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Una mirada atrás: Giorgio Morandi y los maestros antiguos.

Giorgio Morandi - MGB

El Museo Guggenheim Bilbao presenta Una mirada atrás: Giorgio Morandi y los Maestros Antiguos, un amplio recorrido por la obra de uno de los grandes pintores italianos del siglo XX que revela las relaciones entre sus naturalezas muertas y algunos de sus principales referentes en la historia de arte. Patrocinada por Iberdrola, esta muestra reúne por primera vez una amplia selección de las excepcionales pinturas de Morandi y algunas de las obras los Maestros Antiguos que influyeron en su práctica artística a lo largo de cuatro décadas, desde el período de entreguerras y hasta principios de la década de 1960.

Sentí que solo la comprensión de las obras más vitales que la pintura había producido a lo largo de los siglos pasados podría guiarme a la hora de encontrar mi camino.” – Giorgio Morandi

  • El pintor boloñés Giorgio Morandi representó objetos cotidianos en sus naturalezas muertas, condensando en sus composiciones el tema de lo mundano en su forma más pura y esencial.
  • Esta muestra reúne por primera vez en el mismo espacio las inconfundibles pinturas de Morandi y una selección de obras de los Maestros Antiguos que influyeron en su práctica artística a lo largo de su carrera.
  • Cada una de las tres salas permite crear un diálogo entre las pinturas de Morandi y las de algunos Maestros Antiguos, resaltando las características más destacadas de la obra que el italiano absorbió de sus precursores: la teatralidad de la pintura española del siglo XVII, el naturalismo del Seicento italiano, y la intimidad y la geometría de Chardin.

Morandi se fija especialmente en algunos detalles de las obras de Maestros Antiguos a los que admira, como las flores del Greco, la construcción de formas desde la luz de Zurbarán, los humildes detalles de las composiciones del pintor boloñés del siglo XVIII Crespi, y los castillos de naipes de Chardin.

Morandi es un perspicaz estudioso de historia del arte, que tiene en cuenta múltiples referentes para formarse como creador. Esta presentación investiga tres de sus ascendientes, cada uno de diferente procedencia, centrándose en las referencias premodernas anteriores al siglo XIX: la pintura española del siglo XVII y la tradición del bodegón; los pintores boloñeses desde finales del siglo XVI hasta comienzos del XVIII; y las naturalezas muertas del artista francés del siglo XVIII Jean-Baptiste Siméon Chardin. Cada sección facilita una nueva apreciación de algunas de las características más destacadas de la obra de Morandi: la teatralidad de los españoles, el naturalismo del Seicento italiano, y la intimidad y la geometría de Chardin.

Nacido en Bolonia, Giorgio Morandi (1890–1964) se dedica desde 1920 a la investigación de la realidad objetual (botellas, jarrones, cajas, latas) y paisajística, que él reduce a sus formas esenciales. El artista configura sus objetos predilectos una y otra vez de maneras sutilmente diferentes, centrándose en las posibilidades infinitas que ofrece la representación de artículos domésticos triviales. Su pintura figurativa se diferencia del resto del arte pictórico del siglo XX por poseer una intensidad, belleza y atemporalidad únicas. Inspirados en los objetos más cotidianos, los bodegones de Morandi, extraordinariamente personales en cuanto a la composición, cromatismo y luz, llevan al extremo el afán de pureza, concentración y esencialismo del artista.

A lo largo de su práctica, Morandi estudia diferentes escuelas de la pintura europea. Las naturalezas muertas que realiza desde la década de 1920 hasta la de 1960 revelan el influjo del arte que estudió. Sin embargo, Morandi vio en persona tan solo unas pocas de aquellas pinturas que le inspiraron en museos y exposiciones; la mayoría las descubrió a través de reproducciones fotográficas, ilustraciones de libros y revistas o a través de historiadores de arte.

RECORRIDO POR LA EXPOSICIÓN.

Sala 305. Morandi y la tradición del bodegón.

Morandi-BodegónEl conocimiento de Morandi de los artistas del Siglo de Oro español coincide con el redescubrimiento en Italia de estos maestros. El crítico e historiador del arte Roberto Longhi, que era amigo de Morandi, ya había llamado la atención sobre Diego Velázquez y Francisco de Zurbarán en sus escritos. A comienzos de la década de 1910, el artista y crítico florentino Ardengo Soffici reaviva el interés por Zurbarán, al que califica de vanguardista en un artículo que aparece en su revista moderna La Voce, publicación que Morandi leía. En 1930 Longhi comisaría la exposición Gli antichi pittori spagnoli della collezione Contini- Bonacossi en la Galería Nacional de Arte Moderno de Roma, que es la colección de Maestros Antiguos más extensa de toda Italia, e incluye un conjunto impresionante de cuadros españoles del Greco, Murillo, Velázquez y Zurbarán. Su emplazamiento es significativo, ya que se trata del principal museo italiano de arte de los siglos XIX y XX, por lo que exhibir la obra de estos pintores en este espacio los categoriza como “vanguardia”. En la introducción al catálogo de la muestra de Contini Bonacossi, Longhi pone de relieve la importancia de la exposición especialmente para los artistas contemporáneos y describe a Zurbarán como el “mayor constructor de formas mediante la luz, detrás de Caravaggio y por delante de Cézanne”, calificándole como artista proto-moderno.

El interés de Morandi por los artistas del Siglo de Oro español se pone en evidencia a través de un episodio particularmente revelador en torno al Greco que tiene lugar hacia 1918–19. El crítico literario Giuseppe Raimondi, amigo de Morandi, recuerda una visita que había hecho a casa del pintor, en la que éste vio un pequeño libro sobre el Greco y, señalando una reproducción de una Asunción o una Anunciación del tamaño de un sello postal, Morandi había dirigido la atención de su amigo hacia unas flores ubicadas a los pies de los ángeles y los santos, afirmando: “Ningún pintor moderno ha pintado unas flores como estas. Tal vez solo Renoir…”. La atención que presta a las flores realizadas por el Greco es palpable en algunas de sus propias pinturas de flores. En esta primera se yuxtaponen los jarrones de Morandi con una copia del siglo XVII del Greco que demuestra el virtuosismo del Maestro Antiguo para la representación de plantas, la hiedra en este caso. También se incluyen en este espacio algunos bodegones de Morandi que evocan la composición armoniosa de las obras de artistas como Zurbarán y Meléndez.

Sala 306. Morandi. Un nuevo incamminato.

En 1935, Robert Longhi publica su historia de la Escuela de Bolonia bajo el título Momenti della pittura bolognese. En él postula que la característica dominante de la pintura boloñesa es la interpretación inmediata y expresiva del naturalismo. Resulta significativo que concluya su análisis con Giorgio Morandi, describiendo su obra como la de un nuevo incamminato (encaminado). Según la historia de Longhi, tras el Trecento y el arte anticlásico y expresionista que crea Vitale da Bologna, los “héroes” habían sido los tres hermanos Carracci: Annibale, Agostino y Ludovico, pintores barrocos en activo durante los últimos años del siglo XVI y comienzos del XVII. Los postulados de los Carracci perduran en la escuela de arte que fundan hacia 1582, la “Accademia degli Incamminati,” donde enseñan un estilo pictórico moderno construido sobre la base de las tradiciones artísticas establecidas. Asimismo, Longhi subraya el hecho de que Morandi indague en el pasado para encontrar su camino a través de la “aridez sumamente problemática” de la pintura moderna.

Morandi presta atención a sus antecedentes barrocos e influencias posteriores, aunque se centra en elementos muy concretos de estas imágenes. El historiador del arte Francesco Arcangeli, también amigo del artista, recuerda que cuando estaba visitando la Pinacoteca Nacional de Bolonia, al contemplar la obra maestra de Guido Reni Virgen con el Niño en gloria y los santos patronos de Bolonia (también conocida como Retablo de la peste, 1630), Morandi se detuvo en un detalle pequeño y trivial de la parte inferior del cuadro: una representación de la ciudad de Bolonia cuyo tratamiento relacionó con sus propias ideas en torno a la composición. Aún más reveladora resulta la presencia de cuatro pequeños cuadros de Giuseppe Maria Crespi, artista boloñés que Longhi había destacado por su genialidad en su Momenti della pittura bolognese. Las escenas de género de Crespi a menudo muestran naturalezas muertas. En esta sala se reúnen algunas pinturas de Crespi en diálogo con las naturalezas muertas de Morandi.

Sala 307: Espacio y matière: Chardin y Morandi.

Entre los Maestros Antiguos, Morandi admira profundamente al pintor francés de género Jean-Baptiste Siméon Chardin. Morandi es profético en su juicio, ya que el artista del siglo XVIII había sido, en gran medida, ignorado en Italia durante el período anterior a la Segunda Guerra Mundial. En las primeras indagaciones que hace sobre Chardin a través de publicaciones, Morandi pudo haber leído el artículo que el crítico de arte Henri de Prureaux publicó en 1911 en la revista de vanguardia La Voce, donde argumenta que Chardin había inventado la naturaleza muerta moderna autorreferente. Morandi ve por primera vez las reproducciones de las pinturas de Chardin en revistas francesas, como L’Amour de l’Art, durante la década de 1920. Por aquel entonces, en 1932, la revista Valori Plastici produce y distribuye (en Italia) una edición de la monografía profusamente ilustrada de André de Ridder sobre Chardin.

Bodegón-2Morandi cuelga algunas de las ilustraciones del libro de De Ridder en las paredes de su estudio para tenerlas como modelos constantemente a la vista. Más reveladora resulta su visita al Kunstmuseum de Winterthur en junio de 1956. Durante su estancia, el artista visita la colección de Oskar Reinhart, donde puede ver dos Chardins: Naturaleza muerta con granadas y uvas (1763) y una versión de El castillo de naipes (después de 1735). De esta última, Morandi se fija especialmente en la “disposición de las cartas”, según el director del Kunstmuseum, Heinz Keller, que acompaña al artista durante su visita. Morandi reproduce después una serie de obras que evocan aspectos compositivos que aparecen en El castillo de naipes, de Chardin (ca. 1736–37), enfatizando la idea de serialidad que comparten ambos artistas.

En esta sala se expone una selección de naturalezas muertas de Morandi al lado de una naturaleza muerta de Chardin, cuya composición incluye elementos similares. Más interesantes serán las obras de Chardin donde un joven está construyendo un castillo de naipes. Morandi emula las formas geométricas de dichos castillos de naipes en la disposición de las cajas que aparecen en muchas de las obras que se exponen en esta sala.

BIO.

Nacido en Bolonia, Giorgio Morandi (1890–1964) realiza sus intemporales bodegones, jarrones de flores y paisajes desde su estudio-dormitorio en su ciudad natal. Entre 1907 y 1913 asiste a la Academia de Bellas Artes de Bolonia y tiene un fugaz contacto con el Futurismo italiano, la vanguardia iconoclasta de su país. En 1919–20 se une a figuras como Carlo Carrà y Mario Sironi, así como a Giorgio de Chirico, en el efímero movimiento de la Pittura Metafísica. Tras este interludio, Morandi se embarca en una búsqueda artística personal a través de la exploración del género de la naturaleza muerta y acaba por imbuir a los objetos inanimados de sus contenidas composiciones de una presencia casi antropomorfa. Coexistiendo con el surgimiento de la abstracción, el regreso al orden y la heterodoxia artística a nivel internacional que caracteriza la época posterior a la Segunda Guerra Mundial, la obra de Morandi desafía cualquier clasificación.

DIDAKTIKA.

El espacio didáctico de esta exposición presenta varios juegos de observación con el título de Las miradas de Morandi. Una experiencia que parte del análisis de varias obras del artista que nos permiten ver en su trayectoria más allá del bodegón para incluir autorretratos o paisajes que esconden sus miradas a grandes maestros como Giovanni Bellini, Paul Cézanne, Giovanni Costa, Giotto, Nicolas Poussin o Henri Rousseau. Participando de esta experiencia se descubren las formas de Morandi, su empleo de la luz y la sombra, la arquitectura de Bolonia, sus técnicas que van del óleo sobre lienzo al grabado, sus visitas en Florencia a museos o galerías como los Uffizi, junto con el estudio de obras clásicas a través de publicaciones o postales de la época.

Actividades.

Reflexiones compartidas

Visitas únicas realizadas por profesionales del Museo.

  • Visión curatorial con Petra Joos, Comisaria de la exposición (8 mayo).
  • Conceptos clave con Luz Maguregui, Coordinadora de Educación (15 de mayo).

*Patrocina Fundación Vizcaína Aguirre.

Ciclo de cine: Tardes de cine “alla Morandi” (25-26 mayo)

Una selección de obras maestras de la cinematografía en los que la impronta de Morandi se hace patente: de Federico Fellini a Luca Guadagnino pasando por Michelangelo Antonioni.

Sesión creativa: Una mirada fotográfica a los bodegones de Morandi (17 y 24 de mayo)

Taller de iniciación a la fotografía con el bodegón como estrella invitada. Jarrones, velas, flores, frutas, calaveras y la particular mirada sobre Morandi de la artista Elssie Ansareo, cuya obra forma parte de la Colección Propia del Museo.

  • 12 de abril – 6 de octubre, 2019
  • Patrocina: Iberdrola

– Comisaria: Petra Joos, Curator, Museo Guggenheim Bilbao. Con la colaboración de Giovanni Casini, y con el asesoramiento de Vivien Greene, Curator Senior de arte del siglo XIX y principios del siglo XX del Museo Guggenheim, Nueva York.

 

PÁGINA WEB DE LA EXPOSICIÓN.

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