Guías Culturales

Ruta del Califato

ruta-califato

La ruta del Califato comunica dos de las capitales más importantes de la historia hispanomusulmana, Córdoba y Granada, y pisa suelo de viejas fronteras en Jaén. Dos ciudades protagonistas y dos siglos de oro. De alcance universal el cordobés, y refinado y dramático el segundo. Son los dos polos entre los que bascula el inmenso legado cultural, político y social que supuso la existencia de Al-Andalus, una civilización de rasgos únicos e irrepetibles. Y entre ambos, un territorio de leyendas, de guarniciones, atalayas y castillos, de pueblos notables, de gentes y de costumbres.

Granada al pie de Sierra Nevada

Granada al pie de Sierra Nevada

En la Ruta del Califato se unen dos grandes depresiones geográficas, la del Guadalquivir y la granadina, a través de los eslabones de las sierras subbéticas, abiertas por valles y cuencas fluviales. Es una ruta marcada por dos elevaciones, Sierra Morena, en Córdoba y Sierra Nevada, en Granada. Los territorios que conforman esta ruta estaban incluidos, en época omeya, en tres provincias o coras: Córdoba, Cabra y la de Ilbira. Recibieron la influencia y se beneficiaron del apogeo del califato cordobés, cuya capital era el foco de cultura más brillante de todo Occidente. Fueron escenario de episodios y aventuras cantadas por el romancero medieval.

PAISAJE:

En esta ruta están comprendidos varios enclaves paisajísticos de extraordinario valor. El Parque Natural de las Sierras Subbéticas Cordobesas, que constituyen el principal afloramiento rocoso de la comarca, con sus picos de la Tiñosa, Pico Bermejo, Lobatejo y el Picacho. Más adelante, la Sierra de Moclín y Sierra Elvira, y el Parque Natural de la Sierra de Huétor, que se levantan como avanzadilla de la estribaciones septentrionales de Sierra Nevada.

RECORRIDO Y DISTANCIA:

La Ruta del Califato discurre entre Córdoba y Granada a lo largo de 180 km. De trayecto aproximadamente. Al iniciar su andadura, a partir de Córdoba, se divide en dos ramales: el eje principal, al norte se ajusta al trazado de la N-432, por Baena y otros pueblos, siguiendo la más transitada vía de comunicación histórica desde el Guadalquivir a tierras granadinas; el eje meridional serpentea a lo largo de las carreteras N-331 y otras, internándose por diversas villas, como Lucena y Priego. Ambos itinerarios confluyen en el nudo caminero de alcalá la Real para acercarse a través, de Moclín, a las poblaciones de la Vega, como Pinos Puente, ya a la vista de la antigua capital nazarí.

ARQUITECTURA:

 

Alhambra de Granada-Califato

Alhambra de Granada

La mezquita constituía el escenario esencial de la vida cotidiana en las ciudades hispanomusulmanas. La oración, la enseñanza, la administración de justicia y las relaciones sociales confluían en su interior y en su entorno. Se distinguían claramente tres elementos: torre, patio y sala de oración. Desde la torre o alminar, al almuédano llamaba a la oración a los fieles. El patio, shan, servía para la limpieza ritual. La sala de oración, liwan, era un espacio despejado de proporciones rectangulares, dispuesto hacia un muro, al-qibla, orientado hacia la Meca. En el centro del muro se situaba el mihrab, nicho vacío que señalaba la dirección de las plegarias. La mezquita mayor o aljama se situaba en el centro de las ciudades y en su recinto comercial y público, la medina. En sus cercanías se localizaba la madraza o escuela de estudios y la alcaicería, el mercado urbano de las mercancías más valiosas. La mezquita de Córdoba es el máximo exponente de las mezquitas andalusíes. Junto a estos espacios religiosos y civiles, destacaban los recintos del poder, alcazabas y alcázares. Eran auténticas ciudades fortificadas que, además de elementos militares, contenían las residencias palaciegas de los gobernantes. La Alhambra constituye una muestra excepcional de este tipo de ciudades palatinas.DE LA MEZQUITA A LA ALHAMBRA

ARTESANÍA:

La provincia cordobesa es una de las que mayor número de artesanos mantiene, en unos tiempos en los que desaparecen los talleres y los oficios tradicionales. La calidad de sus trabajos ya era famosa en tiempos de Carlomagno, como sus labores en cuero, cordobanes y cerámicas. Todavía es posible encontrar en la actualidad piezas de fina elaboración. En oficio de la joyería es uno de los más pujantes en Córdoba, con plateros, orfebres, engastadores o grabadores. La cerámica, la ebanistería, el metal, entre otras producciones, se hallan también presentes en los pueblos a lo largo de la ruta.

FIESTAS TRADICIONALES:

Un atractivo calendario de fiestas anima la Ruta del Califato a lo largo de todo el año. Desde las Cruces de Mayo de Córdoba al Corpus Christi de Granada, pasando por los numerosos festejos de los pueblos de la ruta, como la original celebración del Cristo del Paño de Moclín, las romerías de la Virgen de la Sierra de Cabra y de la Virgen de Araceli de Lucena, y los desfiles de coliblancos y colinegros, en la imagen, durante la Semana Santa de Baena.

GASTRONOMÍA:


aceite_olivaEL ACEITE

El olivo y el aceite, símbolos de la paz, la prosperidad y la sabiduría, son elementos sustanciales de los pueblos de la cuenca mediterránea, cuna de las civilizaciones que marcaron largos períodos de la Historia. En esta ruta, el preciado líquido dorado sacado de la aceituna ocupa un papel vital. La abundante producción local, amparada bajo las denominaciones de origen de aceites de Baena y de Priego, ofrecen la posibilidad de degustar algunas de las variedades de más calidad del mundo.

LOS PLATOS

Aliños, adobos, cocciones de otros tiempos aún permanecen entre los peroles y pucheros que se pueden disfrutar a lo largo de esta ruta. La cocina local se esfuerza por recoger tradiciones culturales, muchas de sus recetas se han rescatado de viejos manuscritos árabes y hebreos. Entre los platos más populares están el salmorejo, las alcachofas a la montillana, el rabo de toro o los flamenquines. De la variada repostería destaca el pastel cordobés y los suspiros de Almanzor.

EL VINO

En la comarca cordobesa de Montilla-Moriles se elabora una gama de vinos finos, olorosos, amontillados y dulces, de muy alta calidad gracias a la uva Pedro Ximénez, mayoritaria en toda la zona. Son vinos muy buenos para acompañar la chacina ibérica y los dulces a los postres. En tierras de Jaén hay, asimismo, otras pequeñas comarcas vinícolas.

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