El Park Güell- (II)
2.3. El agua escondida.
La escalinata conduce a la imponente columnata dórica que sostiene la plaza del Teatro Griego. Cuando llueve de manera abundante en el Park Güell, las aguas bajan por los desagues y por los caminos, y la plaza se llena de charcos. Pronto la columnata que hay debajo no podrá resistir tanto peso. Y sin embargo, contra lo que uno esperaría, porqué la plaza no tiene ninguna inclinación, el agua no queda estancada ni se desborda por los lados, arruinando el banco ondulado. Gracias a uno de los prodigios constructivos del ingenio de Gaudí, el agua se filtra, traviesa una capa de piedra y arena que no deja pasar la tierra, y se recoge desde la cima de las columnas por el interior de las cuales, en un tubo, desemboca en una enorme cisterna. Ésta fue construida en una segunda fase de las instalaciones, entre 1906 y el 1908. Su gran capacidad permitía una cierta autonomía a la comunidad, como si se tratara de una ciudad asediada –como lo sugiere la muralla- aunque, de hecho, el agua no estaba destinada al consumo sino al regadío y a otras necesidades. La cisterna ocupa la mitad derecha de la sala de columnas. Se accede a ella –aunque está cerrada al público- por una escalera de caracol. El interior sorprende por la gran variedad de columnas que hay, porqué Gaudí realizaba con la misma ambición artística tanto un espacio exterior como uno escondido, por ejemplo esta cisterna que casi nunca habría visto nadie. El efecto es aún mayor cuando, iluminada, se ve el agua verdosa reposar en silencio.
Se llamó Templo pero también Mercado, a causa de los vendedores que se pensaba atraer a la colonia. Por su forma es una de las construcciones de Gaudí más discutidas: ¿es un revival del arte griego? ¿O una desgraciada desfiguración del dórico? ¿Es una sátira cruel del arte clásico? ¿O un homenaje? Los especialistas sólo coinciden en considerarla espléndida.
Observemos que las columnas exteriores se inclinan hacia dentro para compensar el contrapeso enorme de la plaza que hay arriba, de hecho esta sería la manera como las piernas sostienen el cuerpo: una pierna perpendicular al suelo, y la otra en diagonal. Una de las más sorprendentes innovaciones consiste en simular que las columnas se clavan en el techo como si este fuera una almohada blanda, cosa que se convierte en un absurdo maravilloso. La columnata es un espacio imponente ocupado por 90 columnas robustas: 3 al frente, 5 en la segunda fila, 7 en la tercera, 9 en la cuarta, y 11 cada una de las filas hasta el fondo. Con todo Gaudí dejó de construir 4, una en la cuarta fila, una en la quinta y dos en la sexta, de manera que sólo hay 86 de construidas, que es el módulo del Park, porqué la misma plaza que sostiene esta columnata hace 86 metros de largo y la suma de estas cifras es 8+6=14 y 1+4=5. Parece pues poco creíble que Güell ordenara a Gaudí suprimir 4 columnas: en cambio parece más probable que, tal como ocurre en otros cambios supuestamente hechos por Gaudí, se tratara de ocultar la verdadera intención: el valor de las cifras y su cálculo.
2.5. Los paneles de color.
En el lugar de las columnas suprimidas se situaron en el techo, como se hacía antiguamente en los templos y, más tarde en las casas señoriales, unos paneles redondos, de entre uno y tres metros de diámetro y a su alrededor otros más pequeños. Todos ellos están elaborados con trozos de porcelana, vajilla y vidrio. Para su construcción, y en parte diseño, Gaudí contó con la colaboración de su joven ayudante Josep Maria Jujol.
Los paneles mayores esconden una simbología: corresponden a las cuatro estaciones. El más cercano a la escalinata corresponde al solsticio de verano, esplendor de luz y de color. Detrás de él, el invierno, frío, sin vida. Los otros dos, al fondo, son los equinoccios, el de primavera (derecha) y el del otoño (izquierda), mezcla de la vida y la muerte. Los 14 paneles pequeños sugieren la Luna y sus ciclos creciente y menguante del mes lunar y del mes femenino de 28 días.
2.6. Plaza de la colonia.
Se encuentra encima del Templo y se conoce desde un principio como plaza del Teatro Griego, limitada en el extremo inferior por el gran banco ondulante y al lado de arriba, por el paseo de las palmeras, auténticas las de fuera, artificiales las de dentro, que tienen encima unas pequeñas balaustradas rústicas que presentan un cierto parecido con el banco ondulante, el cual con sus giros, forma palcos para pequeños grupos de personas.
2.6.1. El dorso de los bancos.
El banco es una obra admirable de ingeniería porque queda casi suspendido en el aire. Antes de acceder a la plaza por la escalinata ya tenemos el banco a la altura de los ojos, por su parte posterior, decorado con palmas de cinco brazos, como las acróteras que coronan un templo clásico. Con este recurso, acróteras y banco son la misma cosa. De todos modos, las acróteras del sector central del banco, muestran la transformación de las palmas que, en diseños sucesivos se descomponen hasta formar una especie de araña y, a la inversa, se van componiendo las palmas. Estos cambios corresponderían a la metamorfosis del cangrejo. Este alude al signo del zodíaco de Cáncer que corresponde al Sol. Contradictoriamente el sol avanza hacia delante mientras que el cangrejo lo hace hacia atrás, juntos se encuentran en el centro del banco, el sol en su cúspide y el cangrejo en el punto máximo de descomposición.
Alrededor de la metamorfosis del cangrejo encontramos otros signos. A un lado, los cuernos retorcidos de Capricornio, el arco de Sagitario, y la flecha de colores adyacente, y los cuernos de Aries. Al otro lado, los peces enfrentados de Piscis, y en el interior del banco, los signos de Libra y Virgo, porqué seguramente estaban representados los doce signos del zodíaco.
En los extremos exteriores hay unos dibujos más libres y sueltos, llenos de fantasía.
Para hacer el banco, Gaudí estudió con un joven obrero sentado, la forma más cómoda para los usuarios. Jujol, por su parte, pintaba y preparaba las piezas de cerámica para su cocción definitiva. Al mismo tiempo, si hicieron unos módulos o segmentos de banco de un metro y medio de largo, que fueron uniendo, con las adaptaciones pertinentes a las curvas, porqué no todas son iguales. Sobre estos módulos se engancharon las piezas de cerámica, picándolas con una maza a fin de que, al romperse, se adaptaran mejor a su forma. De nuevo la concepción, la estructura, de los materiales, contenidos e ideas, son de Gaudí con la colaboración de algunos artesanos mientras que Jujol trabajó a fondo los juegos de colores, las formas y las combinaciones de unos con otras.
El banco ondulante como el mar, quizá tenía para Gaudí y Jujol, una relación estrecha con recuerdos de pesca en el mar del Campo de Tarragona. Carles Barral, cuando habla de Cambrils en su libro Catalunya des del mar, escribió: “Era costumbre, antes, tirar como anzuelo para los peces, trozos de vajilla blanca, fragmentos de platos rotos que se guardaban para este servicio en lugar de tirarlos a la basura. Los atunes pequeños, excitados por el destello de la cerámica, se ponían a saltar cerca de la superficie dando la impresión que el agua hirviera”.
Ver más del Park-Güell: