Destructoras de hombres y ciudades. Estudios sobre la “Femme Fatale” en la Literatura Griega.
La femme fatale surge como tema literario – apoyado en las nuevas estéticas románticas – en la sociedad europea de finales del siglo XIX, en un contexto marcado por toda una serie de transformaciones sociales en las que la presencia pública de la mujer se va haciendo cada vez más visible y en un momento en el que comienzan a proliferar movimientos feministas organizados. Lo que algunos entendieron como un progreso en la libertad de la mujer fue considerado por muchos otros como una amenaza, un peligro derivado en gran manera del hecho de observar cómo la mujer se iba alejando de su papel maternal y conyugal, lo que ponía en riesgo la estabilidad de las instituciones, las convenciones socialmente aceptables. En este entorno, como bien destaca Erika Bornay (1990: 16):«Surgió, particularmente por causa de este inicio de protagonismo de la mujer, una misoginia cada vez más acentuada entre muchos de los miembros de la sociedad masculina que, por extensión, se tradujo en la progresiva aparición de una abundante imaginería literaria y visual del tema de la femme fatale».
Seductora, malvada y destructora, la mujer fatal fue configurando uno de los ejes temáticos de la literatura y de la pintura finisecular y alcanzó su mayor protagonismo en el ocaso del siglo XIX y en los inicios del XX coincidiendo con el desarrollo de la denominada cultura fin de siècle: Simbolismo, Decadentismo, Prerrafaelismo y Modernismo en el ámbito hispánico. El arquetipo negativo de la feminidad se fue convirtiendo en una constante y las obras literarias, pictóricas y musicales de la época comenzaron a estar protagonizadas de modo casi obsesivo tanto por féminas contemporáneas encarnadas por aristócratas, bailarinas o prostitutas, como por mujeres de un pasado remoto representadas por figuras lascivas procedentes de la literatura antigua o de la mitología (Primo, 2010: 130). Y estas últimas son, precisamente, las que protagonizarán las páginas de este libro.
En La carne, la muerte y el diablo en la literatura romántica (1999), una de las principales aproximaciones académicas al tema de la femme fatale, Mario Praz señala que las mujeres fatales han existido siempre en las artes plásticas y en la literatura. En el mismo sentido se pronuncia Erika Bornay en Las hijas de Lilith (1990) al sostener que se recurre a Helena de Troya, Circe y otras mujeres de la Antigüedad para recordar al espectador que, desde los orígenes, hubo una mujer causante del mal de la sociedad y de la perdición del varón. Tomando estas afirmaciones como punto de partida, este libro no pretende incurrir en un anacronismo, sino que persigue indagar el arquetipo de la femme fatale en el imaginario que nos ha sido transmitido por las fuentes literarias griegas para mostrar cómo muchas de las figuras femeninas de la literatura griega– como Circe, Helena de Troya o Medea – desempeñaron un importante papel en su conformación.
Valoraciones
No hay valoraciones aún.