Una religión sin libros sagrados ni sacerdotes
RESUMEN
– Diferencias entre la religión griega y las religiones modernas: en la imagen de la divinidad (es politeísta y no monoteísta), en la codificación de las creencias (no hay libros sagrados, sino poemas diversos y no dogmáticos), en su homogeneidad (prácticamente inexistente, aun cuando hay elementos de integración panhelénica), en el sacerdocio (que no existe, profesionalmente, como tal). Importancia central del rito, especialmente, del sacrificio.
– Análisis de un texto de Heródoto sobre la religión griega.
– Oposiciones conceptuales propuestas (apolíneo/dionisíaco, olímpico/ctónico, de la polis/mistérico).
– Estratos que configuran la religión griega (Indoeuropeo, “del substrato”, influjos orientales). El conjunto no es igual a la suma de sus partes.
– Relaciones entre religión y sociedad. La tolerancia religiosa.
– Los templos y el espacio sagrado. Los santuarios.
– Religión, literatura e iconografía.
– Métodos de estudios de la religión griega.
Para entender la religión griega conviene tener presente que se trata de una realidad muy distinta de las religiones más generalizadas en la actualidad (Cristianismo, Judaísmo, Islam) y por ello partir de la base de que la mayoría de sus características fundamentales no pueden interpretarse según el modelo de las que conocemos en nuestro tiempo. En efecto, son muy notables las diferencias que separan a la religión griega de las que acabamos de citar, en lo que se refiere a la imagen de la divinidad en que se cree, a la codificación de las creencias, a su homogeneidad y al carácter profesional y estructurado del sacerdocio.
Con respecto a la divinidad en que se cree, Cristianismo, Judaísmo e Islam son monoteístas. Sus seguidores creen en un solo dios, eterno, inmaterial, creador del mundo y justo.
Los griegos, en cambio, no creían en una sola divinidad, sino en un gran número de dioses y diosas, que distribuían sus funciones y que constituían un verdadero sistema, a menudo no demasiado estructurado. Sus dioses no eran eternos, ya que todos ellos habían nacido (su nacimiento se describía en los poemas llamados Teogonías), aunque, eso sí, eran inmortales y siempre jóvenes. Eran generalmente invisibles, pero no inmateriales, ya que se los imaginaban con cuerpo, rostro y vestido, en todo similares a los de los seres humanos, salvo en la circunstancia de que se creía que eran .mucho más altos, más hermosos y más felices que los hombres. Junto a estos dioses antropomorfos, bellos y dichosos, existía un sinfín de seres intermedios, como las Ninfas, los Sátiros, o los Silenos, que recibían culto en los campos o en el hogar y que formaban parte de una religiosidad popular, ajena a los cultos oficiales.
ISBN: 978-84-9822-063-6
Autor: Alberto Bernabé
Extensión: 22 págs.
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