1. Un poco de historia
La ciudad romana de Barcelona, cerrada por el perímetro de la muralla, quedaba muy cerca de la playa. Será en los siglos XIII y XIV que se irá poblando la zona comprendida entre este primer núcleo y las villanuevas aparecidas extramuros y progresivamente acercando la pequeña ciudad a orillas de la playa. La ampliación de la muralla construida por Jaume I, dejó la fachada litoral sin protección y se alineaban de cara al mar la Halla dels Draps, la Llotja, el convento de Sant Francesc y las Drassanes. Tendremos que esperar hasta el 1454 para ver terminado este sector de la muralla.
El 1438 se concede a la ciudad el privilegio real para iniciar la construcción de un puerto, del cual se colocó la primera piedra el 1474. La muralla experimentaría prontamente las consecuencias de la construcción del nuevo puerto. Éste, al obstaculizar la aportación de sedimentos, propició la rápida erosión del pie de la muralla que se derrumbaría al cabo de poco tiempo, quedando desprotegida otra vez la zona del litoral.
Fue el emperador Carlos V quién mandó realizar la construcción de una nueva muralla para el frente marítimo, la llamada Muralla de Mar. El nuevo circuito se emprende como una necesidad estrictamente militar ante la peligrosa situación motivada por la amenaza turca y los piratas berberiscos. Las obras se habrían empezado el 1527 con evidentes divergencias entre el emperador y el gobierno municipal. Las nuevas defensas se convertirán en un amplio paso elevado sobre un terraplén por donde puedan circular rápidamente las tropas y artillería a la vez que en un espacio público destacado, de paseo y diversión.
El frente marítimo que hasta este momento se había centrado en el entorno de la iglesia de Santa Maria del Mar, fue progresivamente abandonado por las grandes familias de mercaderes. Una nueva calle se convirtió en la arteria principal del barrio marítimo, la calle Ample, que unía paralelamente a la muralla, el edificio de las Drassanes con la Llotja y la Halla dels Draps.
En el siglo XVII la orden de la Mercè, levanta un nuevo convento entre esta calle y la muralla, edificio que después pasará a ser la residencia de los capitanes generales.
A finales del siglo XVII y durante todo el siglo XIX la calle Ample tiene su momento de plenitud como centro residencial de la clase alta barcelonesa. Se urbaniza la plaza del Duque de Medinaceli después del derribo del convento de Sant Francesc y se abren dos puertas monumentales en este sector: la plaza del Pla de Palau entre la Llotja y el Palau dels Virreis y el Portal de la Pau, al final de las Rambles.
Entre 1878 i 1881 se derruye la muralla y también las puertas monumentales del Pla de Palau y del Portal de la Pau. En el sitio que ocupó la muralla se abre el Paseo Colón, paseo que en 1888 fue una de las avenidas que conducían al recinto ferial de la Exposición Universal.
Con la construcción del Eixample, la burguesía industrial abandonará el barrio marítimo para levantar sus nuevas viviendas en la moderna urbanización de Barcelona.
2. El recorrido
La visita empieza al final de las Ramblas, paseo que nació como arteria central del barrio de Ciutat Vella, concebida como un bulevar al estilo francés, en la que fue la puerta monumental de la Pau.
Este espacio se distribuye a partir de uno de los monumentos más antiguos de la ciudad, inaugurado el 1888, el monumento a Colón. Obra del arquitecto Gaietà Buïgas y del escultor Rafael Atché junto con otros colaboradores conmemoraba el hecho que Colon a la vuelta de su primer viaje, se presentó a los Reyes Católicos en Barcelona (aunque no existe documentación que dé cómo cierta esta noticia).
Sobre una base de piedra se levanta una columna de hierro, rematada por una corona donde se situó un mirador y una cubierta esférica que soporta la estatua.
En la base octogonal se sitúan, flanqueados por leones obra de Agapit Vallmitjana, cuatro grupos escultóricos que representan diferentes personajes vinculados a la Corona de Aragón y que participaron en el descubrimiento. Son obra de Eduard Batista Alentorn, Pagès i Serratosa, Fuxà i Josep Gamot i Llúria. Intercaladas a los grupos, cuatro matronas sedentes alegorías de Catalunya, Aragón, Castilla y León. A cada lado del octógono, ocho relieves de bronce con escenas de la vida de Colon, relieves originales de Josep Llimona y Antoni Vilanova que fueron robados poco después de su inauguración, substituyéndolos en el 1929 por otros de los escultores Fuxà y Carbonell i Torres. Destaca la prioridad dada a los personajes representativos de la participación catalana en el descubrimiento mientras que los Reyes Católicos o los hermanos Pinzón entre otros, son representados en simples medallones.
Aunque son muchas las manos que participaron en la confección de este monumento conmemorativo, éste se distingue por su uniformidad estilística.
A la derecha del monumento a Colon se levantan las Atarazanas (Drassanes), el conjunto de atarazanas más importante que se conserva de época gótica.
Su emplazamiento fue escogido por el rey Pere el Gran en 1282 para sustituir las viejas que se encontraban cerca de la puerta de Regomir, de origen romano, y que instaladas a cielo abierto presentaban malas condiciones de trabajo y poca conservación de las naves.
Aunque en este momento se construyen los pilares y arcadas, la obra queda suspendida al cabo de poco.
Será en el 1378 cuando reinando Pere III se decide la continuación del edificio. El 1381 están acabadas ocho naves, obra de Arnau Ferrer y el 1391 se proyecta una ampliación de las atarazanas para que puedan caber en ellas hasta treinta naves.
Entre el 1612 y 1618, habiendo estado en manos del Ayuntamiento y de los Cónsules de Mar, pasan a ser de la Generalitat que nuevamente las amplia por el lado que da a las Rambles con tres naves más.
A mediados del siglo XVII son convertidas en arsenal y cuartel militar y después de la Guerra de Sucesión, ya en el siglo XVIII, Felipe V intentará derruirlas para convertir esta zona en otra ciudadela militar, aunque este proyecto no se llevará a cabo.
Gracias a una restauración de Adolf Florensa a cargo de la Diputación de Barcelona, fueron convertidas entre los años 1957 y 1966 en el Museu Marítim de la ciudad.
En la entrada destaca una puerta de forma semicircular con dovelas y justo encima el escudo de Pere III, promotor del conjunto de obras más importante.
Se trata de un edificio con un sistema constructivo basado en el cubrimiento de espacios grandes, cubiertos a dos aguas de una manera continua y que tienen la apariencia de ser espacios longitudinales aunque en realidad estén subdivididos por arcos de medio punto.
Delante de la fachada marítima de las Drassanes, se levanta el actual edificio de la Duana. Es obra de Enric Sagnier y Pere García Faria, realizado entre 1895 y 1902, dentro de un estilo colosalista que utiliza numerosos elementos de estilos pasados y que presagia la llegada del estilo modernista. Edificio con una planta en forma de H, permitía la organización de dos patios entre las dos alas en que se dividía. Éstas con andenes cubiertos por marquesinas vidriadas, servían para la entrada y la salida de mercancías. Si las alas funcionaban como almacén, el cuerpo central de unión se utilizaba como sala de reconocimiento.
La fachada que da al Paseo Colón tenía dos pisos altos para los servicios administrativos y las viviendas de los funcionarios mientras que la fachada que da al mar sólo tenía un piso.
Justo a la izquierda y casi tocando al agua se encuentran las Golondrinas, embarcaciones que desde el 1888 pasean a visitantes y turistas por el puerto de Barcelona.
El edificio que se encuentra a su lado es hoy el Puerto Autónomo de Barcelona, una construcción de la primera década del siglo XX obra del ingeniero Juli Valdés. Se trata de un edificio de planta rectangular que levanta cuatro torres, una en cada vértice. En sus primeros años alojó el Hotel Mundial Palace y los bajos servían de embarcadero para los viajeros. El 1918 se instalaron en él las oficinas y servicios de la Junta d’Obres del Port, presidida por Bosch i Alzina.
Precisamente delante de este edificio encontramos una escultura de bronce dedicada al que fue presidente de la Junta del Port así como alcalde de Barcelona, Ròmul Bosch i Alzina. Tanto ésta como la que se encuentra detrás del edificio, dedicada al poeta vanguardista catalán Joan Salvat-Papasseit, son obra del escultor austríaco Robert Krier y fueron instaladas el 1992.
En el lado marítimo del edificio del Puerto Autónomo, una pasarela de madera ondulada nos invita a caminar sobre las aguas. Fue ideada por Helio Piñón y Albert Viaplana en el 1994 como continuación del paseo de las Rambles, recibiendo el nombre de Rambla de Mar, y nos conduce hoy al centro comercial y de ocio del Maremagnum así como al Aquàrium y al cine Imax.
Delante del Puerto Autónomo empieza el largo Paseo Colón, siguiendo un trazado paralelo al actual puerto. Su urbanización se inicia a partir de la desaparición de la antigua Muralla de Mar entre 1878 y 1881. Fue inaugurado el 1888 para la Exposición Universal que tuvo lugar en Barcelona. Sufrió una nueva urbanización entre los años 1983 y 1987, bajo un proyecto de Manuel de Solà-Morales, cuando desaparecieron los almacenes del puerto. Son característicos de este paseo los bares y restaurantes, uno de ellos coronado por una monumental gamba, obra de Javier Mariscal.
Flanqueando el paseo, un monumental edificio que alberga hoy el Gobierno Militar. Fue construido en el 1920 siguiendo el estilo neoclásico y es obra de Adolf Florensa.
Otra vez en la parte baja de las Rambles es de citar el penúltimo edificio. Se trata de una obra del 1777 que albergó en sus inicios una antigua fundición de cañones. El edificio que ha llegado hasta nosotros es una habilitación de Josep Oriol Mestres del 1858 para convertirlo en la sede del Banco de Barcelona. La fachada se divide en dos cuerpos utilizando dos órdenes de pilastras superpuestas, coronándolo con una balaustrada. En la fachada principal destaca el conjunto escultórico sobre la puerta central con dos figuras femeninas, alegorías del comercio y la industria, realizadas por los hermanos Vallmitjana. El Banco de Barcelona fue una sociedad de emisión y descuento bajo el impulso del burgués Manuel Girona. Desapareció el 1920.
Desde aquí continuaremos nuestro recorrido por la calle que empieza a nuestra izquierda, se trata de la calle Ample aunque hoy la primera parte de su trazado lleva el nombre de Anselm Clavé, creador de sociedades corales obreras que nació aquí.
Avanzaremos hasta llegar a la plaza del Duque de Medinaceli. Fue urbanizada por Francesc Daniel Molina el 1844 en el solar del antiguo convento de Sant Francesc.
Parece ser que en el año 1211 San Francisco de Asís, de paso por Barcelona se alojó en el hospital de peregrinos de Sant Nicolau que se encontraba en este mismo lugar. El rey Jaume I conmemorando este hecho, cedió este hospital a la orden de los franciscanos quienes construyeron allí su convento, inaugurado por el mismo rey el 1276. El convento se extendía hasta las Rambles. En su iglesia se encontraban numerosos sepulcros de la casa real y se celebraron en ella algunas cortes.
Derruido el convento en 1822 el duque de Medinaceli reivindicó la propiedad del terreno y cedió una parte al ayuntamiento para la construcción de una plaza.
Actualmente en el centro de la plaza encontramos la fuente y el monumento dedicado al almirante Galcerà Marquet, el que fue consejero de Barcelona en tiempos del rey Alfons el Magnànim.
Se trata del primer monumento hecho con hierro de Barcelona, realizado en 1851 por Damià Campeny. Consiste en un gran estanque de forma circular cerrado por unos asientos de piedra. En el centro se levanta una cuerpo de forma poligonal que sirve de base a cuatro sátiros a caballo de cuatro delfines que hacen sonar sus cuernos marinos sacando agua en forma de surtidor. Encima de ellos se eleva otro cuerpo de piedra sobre el cual descansa una columna corintia con relieves de Anicet Santigosa, dedicados a la antigua marina. El almirante Galcerà Marquet lleva espada, viste de caballero y ostenta la capa y gorro propia de los consejeros de la ciudad.
Flanqueando la plaza, dos ejemplos de residencias de la clase alta barcelonesa: Can Girona (núm. 8), una construcción del tercer cuarto del siglo XIX que según algunos historiadores ostenta la balaustrada de mármol más antigua de la arquitectura privada de la ciudad y la casa de los Condes de Santa Coloma (núm. 3), edificio que el ayuntamiento recupera el 1980 y que hoy alberga aunque trasformado, las dependencias del Registro Civil.
Una placa en su fachada recuerda que allí nació Josep Anselm Clavé.
En la misma calle de Josep Anselm Clavé, cerca de la plaza del Duque de Medinaceli encontramos el Palacio del Marqués de Alfarràs (núm. 31), una residencia construida en 1774. De la obra inicial sólo queda la fachada y la puerta que da al vestíbulo de la planta. El vestíbulo llevaba a un elegante patio y en su interior aún se conserva una decoración mural neoclásica hecha de grisalla. Durante la Guerra Civil fue alcanzado por los bombardeos aunque siguió en pie hasta principios de los años cuarenta en que fue derribado y construido en su solar una edificio de viviendas. Fue el arquitecto Adolf Florensa quien impidió la desaparición de la delicada fachada neoclásica. Hoy reformado, es la sede del defensor del pueblo, el Síndic de Greuges de Catalunya.
Los mismos marqueses de Alfarràs eran propietarios de otro palacio en este barrio y de una casa a las afueras de la ciudad, en el término de Horta, hoy conocido como el Laberint d’Horta.