio de rey. Su nombre, que significa ‘el magnífico’, no aparece en los monumentos contemporáneos, sino mucho más tarde, en el Periodo Medio. Se le conoció con el patronímico de “Neterierjet” cuya traducción es ‘divino cuerpo’, confirmando así que el faraón estaba investido de un poder sagrado, por lo que todo el pueblo se comunicaba con lo divino por medio de la “inmortalidad del Faraón”. Así, como la suerte de cada persona está unida a la de su rey (y tal vez por esta sola y sorprendente pero profunda razón), el rey Zoser consagra su reinado a la construcción del complejo funerario de Saqqara o ‘morada eterna’, cuyo maestro de obras fue Imhotep.
Gracias a este sabio y arquitecto real, hijo de Kanefer (quien desempeñaba el título de jefe de las obras del país del sur y del norte, sacerdote de Heliópolis, que ha pasado a la historia como una de las figuras más importantes del Egipto dinástico temprano), se dio el primigenio y más importante paso de la escritura, al generalizar el uso del papiro (que se extraía de la médula de la planta del mismo nombre), más ligero y manejable que las piedras grabadas o la arcilla en la que los sumerios imprimían sus cuñas.
Parece ser que fue él el administrador que salvó Egipto de una terrible hambruna, gracias a su previsión de almacenar grano. Los hallazgos de la “estela del hambre” (descubierta en la isla de Sehel, región de Elefantina, fechada en la época de Zoser), parecen confirmar al menos que Egipto padeció hambre en esta época.
El nombre de Imhotep, significa en antiguo egipcio ‘el que llega en paz’. También se sabe que era médico e incluso se le atribuyen poderes mágicos: a este respecto podemos mencionar uno de los episodios narrados en las paredes del templo funerario de Saqqara, donde se narra como el deseo del rey Zoser era conseguir la eterna juventud, para lo cual su sabio Imhotep creó un completo rito mágico. El prestigio que adquirió en su tiempo queda demostrado en una inscripción hallada en una estatua rota de Zoser, donde figuran los siguientes títulos: “Canciller del rey en el Bajo Egipto”, “Primero después del rey”, “Administrador del Gran Palacio”, “Noble Heredero”, “Gran Sacerdote de Heliopolis”, “Carpintero, escultor y fabricante de vasijas de piedra”. Otros documentos le atribuyen cargos como “Jefe de justicia” “Superintendente de los archivos reales”, “Vigilante de lo que aportan el cielo y la tierra del Nilo”, “Vigilante de todo el país”, “Jefe de los magos”, “Portador de las fórmulas que hacen eficaces los ritos” y “el mayor de los videntes”, o “el que ve al Grande”…
Tras su muerte fue honrado durante mucho tiempo como patrono de los escribas y escritores, quienes al comenzar a dibujar sus jeroglíficos, vertían unas gotas de agua en su honor… Con el tiempo Imhotep llegó a figurar entre las deidades egipcias, con el poder de curar y devolver la vida. De los numerosos santuarios en su honor, destacan los de Karnac, Deir el Bahri, Deir el Medinah y Philae. Un ejemplo epigráfico votivo agradeciendo un favor de tipo médico a Imhotep se encuentra en el templo del dios Ptah, en Karnak (Tebas), muy lejos del origen cultural de Imhotep, en Menfis:
Te saludo entrañable divinidad, ¡Imhotep hijo de Ptah! Ven a tu casa, tu templo en Tebas. Deja que la gente de esta ciudad se regocije viéndote. Recibe lo que te es presentado. Respira el incienso. Refresca tu cuerpo con una libación. (…) Los hombres te aplauden y las mujeres te veneran. Uno y todos exaltan tu bondad para que les cures, (para que) los recibas, (para que) renueves la creación hecha por sus padres. Te traen sus ofrendas. Traen para ti sus regalos. Te profieren sus alabanzas. Que tu comas las ofrendas de pan. Que tu ingieras la cerveza con tus hermanos, los viejos dioses, y alimenta a los espíritus rectos con tus sobras. (…) Traído para ti por tu hijo César Augusto (Tiberio).
Sus devotos también hacían peregrinaciones a Saqqara, donde es probable que Imhotep fuera enterrado y dejaban ofrendas, que solían consistir en un ibis momificado, ave asociada con él y con Thot, dios de la sabiduría, la escritura y el conocimiento. El profesor W. B. Emery encontró miles de ibis en recipientes de barro en una necrópolis de animales sagrados al noroeste del complejo de la Pirámide escalonada. Los griegos identificaron a Imhotep con Asclepios, el Esculapio de los romanos.
Por último, cabe destacar sólo como curiosidad que la serpiente enroscada sobre un bastón, emblema que ostentaba Imhotep como “tarjeta de visita” (que luego tomo Esculapio, y que se convirtió con el paso del tiempo en el símbolo de la medicina occidental), es muy similar (tan sólo coincidencia) a la representación de la molécula de A. D. N. (ácido desoxirribonucleico) que contiene el código genético de los seres vivos, y que se corresponde exactamente con esa espiral…
SEKHEMKHET, SEJEMJET: 2890-2884 a. C.- DINASTÍA III
Sucesor de Zoser, intentó superar a su predecesor construyendo una pirámide aún mayor que la Pirámide escalonada, pero la dejó sin acabar cuando sólo se alzaba 8,2 m, y poco a poco desapareció bajo la arena del desierto, por lo cual, cuando fue hallada en 1951 por el arqueólogo egipcio Zakaria Goneim, se la bautizó como la Pirámide sepultada.
KHA’BA, JABA: 2663-2639 a. C. – DINASTÍA III
Poco se sabe de este faraón, sucesor de Sekhemkhet, y antecesor de Huni, el último de esta tercera dinastía.
Algunos egiptólogos lo identifican con el rey Sedjes de la lista real de Abidos, y hay quien también asegura que puede llegar a ser Hudjfa, rey citado en el Papiro real de Turín. Su nombre Horus fue el de Netjer-nebu.
Su existencia es conocida gracias a los hallazgos encontrados como vasijas, cerámicas y un sello con su nombre. Hay firmes sospechas que lo indican como el propietario de la Pirámide escalonada de Zaywet el-Aryan.
SNOFRU, ESNEFRU, SORIS: 2639-2604 a. C. – DINASTÍA IV
Este faraón es el primero de la IV Dinastía, la más importante del Imperio Antiguo o Menfita, y la era de las pirámides (el tiempo más grandioso y creativo de la civilización egipcia). Snofru era también menfita, hijo de Huni y una reina menor llamada Meresanj I (por lo que Manetón le consideró fundador de una nueva dinastía). Su matrimonio con Heteferes I (una hija de Huni y por lo tanto hermanastra suya) unió los dos linajes y autentificó su derecho al trono. Su nombre significa ‘señor del orden cósmico’. Las fuentes lo reconocen como rey bueno y constructor excepcional.
Snofru fue padre de Keops, y de seis hijos más con la reina Heteferes I. Además, se cuentan a Kanofer y quizás Ankhhaf, Nefermaat y Rahotep como hijos de otra de sus esposas. Como curiosidad cabe decir que Heteferes I fue la primera de la que se sabe fue embalsamada y momificada con el uso de natrón, aunque es probable que se hicieran experimentos anteriormente, pues resulta inconcebible que, sabiendo la importancia que daban los egipcios a la momificación como preparación para la entrada en el más allá, aplicaran un método revolucionario con una reina sin haberlo probado antes. Es probable que la reina Heteferes fuera enterrada junto a su marido en Dahshur, pero la tumba fue saqueada. Los ladrones fracasaron pero destruyeron el cuerpo de la reina antes de que los guardias pudieran actuar. Por lo tanto se decidió trasladar el equipo funerario a Gizeh, cerca de la pirámide de su hijo, en una zona más segura (donde se hallaron en 1925, sin ningún rastro del cuerpo de la reina). Es probable que Keops jamas supiera qué había pasado con el cuerpo de su madre.
Su política interna parece haber sido dirigida al mantenimiento de derechos de la familia real, aunque no todos los altos funcionarios colocados en su corte eran miembros de su familia. Él era también responsable de cambiar la propiedad de terreno entre sus nobles, para evitar probablemente que estos hicieran algo de gran alcance, pero también para estimular la cultivación de pantanos.
Snofru reforzó la administración creando la figura del visir, que estaba en contacto diario con el rey, dirigiendo las finanzas, todo tipo de contratos, agricultura, obras importantes, justicia, etc. Ambos formaban el mecanismo principal del reino y pasaba por ellos cualquier decisión esencial.
Realizó escasas aunque victoriosas campañas contra los libios al oeste y los nubios al sur, que rindieron un gran botín tanto en ganado como en hombres. También se le conocen expediciones al Líbano, de donde trajo profusión de troncos de cedro que utilizó para construir las puertas de los templos y las embarcaciones. Además la Piedra de Palermo nos habla de las campañas del este, contra los nómadas del Sinaí, donde buscó turquesa. Da la impresión que estuvo especialmente vinculado a esta zona, donde ya se realizaban excavaciones mineras desde la I Dinastía. Según una inscripción muy posterior en Uadi Maghara, Snefru fue adorado allí como un dios.
Fue el primero en confiar en las posibilidades del comercio marítimo egipcio, creando dos rutas, una hacia Fenicia y otra por el Mar Rojo, que resultaban rentables, a pesar de las frecuentes pérdidas en gente y naves. Se cree firmemente que fundó el campamento egipcio de Buhen (cerca de la segunda catarata en Nubia), que posteriormente sirvió como base para expediciones mineras y comerciales.
Durante este periodo se alcanza el cenit en la arquitectura, el relieve y la pintura, poniéndose también los cimientos del conocimiento, la aplicación práctica de las ciencias naturales y la medicina, que perdurarían hasta el periodo griego.
La creencia en Re dios del sol traspasa la religión, la ética, el estado y la sociedad, brindando oportunidades al hombre de trabajo y copartícipes en las grandes empresas. Se crea el departamento de los escribas, que son formados para servir de soporte al estado, por su ciencia y forma de hacer las cosas, pudiendo pertenecer a este grupo tanto personas de la realeza como personas de escalas sociales merecedoras de ello por sus méritos. El Dios Sol elige al rey para que como persona divina garantice el orden del estado y cree la necrópolis.
Por último una curiosidad: en el Papiro de Westcar (actualmente en Berlín), escrito en el periodo hicso, se presenta a Snofru como un rey afable. Una historia narrada por el príncipe Baufre, hijo de Keops, dice que un día Snofru andaba por palacio profundamente aburrido y llamó a su principal sacerdote lector, Djadja-em-anj, para que le buscara una solución. El sacerdote le aconsejó llevarse a las mujeres más hermosas de la corte a una excursión en barco por el lago. A Snofru le encantó la idea, y mandó que llamasen a las jóvenes y que a cada una le diesen una red de pesca para cuando se hubieran quitado la ropa. Al parecer el espectáculo encantó al rey. Este es el primer registro escrito donde se le da a las mallas una connotación erótica que poseen hoy en día.
KEOPS, KHEOPE, KUFU, CHUFU, SUFIS: 2604-2581 a. C. – DINASTÍA IV.
Hijo de Snofru y de Heteferes I, sucedió a su padre en las riendas del poder, convirtiéndose en el segundo rey de la dinastía IV. Keops tuvo por lo menos dos esposas: Meritates y Henutsen; y probablemente otras dos, con una de las cuales (de nombre desconocido), tuvo una hija llamada Jamerarnebty, la que se llegó a casar con Kefren.
Los descendientes de Keops se dividieron en dos líneas dinásticas: por un lado quedaron los descendientes de Ra’djedef, hijo de la reina Meritates, con quien tuvo a Kewab y Djedefhor (que alcanzó fama de sabio en su época y parte de cuyas doctrinas han llegado a nosotros), aparte de dos hijas, las princesas Heteferes II y Meresanj II… Por otro lado, los descendientes de Kefren, hijo de la reina Henutsen, con quien tuvo un hijo y una hija más: Jufukaef y Jamerarnebty I. Existe asimismo otro hijo de madre desconocida llamado Baufre (el del relato de Snefru).
Keops realizó varias reformas administrativas, concediendo un importante poder al cargo de visir y ligándolo a la familia real. También reafirmó su poder sobre el clero nombrando a familiares suyos en altos puestos religiosos.
Envió expediciones al desierto de Nubia en busca de diorita, y protegió las minas del Sinaí frente a las incursiones de los beduinos. Inscripciones en la roca de Uadi Maghara mencionan la presencia de tropas suyas en la zona, sin duda con la intención de proteger las preciadas minas de turquesa.
También en la isla de Elefantina, en la primera catarata, se ha encontrado una inscripción ya muy gastada que indica que el rey también se interesó por las canteras de granito rojo de Asuán. Una estela encontrada cerca de Abu Simbel y algunos fragmentos de un objeto de alabastro encontrado en Byblos indican una cierta actividad comercial con Nubia y Palestina.
Keops fue un erudito, apasionado por la historiografía de Egipto (buscó el número exacto de criptas de Thot, dios de los escribas) y un gran constructor, profesión heredada de su padre. Tuvo templos en Dendera, en el alto Egipto y en Bubastis en el Delta.
Su obra más importante fue la construcción de su monumento funerario, que encomendó a un nieto del rey Snefru, primo y visir suyo, llamado Hemiunu.
La historia media del reino registrada en el Papiro Westcar, que muestra a Snofru como hombre sabio y bueno, describe a Keops, por regla general, como cruel y tiránico, sin respeto por la vida (de los demás, claro), acusándolo de empobrecer a Egipto para realizar la Gran Pirámide. Manetón no llega tan lejos, pero sí dice que Keops se ensoberbeció con los dioses, aunque después se arrepintió.
RA’DJEDEF, RADYEDEF, DIODEFRE: 2581-2572 a. C. – DINASTÍA IV.
Ra’djedef (‘resistente como Ra’), fue el tercer rey de la Cuarta Dinastía y el primero en ostentar el título de “Hijo de Re”, punto en que radica su mayor interés, ya que poco más se sabe de él.
Tuvo una única hija, Neferhotep, fruto del matrimonio con una esposa menor llamada Jentetka. Con su principal esposa y hermanastra Heteferes II no tuvo descendencia. Ésta estuvo también casada con su otro hermano, Kewab, del cual nació la princesa Merensanj III.
Ra’djedef mandó construir su complejo funerario a 9 km al norte de Gizeh, en Abu Rawash, y no en la llanura donde está la gran pirámide de su antecesor Keops, posiblemente debido a las desavenencias con éste. Aun inconcluso, el templo funerario de Ra’djedef estuvo dotado con numerosas imágenes del rey de la más alta calidad. Murió de forma prematura.
KEFREN, JEFREN, RAJAEF, SUFIS: 2575-2546 a. C. – DINASTÍA IV.
Kefren fue el sucesor natural de su hermano Ra’djedef, tras su prematura muerte y su falta de descendencia masculina. Su nombre en egipcio significa ‘Ra cuando se levanta’.
Los hijos de Kefren fueron Micerinos, que le sucedería en el trono, y Jamerar-nebty II. En un intento por reunificar las dos ramas de la familia, contrajo también matrimonio con su sobrina, Meresanj III, hija de Heteferes II y Kewab, pero este matrimonio no tuvo descendencia.
El reinado de Kefren no parece estar marcado por ningún acontecimiento histórico de importancia, pero se lo recuerda por ser un gran constructor ya que realizó un monumento grandioso.
El país debió ser muy próspero durante su reinado, como muestran las espléndidas mastabas de los nobles de su corte. En la tumba del príncipe Nekure, hijo del rey, está grabado en la pared el testamento del difunto, el único que se conoce de ese reinado. En él lega catorce ciudades a sus cinco herederos: los nombres de once de ellas llevan incorporado el de Kefren y los otros tres son ilegibles.
MICERINOS, MENKAURE, MENQUERES: 2539-2511 a. C. – DINASTÍA IV.
Del rey Micerinos (‘eterno como el alma de Ra’) no se tiene prácticamente ningún dato histórico, aunque sí ha llegado hasta nosotros una serie de retratos, principalmente estatuas en compañía de su esposa o en tríadas rodeado de mujeres, que son una diosa y un símbolo en forma de mujer, conservadas en el museo de Boston.
Aparentemente, debió afrontar problemas políticos internos, provocados por la enorme presión sobre los recursos económicos y humanos que supusieron las obras de su padre y de su abuelo.
Nos ha llehado de él una serie de fábulas sin fundamento alguno, por ejemplo la que dice que Micerinos fue castigado por los dioses por ser demasiado piadoso, ya que estaba escrito que Egipto debía pasar ciento cincuenta años de penuria, como los de los reinados de Keops y Kefren, que explotaron al pueblo con sus obras megalíticas. Así, un oráculo de la ciudad de Buto le dijo que como castigo a su bondad sólo reinaría seis años enteros. Micerinos, primero enfadado y luego resignado, se dedicó a disfrutar al máximo día y noche, intentando desmentir al oráculo viviendo doce años en el tiempo de seis. Al parecer la profecía se cumplió y Micerino murió a los seis años de la profecía.
Autor del artículo: Hernán Eugenio Milei
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