El roman y la materia antigua: el ciclo de Alejandro Magno
RESUMEN
El Roman d’Alexandre fue el “roman antique” que tuvo más éxito en toda la Edad Media. Siglo tras siglo se fue reelaborando, alargando sus episodios o creando otros nuevos por lo que no fue difícil amoldar el personaje histórico al gusto del público culto, asimilar el mundo antiguo al medieval y hacer de Alejandro Magno un héroe clerc y chevalier a la vez, aumentando su mitificación de una versión a otra. Las largas y durísimas batallas en Oriente, los viajes a pueblos en que habitaban hombres monstruosos y animales feroces, sus encuentros con seductoras y extrañas mujeres y sus viajes de exploración influyeron en todo tipo de relatos posteriores, y determinados episodios del Roman d’Alexandre fueron representados en tapices, códices, relieves y frescos durante siglos.
Alejandro III el Magno (356-323 a. C.) fue hijo de Filipo II de Macedonia (la región más septentrional de Grecia) y de Olimpíade, princesa del Epiro. Su padre, gran estratega que le adiestró en el arte de la guerra, encargó su instrucción a Aristóteles (342-340). El joven príncipe demostró pronto excelentes condiciones de inteligencia y autoridad. A los 18 años tuvo una intervención destacada en la batalla de Queronea (338) y, a la muerte de su padre (336), asesinado durante la boda de su hija Cleopatra, tras restablecer el orden interno de Grecia sometiendo a Tebas y Atenas, Alejandro, como generalísimo de los ejércitos, se dispuso a cumplir su más ferviente deseo: la conquista del imperio persa. Tras sucesivas victorias contra ejércitos más numerosos, pero faltos de estrategas militares, llegó a Frigia, en cuya capital, Gordio, cortó con su espada un nudo del que un oráculo había dicho que quien lo deshiciera sería el dueño de Asia. Tras bordear las costas del mar Egeo, ocupando las ciudades, Alejandro se enfrentó a Darío III, rey de los persas, en la batalla de Iso (333). A las disciplinadas y eficacísimas falanges, creadas por Filipo, integradas básicamente por la infantería, Alejandro, con grandes dotes de estratega, añadió la caballería, cuyas cargas arrollaron al colosal ejército persa; Darío huyó, abandonando cientos de carros cargados de riquezas y a toda la familia real persa. Alejandro prosiguió en su avance y tras durísimos combates tomó las ricas ciudades fenicias de Tiro, Sidón y Gaza para asegurarse las costas del Mediterráneo.
ISBN: 978-84-9822-365-1
Autora: Isabel de Riquer Permanyer
Extensión: 34 Págs.
OTROS ARTÍCULOS RELACIONADOS CON EL TEMA EN LICEUS
El roman cortés. La materia antigua y la materia de Roman.
Valoraciones
No hay valoraciones aún.