Lepanto 450 años, Conferencia en el Museo Arqueológico Nacional.
Miércoles, 16 de junio. Salón de actos, 17:30-20:00. Asistencia libre y gratuita. Aforo limitado: 47 plazas
Con motivo de la conmemoración del 450 aniversario del triunfo de las tropas españolas en la batalla de Lepanto, esta jornada trata de poner en valor uno de los acontecimientos más relevantes de la historia naval moderna.
Las dos armadas más poderosas de su tiempo, la turca-otomana y la conocida como Santa Liga, se enfrentaron en una lucha sin cuartel por el control del Mediterráneo. Un acontecimiento sin parangón, fuente de inspiración de las artes y la literatura y que el mismo Miguel Cervantes, quien participaría como soldado, definió como “la más alta ocasión que vieron los tiempos”.
Los hechos principales de la lucha contra los turcos en el Mediterráneo en el reinado de Felipe II se puede decir que comienzan con una decidida política de creación de una gran y estable flota a través de un programa de armamento con miras duraderas (cosa de lo que había carecido el reinado de Carlos V, cuyas acometidas eran siempre de forma puntual y poco consistente en el tiempo). El primer resultado efectivo de esta política es el ataque y conquista de Don García de Toledo al Peñón Vélez de la Gomera en 1564; un ataque en el que ya se emplea una considerable armada de cien navíos. Al año siguiente, las tropas españolas van a tener que demostrar su capacidad de respuesta ante las acometidas turcas. El episodio principal se desarrolla en la isla de Malta, cuyos defensores, los caballeros de la Orden del mismo nombre, resisten como pueden un masivo ataque turco (de casi cuatrocientos barcos, entre embarcaciones mayores y menores) que amenaza con cobrarse tan preciada presa estratégica en el Mediterráneo. El éxito de las armas españolas, que obliga a retirarse a los turcos es la constatación de la idoneidad del programa de construcción de galeras, que va ahora todavía más redoblarse esfuerzos en este sentido, sobre todo cuando en 1568 estalla la sublevación de los moriscos en Granada al negarse a cumplir los decretos de asimilación. Conflicto que, sólo después de varios años de lucha cruel y mucho más penosa para los cristianos de lo que ha supuesto la historiografía tradicional, se da por resuelta merced a los buenos oficios, entre otros capitanes españoles, del propio hermanastro del rey, Don Juan de Austria. No cabe duda de que este bastardo de Carlos V sería la figura de estos años, cuya gloria militar llega incluso a provocar cierto recelo en el mismísimo rey. Si celebrada había sido su victoria ante los moriscos (que habían sido obligados a dispersarse por Castilla), mucho más será su participación en el episodio más importante, sin duda, de la política mediterránea de la Monarquía: Lepanto.
En 1569 los turcos habían ocupado Túnez y en 1570-1571 habían declarado la guerra a Venecia e intentado ocupar Chipre. Conjurar de una vez por todas el peligro turco era algo que no sólo concernía a los intereses españoles, sino también de otras potencias mediterráneas, como Venecia (que consideraba amenazada su secular tradición comercial y su preponderancia económica en el Mediterráneo Oriental) y, por supuesto, el Papa, que veía en los turcos no sólo una amena política, sino también el más serio problema (por mucho que hubiera avanzado la Reforma) para la Cristiandad. Así, bajo los auspicios del Pontífica (Pío V) se forma una alianza en 1571 por estas potencias, denominada Santa Liga, cuyo objetivo es la lucha contra los turcos y sus aliados. No hace falta decir que, al ser España la potencia más importante, también corría con la mayor parte de los gastos, además de tener la facultad de designar al Capitán General, el ya renombrado Don Juan. Las consecuencias de esta política acertada fueron inmediatas. Una vez que la gran escuadra cristiana se encontró con la también temible escuadra turca en la entrada del actual golfo de Corinto, en Lepanto, Don Juan no rehuyó la batalla, y aquel 7 de Octubre de 1571 las tropas cristianas derrotaron en toda regla a las de Alí Bajá, inflingiendo al poder otomano graves pérdidas. Cierto que, como se ha encargado de repetir machaconamente la Historiografía, no se obtuvo una victoria en el plano práctico muy en consonancia con los hechos tan ambiciosos que se habían desarrollado. Pero tampoco lo es menos, como está subrayando la historiografía más reciente, que, por mucho que los turcos rehicieran sus fuerzas y que las tropas españolas no consiguieran objetivos ulteriores (algún mando militar había señalado incluso la conveniencia de realizar un ataque en Levante, llegando incluso hasta la mismísima Constantinopla para mejor aprovechar así la victoria) no cabe duda de que se frenó en seco las miras expansionistas de los otomanos. El Mediterráneo, después de la firma unilateral de paz al año siguiente por parte de Venecia, y de la consiguiente disolución de la Santa Liga por la disparidad de objetivos de los coaligados, será, con la firma también por España de una serie de treguas, un mar mucho más tranquilo y, sobre todo, y pese a la permanencia de la actividad de los piratas, no tan amenazante.
Ver artículo completo en nuestra Biblioteca Virtual: El imperio y la monarquía hispánica: la política exterior española en el siglo XVI
PROGRAMA
INAUGURACIÓN JORNADA, 17:30-17:45
Beatriz Paredes Camuñas. Presidenta Asociación Unidos por la Historia
17:45-18:30
La conquista del Mediterráneo y el triunfo de la monarquía hispánica
CN José Ramón Vallespín. Director del departamento de Estudios e Investigación del Instituto de Historia y Cultura Naval.
18:30-19:15
Cervantes, soldado de la mar
Susana García Ramírez. Jefa del Área de Investigación del Museo Naval de Madrid.
19:15-20:00
La imagen de la batalla en las artes a través de las colecciones de los Museos del Ministerio de Defensa
Alicia Vallina. Coordinadora Técnica de Museos del Ministerio de Defensa.
CLAUSURA, 20:00
Beatriz Paredes Camuñas. Presidenta Asociación Unidos por la Historia
Más Información: Museo Arqueológico Nacional (MAN)