Los estudios de género y la literatura comparada
RESUMEN
Los estudios de género irrumpen en el campo de las humanidades con fuerza en la última década del siglo XX. Son el resultado de la importancia que tomaron tanto la crítica feminista como los estudios poscoloniales y los estudios queer, ambos en el marco de los estudios culturales -especialmente relevantes en la academia norteamericana y británica. La Literatura Comparada, inmersa desde los años setenta en sus propias discusiones sobre su objeto de estudio, recibe estas nuevas formas de culturalismo de manera ambigua. Por un lado, las nuevas corrientes suponen una auténtica renovación y resultan extremadamente seductoras para los estudiantes más jóvenes. Pero, por otro, se ven seriamente cuestionadas por quienes sostienen que el comparatismo no debe ceder a las modas sino persistir en su empeño por cernir sus objetivos al estudio de la literariedad, ya sea desde su vertiente más próxima a la teoría de la literatura, ya sea en una vertiente más historicista.
Conviene situar el marco histórico del comparatismo en que aparecen los estudios de género. La Literatura Comparada se transforma sustancialmente a partir de la década de los años ochenta en que crece el interés en la teoría literaria y se pasa de un modelo historicista del comparatismo a un modelo teórico que establece la comparación a partir de un problema teórico. Ciertamente debería matizarse el antagonismo que a veces se ha querido exhibir entre un modelo histórico y uno teórico ya que para establecer tal polaridad de manera neta se debería suponer que es posible una historiografía ateórica, un grado cero de teoricidad, como diría Guillén (1985: 88-92). En todo caso, resulta mucho más preciso hablar de modelos sincrónicos y de modelos diacrónicos de estudio dentro del comparatismo. Es decir, entre aquellos que consideran la inserción de la obra literaria en un continuo temporal y aquellos que la prefieren estudiar suspendida en el tiempo y en el espacio a partir de los elementos de comparación implantados por la teoría, esta segunda opción cobra su apogeo a partir de la hegemonía de modelos de análisis estructuralistas y posestructuralistas. En la década de los noventa, los estudios culturales, el new historicism, las formas de posmarxismo o de materialismo cultural y los estudios feministas y poscoloniales resuelven esta oposición a partir de la afirmación de la teoricidad de la historia y la imposibilidad de sustraer ningún artefacto cultural o estético a sus efectos. Desde ese momento el comparatismo, cuya existencia universitaria siempre ha sido un tanto precaria, se convierte en un campo abierto de investigación textual capaz de absorber las tendencias más variadas en el ámbito de los estudios literarios.
ISBN: 978-84-96447-16-5
Autora: Neus Carbonell, de la UOC
Extensión: 19 Págs.
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