El Centro Botín exhibe obras maestras del Siglo XX, cedidas por Jaime Botín.
La nueva sala “Retratos: Esencia y Expresión”, un espacio expositivo que de forma permanente albergará las 8 obras maestras del siglo XX cedidas por Jaime Botín, Patrono de la Fundación Botín; y la nueva exposición de colección, titulada “El paisaje reconfigurado”, una nuestra que también podrá visitarse a partir del 23 de junio en la primera planta del volumen expositivo del Centro Botín.
- “Retratos: Esencia y Expresión” da nombre al conjunto formado por ocho obras maestras del siglo XX, que se expondrán de forma permanente en una nueva sala del Centro Botín a partir del 23 de junio.
- La selección está compuesta por obras de Henri Matisse, Francis Bacon, Juan Gris, Joaquín Sorolla, Daniel Vázquez Díaz, Isidre Nonell, José Gutiérrez Solana y Francisco Gutiérrez Cossío.
- Junto a esta cesión, Jaime Botín donará a la Fundación Botín un millón de euros al año para cubrir los gastos de mantenimiento y conservación de las obras, así como para contribuir al programa artístico y a la misión social del Centro.
El Centro Botín de Santander expondrá de forma permanente una selección de ocho obras maestras del siglo XX procedentes de la colección de arte de Jaime Botín, patrono de la Fundación Botín. Artistas de reconocido prestigio y alto nivel plástico como Henri Matisse, Francis Bacon, Juan Gris, Joaquín Sorolla, Daniel Vázquez Díaz, Isidre Nonell, José Gutiérrez Solana o Francisco Gutiérrez Cossío se exhibirán, a partir del 23 de junio y bajo el título Retratos: Esencia y Expresión, en una nueva sala de la primera planta del Centro Botín.
Cronológicamente, esta selección de obras refleja casi en su totalidad el arte del siglo XX, iniciándose con Figura de medio cuerpo, creada por Nonell en 1907, y cerrándose con Self Portrait with Injured Eye, pintada por Francis Bacon en 1972. Además, asociada a esta cesión, que tiene una duración inicial de cinco años renovables, Jaime Botín también donará un millón de euros anuales para cubrir los gastos de mantenimiento y conservación de las obras, así como para contribuir al programa artístico y a la misión social del Centro Botín.
Las ocho obras cedidas son: Femme espagnole (1917) de Henri Matisse; Self Portrait with Injured Eye (1972) de Francis Bacon; Arlequín (1918) de Juan Gris; Al baño (1908) de Joaquín Sorolla; Mujer de rojo (1931) de Daniel Vázquez Díaz; Figura de medio cuerpo (1907) de Isidre Nonell; El constructor de caretas (1944) de José Gutiérrez Solana y Retrato de mi madre (1942) de Francisco Gutiérrez Cossío.
La mayoría de estos artistas se formaron en los años finales del siglo XIX y principios del XX, un periodo complejo por las diferentes corrientes que surgen y los movimientos estéticos que se solapan. Así, podemos apreciar el modernismo con Nonell; el fauvismo con Matisse; el cubismo con Juan Gris; la figuración lírica de Cossío; el realismo con Solana; el neocubismo con Vázquez Díaz; el iluminismo postimpresionista con Sorolla o la nueva figuración de fuerte carácter expresionista con Bacon.
Para María José Salazar, miembro de la Comisión Asesora de Artes Plásticas de la Fundación Botín y experta en arte del siglo XX, el conjunto de obras cedidas presenta tres rasgos comunes: máxima expresión a través del color y la luz, utilización de la figura como hilo conductor y focalización en el retrato, que constituye la esencia de esta selección. Es este sentido, Salazar subraya la importancia del retrato como tema preferido por el coleccionista, al considerar que en su ejecución es donde se aprecia mejor la capacidad del artista para mostrarnos al personaje y su estado de ánimo, además de su aspecto físico.
DECLARACIONES PRESENTACIÓN SALA “RETRATOS: ESENCIA Y EXPRESIÓN” Y EXPOSICIÓN “EL PAISAJE RECONFIGURADO”.
ÍÑIGO SÁENZ DE MIERA – Director general de la Fundación Botín
Gracias a la generosidad de Jaime Botín, patrono de la Fundación Botín, hoy inauguramos una nueva sala que, de forma permanente, expondrá parte de su colección. En concreto, ocho obras maestras de algunos de los más importantes artistas del siglo XX. Es un hito verdaderamente extraordinario en la trayectoria del Centro que, además, coincide con el primer aniversario y con una nueva exposición de la colección de la Fundación Botín. Es especialmente bonito que las tres cosas coincidan.
Sabéis que la Colección de la Fundación Botín está compuesta por obras de los becarios y de los directores de taller. Es decir, la estamos construyendo, desde hace ya más 25 años, en torno al eje principal del programa de Artes Plásticas de la Fundación que es la formación. Esto hace que sea reflejo de tres cosas importantes: de nuestra historia y de la huella de la actividad que está dejando nuestro programa de Artes Plásticas; también es una declaración de intenciones y una prueba del compromiso de la Fundación Botín con la formación y su apuesta por el talento; y por último, al ir uniendo obras de los maestros, se ha convertido en una buena forma de entender la evolución del arte contemporáneo de las últimas dos décadas. Por eso, para la Fundación Botín, la Colección siempre será una prioridad.
Declaraciones sobre la apertura de la nueva sala “Retratos: Esencia y Expresión”.
MARÍA JOSÉ SALAZAR – Miembro de la Comisión Asesora de Artes Plásticas de la Fundación Botín y experta en arte del siglo XX.
Me ha sorprendido mucho la generosidad de Jaime Botín porque estas obras formaban parte de su vida cotidiana. Ha sido capaz de desprenderse de obras que él consideraba muy importantes, vitales en su entorno. Ha querido que pasaran a ser disfrutadas por todos, especialmente en Santander, en dónde él pasó su infancia.
Me ha sorprendido también que un coleccionista privado tuviera unidad en su colección. Una unidad temática e incluso temporal, ya que todas las obras pertenecen a las vanguardias de finales del XIX y principios del XX. Son artistas, preferentemente españoles. Él entiende que hay artistas españoles muy buenos en su momento pero que los sucesos de nuestros país quedasen relegados a un segundo plano. Él hablaba de Pancho Cossío como uno de los grandes artistas españoles relegados por las circunstancias sociales.
Cada una las obras es una pieza muy importante en la trayectoria del artista. Por ejemplo, el cuadro de Cossío es el primero que vuelve a pintar después de un periodo de diez años sin hacerlo. O el Juan Gris, que es del año 1918, cuando él estaba refugiado en el sur de Francia en el final de la guerra europea, y cuando empieza a abandonar el cubismo camino de la figuración… Cada una de las piezas es magnífica y el conjunto es muy interesante.
El cuadro de Francis Bacon no es un retrato. Es un autorretrato realizado trágicamente, tras el suicidio de su amante en París, justo cuando él estaba exponiendo en el Centro Pompidou. Entonces, se hace este autorretrato, que tiene mucho valor porque refleja su dolor y es realmente autobiográfico.
Sobre la apertura de la Exposición “El paisaje reconfigurado”
BENJAMIN WEIL – Director Artístico del Centro Botín y Comisario de “El paisaje reconfigurado”
La selección que presentamos recoge la diversidad y representa diferentes movimientos estéticos de las vanguardias. También ayudará a descubrir nuevas afinidades y perspectivas del arte moderno. Más aún en el caso de las obras de los grandes maestros de la cultura española, que no son tan conocidos por el gran público.
La idea del paisaje surge porque estudiando el conjunto de obras me di cuenta de que el paisaje es un concepto que ha evolucionado. Me interesaba la idea de que, por ejemplo, tomando el trabajo de Lewitt tenemos visión muy matemática y muy ordenada relacionada con la cuadrícula que se usa para elaborar un paisaje más clásico. Así vamos relacionando varias de estas obras.
Obras maestras del siglo XX.
Atendiendo a cada uno de los artistas que componen esta colección, abordaremos primero el trabajo de aquellos internacionales, como Henri Matisse y su retrato Femme espagnole. Considerado el máximo representante del fauvismo, Henri Matisse (Le Cateau-Cambrésis, 1869-Niza, 1954) destacó a lo largo de su vida por su pintura, escultura, arte gráfico y collage, pasando a la historia como una de las grandes figuras del arte del siglo XX
Su obra se caracteriza por su simplicidad, su fuerza y su gran expresividad. En su trayectoria, el color se convierte en una herramienta para lograr la expresión de emociones profundas.
Femme espagnole refleja su recuerdo de un viaje a España en 1911 para visitar el Museo del Prado y conocer Andalucía, y del que regresó con una maleta cargada de brocados y mantillas, así como una potente luz en su paleta, que se traduce en colores limpios y abiertos que no mezcla con claroscuro. Además, en este retrato de trasfondo español elimina todo detalle de fondo. El artista refleja un rostro carente de expresión, quizás para poner en valor la figura de la modelo, cuya imagen surge en otros trabajos.
La temática española, centrada en la mujer colorista y ataviada con mantilla, es recogida por Matisse y gran parte de los fauves, todos ellos fascinados por un cierto exotismo y por la amplia gama tonal que el tema les ofrece. Esta imagen es un reflejo de la Carmen que da título a la ópe- ra dramática, con música de Georges Bizet y basada en el texto de Prosper Mérimée, estrenada en la Opéra Comique de París en 1875.
Otro de los grandes pintores internacionales que incluye esta selección es Francis Bacon (Dublín, 1909-Madrid, 1992), creador de potentes y expresivos retratos. Bacon, reconocido inter- nacionalmente como uno de los grandes pintores del siglo XX, destacó por su visión del mundo perturbadora y absolutamente individual, en la que combinaba sensualidad y brutalidad.
Creador autodidacta, Bacon fue un hombre culto que sólo reconoció la influencia de Picasso. No obstante, creó un estilo propio, basado en la figura humana, que deforma, altera y mutila hasta límites no utilizados antes, pero en sus pinturas deforma a las personas con la intención de hacerlas más rea
En 1964 conoce al que sería su principal modelo, George Dyer, un atractivo delincuente y amante de los excesos. Los retratos que Francis Bacon hace de su joven amante son, para muchos, lo mejor de su producción.
Su Self Portrait with Injured Eye, de 1972, parece querer expresar esa personalidad autodestructiva tan característica del artista al trazar una imagen inquietante y violenta, con formas geométricas que descomponen el rostro y que producen un efecto muy dinámico.
Según explica María José Salazar, a Bacon le gustaba reflejar su imagen en la búsqueda de su propia identidad, contrapuesta en muchos sentidos a lo que revela un simple espejo. Este autorretrato, distorsionado por el dolor, está pintado unos meses después del suicidio de Dyer, por lo que esta obra expresa su soledad y dolor, y su desgarro ante la pérdida.
A la cabeza de los creadores españoles que forman parte de esta selección de obras podemos situar a Juan Gris (Madrid, 1887- Francia, 1927). Es quizás el artista más mediático de todos, siendo una figura clave en la gestación y evolución del movimiento cubista. Juan Gris ya demostró sus dotes en el género con los retratos de Picasso o de su compañera, Josette. En 1918, en un momento de plena madurez, pero también de cambio estilístico, el artista aborda la figura de un Arlequín que sintetiza las formas con mínimos elementos.
Del arlequín también se sirve para resaltar el color, que empasta siempre en diálogo con el azul, por lo que sus imágenes resultan “brillantes y poéticas”, o como expresa Kahnweiler, convierte sus pinturas en “arquitectura plana y coloreada”.
Muy diferente es el caso de Francisco Gutiérrez Cossío (Cuba, 1894-Alicante, 1970) quien acostumbraba a decir que sólo era capaz de hacer un retrato cuando conocía en profundidad al modelo; quizás por ello Retrato de mi madre se considere entre lo mejor de su producción.
Aunque nació en Cuba, Cossío pasó gran parte de su vida en Santander, de donde era oriunda su familia. Se acercó al ultraísmo a través de sus buenas relaciones con poetas y escritores de la época. En su producción artística armoniza color, materia y forma; claves indudables de su personalidad pictórica.
En Retrato de mi madre capta el espíritu sereno y amable del personaje en una imagen que, pese a la fuerte construcción de planos, deshace los contornos, primando la curva. Asimismo, se sirve de veladas atmósferas y cubre la superficie del lienzo con un moteado blanco, muy característico de su trabajo. Retrato de mi madre está fechado en 1942, momento en el que Francisco Gutiérrez Cossío retorna a la pintura, en plena madurez.
“Cossío es, sin duda, uno de los más importantes artistas que han surgido en nuestro país, aun- que su trabajo haya quedado un tanto oscurecido”, subraya Salazar.
Por su parte, Isidre Nonell (Barcelona, 1873-1911) pinta en 1907 su Figura de medio cuerpo cuando se produce un drástico cambio en su temática al abandonar la figura de la gitana como personaje principal para retratar a mujeres de tez blanca, más tranquilas, reposadas y melancólicas. Asimismo, se decanta por el color como único elemento para modelar la figura, superpone blancos y azules que contrastan con las negras cabelleras de sus modelos, y utiliza con sabia destreza texturas muy sensuales que personalizan el trabajo.
Respecto a Gutiérrez Solana (Madrid, 1886-1945), es importante en esta selección no sólo por la cercanía de su obra con el coleccionista, sino también porque éste considera que el trabajo del artista en el género del retrato es lo mejor de su producción en particular y del contexto artístico del momento en general.
Coetáneo de las generaciones del 98, del 14 y del 27, Solana es considerado por los miembros de esta última como parte de su paisaje vital, pues el artista fue uno de los pilares de las tertulias del Café de Pombo en Madrid.
Su estilo figurativo se aleja de la tradición pictórica española, pero su profundo conocimiento de España, sus costumbres, sus luces y sus sombras, dotan a su obra de un atractivo singular y de una personalidad original y única en el contexto del arte español del siglo XX. A ello hemos de sumar su experiencia literaria, que corre pareja con su experiencia plástica, de tal modo que el Solana escritor está en su pintura y el Solana pintor en sus escritos.
La paleta de Solana es oscura y tenebrista, y refleja el oscurantismo de una España dividida, bebiendo tanto del tenebrismo del barroco como de las Pinturas Negras de la última etapa de Goya. Entre los temas habituales que reflejaba Solana figuran las fiestas populares, los usos y costumbres y los retratos.
En El constructor de caretas retrata a su amigo Emeterio, cuyo taller se encontraba en las Vistillas de Madrid. El artista, con su habitual método de trabajo, nos muestra su personalidad a través de multitud de detalles que nos permiten identificar su oficio; esta composición simétrica, con espacios muy bien compensados, está claramente ejecutada en los años finales de su producción, y en ella surgen figuras como dibujadas al óleo.
“Pese a la negritud del ambiente es una pintura colorista, con una atmósfera propia, que nos lleva una vez más a considerarlo uno de nuestros grandes creadores”, destaca María José Salazar.
Por su parte, el retrato fue para Joaquín Sorolla (Valencia, 1863-Madrid, 1923) una manera de ganar una buena posición económica y un alto reconocimiento. Tras su gran éxito internacional, Sorolla disfrutó de una completa libertad creativa que se refleja en todos los aspectos de su obra. En muchas ocasiones, el artista utilizó como modelos a los miembros más cercanos de su familia.
Podríamos decir que Sorolla redescubre la pintura española del siglo XVII, especialmente a Velázquez, pero aportando su propia luz mediterránea. Y en esta combinación de tradición y luz, podemos encontrar la verdadera y auténtica personalidad del artista.
Comenzó a trabajar temas marineros, algo usual en la pintura costumbrista social del momento. A partir de 1908, Sorolla se sentía feliz y satisfecho por el reconocimiento de sus cuadros a nivel nacional e internacional y empieza, en este momento, a realizar una serie de pinturas ambientadas todas ellas al borde del mar y en donde se encuentran los cuadros más emblemáticos del artista.
La obra Al baño, pintada en el verano de 1908 en la playa de Valencia, destaca por la delicadeza de sus luces y su restringida paleta, que plasma con pinceladas gruesas y con brillantes contrastes lumínicos. Cautivado por los paisajes con playas, prados o montañas, Sorolla mostró encuadres insólitos y una técnica directa y fresca.
Por último, Daniel Vázquez Díaz (Nerva, 1882 – Madrid, 1969) trabajó y potenció el retrato hasta lograr convertirse en uno de los máximos exponentes de este género. Adoptó de manera muy personal el lenguaje cubista del momento y se convirtió en uno de los principales renovadores de la pintura de paisaje en España. En sus obras se encuentran muchas huellas de Cézanne, ya que como el propio Vázquez Díaz reconoce, es el artista que más le influyó y del que sin duda toma su rigurosa estructuración del espacio, su sintético dibujo, su paleta de grises y sus tonos sensibles y delicados.
Afronta la figura de forma simétrica y cortante, ubicándola en un espacio rigurosamente estructurado y trazándola con un sintético dibujo. Asimismo, conjuga la aportación cubista con su admiración por la tradición pictórica de artistas como Diego Velázquez o Francisco de Zurbarán.
Sus cualidades como retratista lo convierten en uno de los mejores a la hora de plasmar el rostro y la personalidad de artistas, historiadores, intelectuales, poetas, actores y toreros que marcaron la vida cultural española de la época. Entre ellos figuran Miguel de Unamuno, Ramón Menéndez Pidal, Benito Pérez Galdós o Marcelino Menéndez Pidal.
Mujer de rojo, pintada en 1931, presenta influencias de su paso por París, en un acercamiento a Bonnard en el juego de tonos morados, malvas y carmesíes que brillantemente dominan la composición.
En definitiva, esta colección, cedida por Jaime Botín, apuesta por grandes creadores en el con- vencimiento de su importancia y de su calidad. No se trata de una colección al uso, en la que primen nombres o tendencias, sino de una selección de obras conformada en torno al gusto personal de su propietario, que ha reunido un conjunto selecto, con evidentes nexos de conexión, que nos permiten adentrarnos en su particular microcosmos.
“La expresión, el sentimiento que muestran los personajes en sus rostros, la esencia como reflejo del espíritu que trasciende a la propia expresión, es unificador. Se palpa un indudable gusto personal del coleccionista en ese aire sombrío y nostálgico que, en cierto modo, sobre- vuela todas sus pinturas. Es como si un gran manto transparente de melancolía las envolviera”, concluye María José Salazar.
El Centro Botín, obra del arquitecto Renzo Piano, es un proyecto de la Fundación Botín que aspira a ser un centro de arte privado de referencia en España, parte del circuito internacional de centros de arte de primer nivel, que contribuirá en Santander, a través de las artes, a desarrollar la creatividad para generar riqueza económica y social. Será también un lugar pionero en el mundo para el desarrollo de la creatividad que aprovechará el potencial que tienen las artes para el desarrollo de la inteligencia emocional y de la capacidad creadora de las personas. Finalmente, será un nuevo lugar de encuentro en un enclave privilegiado del centro de la ciudad, que completará un eje cultural de la cornisa cantábrica, convirtiéndose en un motor para la promoción nacional e internacional de la ciudad y la región.