Las novelas de Charles Dickens y el signo de la época victoriana
RESUMEN
El presente ensayo busca ofrecer una visión sucinta pero exhaustiva de la obra novelística del inglés Charles Dickens proyectándola sobre las diversas, complejas y cambiantes coordenadas históricas, sociales y culturales de la época victoriana y así establecer un diálogo crítico que ilumine la comprensión de todos estos elementos tanto individualmente como en su conjunto.
Charles John Huffam Dickens (1812-1870) fue un hombre de su tiempo y, en muchos sentidos, el hombre de su tiempo. Al igual que David Copperfield, su célebre personaje y remedo autobiográfico, el futuro escritor vino al mundo un viernes, día de la semana que nunca dejó de considerar aciago. Su nacimiento tuvo lugar en las afueras de Portsmouth, Inglaterra. Allí, su progenitor, John Dickens, trabajó en una oficina naval hasta que la presencia del Almirantazgo se redujo drásticamente en 1814, siendo entonces destinado a Londres y más tarde, en 1816, a Chatham, Kent, emplazamiento de uno de los astilleros más importantes de la nación.
Fue en estos primeros años, acaso los más felices, cuando comenzó su educación sentimental: su madre y su tía enseñaron a leer a todos los niños de la casa, para regocijo del propio Charles, que disfrutó con avidez, entre otros lecturas iniciáticas, de los cuentos orientales y exóticos de Las mil y una noches, al tiempo que sus ayas le transmitieron toda clase de memorables cuentos populares e historias fantásticas, truculentas y de terror, muchas de las cuales recibirían hoy el apelativo de leyendas urbanas. Su instrucción vital y literaria provino además de su pasión por Don Quijote y por los grandes seguidores dieciochescos de Cervantes en lengua inglesa e impulsores de la novela moderna: Henry Fielding, Tobias Smollet y Daniel Defoe y su Robinson Crusoe. Igual de profunda fue la huella que en su imaginación imprimieron espectáculos callejeros tan populares en la Inglaterra de su juventud como la linterna mágica, las atracciones circenses, las barracas de figuras de cera y los espectáculos de fenómenos o freaks. Pero sobre todo, y de ello queda amplia y tangible constancia en su obra, Dickens sintió inclinación por el teatro y lo dramático: aficionado a las pantomimas y a las marionetas de Punch y Judy —legítimas herederas de los personajes y situaciones arquetípicas de la tradición de la commedia dell’arte—, fue público asiduo al teatro, donde vio actuar al gran payaso Grimaldi y disfrutó de montajes, más o menos modestos, de Shakespeare y Ben Jonson. Años más tarde, ya como autor de éxito, llegaría a probar suerte en el mundillo teatral como actor y productor aficionado, pero no, como hubiera sido de esperar en buena lógica, como dramaturgo. No obstante, si por algo se le recuerda en este sentido es por objetar a las adaptaciones ajenas de sus propias novelas, especialmente si no implicaban royalties, y por realizar él mismo lucrativas lecturas dramatizadas, solo o en compañía de su amigo y también novelista Wilkie Collins.
ISBN: 978-84-9714-063-8
Autor: Daniel Nisa Cáceres
Extensión: 29 Págs.
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