El teatro popular del siglo XVIII
RESUMEN
El presente capítulo analiza el teatro popular del siglo XVIII en contraste con la tendencia dramática erudita o neoclásica que contaba con el apoyo de instancias gubernamentales. Se reflexiona sobre el porqué de la denominación de ‘popular’ para un teatro que existía ya de antiguo y se explican las diferencias fundamentales entre las dos corrientes dramáticas dieciochescas: popular y neoclásica. Se estudia el espectáculo teatral que conformaron las representaciones populares con su variedad de elementos: decorados, escenarios, tramoyas, música, vestuario, interpretación, atrezzo, y por supuesto, el texto con los posibles enredos argumentales. Se clasifican los diferentes géneros dramáticos dentro de las dos categorías básicas de la representación teatral del XVIII: comedias de espectáculo y comedias sencillas. Así se estudian géneros tan dieciochescos como la comedia de magia, la comedia militar o la sentimental. También se resalta la importancia de determinados autores populares en el desarrollo y auge de algunos géneros como fueron Zamora, Cañizares, Comella y Zavala y Zamora. La vinculación del teatro popular con los gustos del público permite, al tiempo que se analizan las variantes dramáticas, sus transformaciones y su proyección, reflexionar sobre los cambios en el gusto de los espectadores del XVIII y la evolución de esta sociedad.
La denominación de teatro popular surgió en el siglo XVIII de la necesidad de los neoclásicos de diferenciar su apuesta estética de la dramaturgia existente hasta ese momento en los coliseos. Con lo que teatro popular vino a ser aquel tipo de teatro que no era ‘erudito’, que no era ‘neoclásico’. Se estableció de este modo una división (drástica y ficticia en algunos casos) entre dos dramáticas, dos concepciones estéticas, dos teatros, que se determinaban por oposición. El teatro popular del XVIII más que definirse como tal con sus características propias, fue en muchas ocasiones simplemente el que no cumplía las normas del teatro neoclásico. Esta separación la institucionalizó en 1737 Ignacio de Luzán en su Poética, el primer manual teórico-literario español del Neoclasicismo, donde afirma que:
La dramática española se divide en dos clases: una popular, libre, sin sujeción a las reglas de los antiguos, que nació, echó raíces, creció y se propagó increíblemente entre nosotros; y otra que se puede llamar erudita, porque sólo tuvo aceptación entre los hombres instruidos (1977: 392).
ISBN: 978-84-96447-20-2
Autora: María Angulo Egea
Extensión: 25 Págs.
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