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El verano de hace un siglo en la BNE

Verano-BNE

Tradiciones y costumbres de la época estival a través de postales, cromos, carteles, cajas de cerillas, etiquetas o tarjetas comerciales.

La Biblioteca Nacional de España conserva en sus colecciones etiquetas de hoteles, carteles turísticos, postales que recrean escenas de playa, cromos con recetas de helados y otro tipo de materiales como cajas de cerillas, paipáis o tarjetas comerciales que permiten reconstruir las tradiciones, usos y costumbres de la época estival de las primeras décadas del siglo XX.

Este tipo de representaciones gráficas, conocidas como ephemera, son documentos que se elaboraron en su día con un propósito específico, publicitario, lúdico o de transmisión de mensajes escritos, pero sin pretender sobrevivir a la actualidad de su mensaje. Sin embargo, estas decenas de miles de imágenes cotidianas que custodia la BNE, de muy variada procedencia y tipología, abren las puertas del pasado y ayudan a comprender cómo vivía la sociedad de la época, explica Rosario Ramos, jefa de la sección de Ephemera de la Biblioteca Nacional de España.

Con una selección de estos materiales se puede recrear la vida social, cultural y económica del verano de hace un siglo: cómo eran los establecimientos hoteleros y qué prestaciones ofrecían (lujos como agua caliente), cómo evolucionó en estas décadas el traje de baño, qué actividades se realizaban en las vacaciones y qué productos, como
chocolates o helados, se consumían.

Estos fondos, asegura Ramos, tienen un enorme valor sociológico, antropológico, histórico, documental y artístico: “Las colecciones de ephemera de la BNE abarcan amplios periodos cronológicos, lo que nos ofrece la posibilidad de observar los cambios en los hábitos, en las mentalidades, en el comportamiento… También en las actitudes y en la indumentaria o incluso en la forma de presentarse de las diferentes sociedades”.

Los viajes y el turismo.

En la colección de carteles, que cuenta con miles de ejemplares desde el siglo XVIII hasta la actualidad, hay una importante parte dedicada a viajes y turismo. Son producidos tanto por entidades privadas (balnearios u hoteles) como por el propio Estado que, con la creación del Patronato Nacional de Turismo en 1928, comienza a promocionar los desplazamientos por el país y distintas ciudades: Cádiz, Santander, San Sebastián…

Son el “perfecto reclamo publicitario”, pero también auténticas obras de arte, realizadas por ilustradores nacionales e internacionales, como Josep Morell i Macias, Guy Georget o Francisco Hohenleiter. Entre ellos está Rafael Penagos, uno de los cartelistas españoles más reconocidos y de los máximos exponentes del art déco, y su San Sebastián: (Espagne) a 18 kilomêtres de la France, una pieza de 1930 en la que aparecen a unos bañistas en la playa y destaca por su composición, dibujo y color. Rosario Ramos subraya que “la representación de la mujer en el cartel, con una figura femenina elegante y atrevida, marca la diferencia con respecto a épocas anteriores”.

También se puede obtener información sobre cómo era este primigenio turismo gracias a las más de 17.000 etiquetas de hoteles que conserva la BNE. Una recopilación de establecimientos de la Costa Brava, la Costa del Sol o Baleares muestra qué tipo de imágenes se utilizan para atraer a los viajeros y cómo se construyen los atributos del verano español: playa, sol, agua, mar. Son “verdaderos carteles en miniatura”, que publicitan alojamientos de Málaga, Alicante, Mallorca, Sitges o Torremolinos, en los que brillan el diseño y el color.

Verano-BNELa playa, el mar y los bañistas.

Uno de los aspectos más curiosos que enseñan estos fondos es la evolución de la indumentaria y en concreto, del traje del baño. Las estampas en torno a 1900 y 1910 muestran un vestuario recatado y en el que no se muestran muchas partes del cuerpo. Así se observa en la bañista representada en julio, en la colección de cromos sobre los meses del año de Chocolates Amatller. El dibujo está formado por tres piezas –cada una venía en una tableta- y se construye como un puzzle. Un conjunto similar aparece también en los cromos troquelados de la Compañía Colonial, que eran pequeños impresos que regalaban los establecimientos comerciales o fabricantes de productos. En el verso de ambas imágenes, hay publicidad de las marcas.

Una serie de postales de Antonio Utrillo de principios de siglo recrea escenas de baño en las playas de San Sebastián y Biarritz: leyendo el periódico frente al mar, una joven tapándose con la toalla mientras sonríe a un fotógrafo, una
pareja tras una sombrilla… Al comparar estas láminas con otro conjunto de postales de 1920-1930 de G. Malugani, se observa perfectamente la evolución en la ropa y en las actitudes, más despreocupadas y atrevidas, señala Ramos.

Este cambio se percibe también en un paipái publicitario de Postres Martí que muestra el típico bañador de la época o en una postal de Citroën de 1927. Barcelona utilizada como soporte publicitario en la que se ve el impacto de la belle époque en una escena de playa.

Entre la colección de postales de la BNE, un medio muy popular desde finales del XIX para la transmisión de mensajes escritos, hay una curiosa estampa, denominada la Boullabaise barcelonina, de Ricard Opisso, datada entre 1910 y 1920. Retrata una playa atiborrada de veraneantes, hay personajes de hace un siglo pero también “todos los ejemplares humanos que se pueden encontrar en la costa en la actualidad”, apunta Ramos.

El humor nunca se deja de lado, recuerda la jefa de la Sección de Ephemera. En la colección de cajas cerillas, formada por más de 40.000 etiquetas de finales del XIX y principios del XX, se pueden recuperar escenas de bañistas, donde se reproducen costumbres y tradiciones con tono irónico.

Se conserva otra colección de cromos de Chocolates Amatller –empresa que sigue activa hoy en día- de los años 40, en las que aparece una colección de recetas. Entre ellas, productos típicamente veraniegos como el helado de naranja o la leche merengada. En los fondos de la BNE también se pueden encontrar etiquetas de naranjas que se inspiran en imágenes estivales con mujeres en bañador o niños en la playa. Tienen un formato cuadrado porque se colocaban en las cajas de madera en las que se exportaba esta fruta.

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