Fin de siglo XIX y literatura femenina norteamericana
RESUMEN
En los años 1880 las virtudes de la rectitud victoriana –que conllevaba integridad moral, ortodoxia religiosa, reserva sexual, trabajo duro, y una creencia confiada en el progreso personal y social– ya se estaban cuestionando y se habían sustituido por una nueva seriedad más objetiva y neutral. Y es que a partir de los años 80 los valores victorianos, las creencias y los standards de comportamiento social y personal ya habían encontrado rival en una nueva generación de escritores e intelectuales. La literatura de los últimos 20 años del siglo XIX se enreda en un discurso extenso y variado que trata de reevaluar los criterios de los años 60 y 70 y de resolver las implicaciones de nuevos conceptos de liberación y de desarrollo evolutivo. Fundamental para el desmembramiento de las normas victorianas durante este período volátil e inseguro fue el papel que jugaron las mujeres al articular, a través de su vida y su obra, argumentos contemporáneos en torno al sexo, el matrimonio, y el género femenino.
Aunque la ideología prevaleciente durante este período siguió siendo la de las “esferas separadas”, público y masculino, privado y femenino, los años 1880 y 90 ofrecieron muchos retos a esta ética. Empezaron a debatirse temas sobre la relación entre los sexos, y muchas mujeres encontraron una tribuna desde la que expresarse, a través de su literatura o de columnas periodísticas en las muchas revistas femeninas que surgieron, o a través de campañas feministas de toda índole. Los movimientos por los derechos de la mujer del siglo XIX y de principios del XX estaban compuestos, en su mayoría, por mujeres de clase media. Fueron ellas quienes experimentaron de manera más acusada la privación de los derechos que los hombres de su misma clase habían conseguido o estaban consiguiendo. Durante varias décadas, el movimiento inglés por los derechos de la mujer fue el modelo para otros movimientos europeos por la igualdad de derechos. Allí, miles de mujeres lucharon durante más de 70 años (1850-1920) para conseguir leyes más justas en lo referente a la custodia de los hijos y el divorcio, leyes que permitieran a las mujeres casadas controlar sus propios ingresos y propiedad, por la educación superior y por el derecho al voto y a la participación política. En 1851 Harriet Mill, la esposa de John Stuart Mill publicó un ensayo a favor del sufragio femenino en un periódico radical, reclamando una plena ciudadanía política y legal para las mujeres inglesas. Como sus contemporáneas feministas americanas, Mill comparaba a los hombres con los dueños de esclavos y a las mujeres con los esclavos. Y si la abolición de la esclavitud era una cuestión tanto moral como política, no lo era menos la abolición de la opresión de la mujer.
ISBN: 84-9714-038-9
Autora: Isabel Durán Giménez-Rico
Extensión: 30 Págs.
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