Turner. La luz es color, organizada por el Museu Nacional d’Art de Catalunya con la colaboración de la Tate, la muestra dedicada a Joseph Mallord William Turner (1775-1851) explora a través de un centenar de pinturas, acuarelas, dibujos y grabados la fascinación por la naturaleza y los fenómenos atmosféricos del pintor, considerado como el mejor paisajista del periodo romántico.
A través de un centenar de pinturas, acuarelas, dibujos y grabados esta exposición, organizada por el Museu Nacional d’Art de Catalunya con la colaboración de la Tate, explora la fascinación del pintor Joseph Mallord William Turner (1775-1851) por la naturaleza y los fenómenos atmosféricos, desde sus inicios en la década de 1790, y hasta finales de los años 1840.
La exposición nos sumerge en la obra del gran paisajista inglés, recorre sus principales temas para acompañarlo en sus viajes por una Europa cuya naturaleza empieza a verse transformada por la Revolución Industrial.
La principal inspiración de Turner surgió precisamente de sus viajes por Gran Bretaña y la Europa continental y sus paisajes incorporan fuentes diversas, desde la mitología clásica hasta la propia historia del arte o las invenciones tecnológicas modernas, y se sitúan entre la tradición y la innovación.
Reconocido como el mejor paisajista del periodo romántico por su dominio de la luz, el color y la atmósfera, Turner pinta las inmensas fuerzas de la naturaleza que en aquella época de grandes cambios, a inicios de la primera Revolución Industrial, comenzaban a estar amenazadas. Sus estudios atmosféricos reflejan los efectos del vapor, el humo y la contaminación que crean nuevas formas de niebla y particulares efectos lumínicos.
Turner refleja la pequeñez del ser humano en comparación con la magnificiencia de la naturaleza y capta efectos atmosféricos extraordinarios.
A través de sus pinturas, dibujos, esbozos y grabados, distribuidos en siete ámbitos te- máticos, la exposición sigue el desarrollo de sus composiciones, a partir de los prime- ros esbozos hasta las acuarelas, óleos o grabados finales. La muestra revela cómo la técnica de la acuarela fue fundamental en el enfoque a la vez científico e intuitivo del artista, y como ésta le permitió captar la intensidad de las fuerzas de la naturaleza con una precisión expresiva sin igual.
TURNER. La luz es color es la primera exposición del Museu Nacional dedicada a la extraordinaria obra del artista británico Joseph Mallord William Turner (1775-1851). La exposición es un viaje a través de los paisajes más atmosféricos del artista, y reúne más de cien pinturas, acuarelas, dibujos y cuadernos de bocetos de la colección de la Tate. Durante una conferencia leída en 1818, Turner pronunció la famosa frase “La luz es, por tanto, color”, que ha inspirado el título de la exposición y que insinúa la devoción del artista por capturar esta fuerza omnipresente.
Turner elevó a la categoría de “arte mayor” el estatus del paisajismo, que hasta entonces había sido considerado un género menor, desafiando las convenciones e incorporando técnicas innovadoras en sus representaciones alegóricas de paisajes espectaculares y condiciones meteorológicas. Hoy en día, Turner es ampliamente reconocido como el mejor pintor de paisajes del periodo romántico debido a su dominio de la luz, el color y la atmósfera, y a su habilidad para situar la experiencia humana en el gran mundo natural.
Desde sus inicios en la década de 1790 hasta sus obras climáticas de mediados y finales de la década de 1840, esta exposición explora la fascinación de Turner por los fenómenos meteorológicos y atmosféricos. Las tormentas, las nubes, los arcoíris, las nieblas, los incendios y la luna fueron motivos recurrentes, pero el sol fue, sin duda, su tema más querido. La exposición recorre el desarrollo de las composiciones de Turner desde los primeros bocetos y los “comienzos de color” exploratorios hasta las acuarelas, los óleos terminados y los graba- dos publicados. La selección de obras que se presenta revela cómo la acuarela fue fundamental en el enfoque científico y a la vez intuitivo de Turner, y cómo le permitió captar la intensidad de las fuerzas de la naturaleza con una precisión expresiva sin parangón.
La inspiración de Turner procedía a menudo de sus viajes por Gran Bretaña y Europa continental. La composición de los paisajes se nutría de fuentes variadas, como el estudio de las ciencias naturales, la mitología clásica, la literatura, el arte, la poesía y la invención tecnológica moderna. Entre la tradición y la innovación, entre los estudios al aire libre y el trabajo en el taller, entre la naturaleza y el ideal, esta exposición presenta las diversas preocupaciones que hay detrás de las creaciones de Turner con to- dos sus contrastes y paradojas. Las obras de Turner confrontan al espectador con una experiencia sensorial de la naturaleza que resulta tan impactante hoy como lo fue en su día para sus contemporáneos.
Las aventuras de Turner por Gran Bretaña y Europa continental fueron una importante fuente de inspiración para sus cuadros de paisajes. Aunque prefería pintar en su estudio, los dibujos, bocetos y acuarelas que realizaba al aire libre constituían una fuente de recuerdos preservados. Los empleaba como notas para composiciones creativas, que se convertían en elementos del paisaje en la imagen final.
Turner a menudo entrelazaba eventos pasa- dos o historias mitológicas en sus paisajes. Un ejemplo es El puente del Diablo y la garganta de Schöllenen, un esbozo realizado durante sus viajes por los Alpes suizos en 1802. El puente original fue destruido en las batallas entre las tropas francesas y rusas en 1799. Turner empleó el puente re- construido para visualizar la escena de la batalla, y añadió representaciones imaginarias de pequeños soldados y mulas de carga, salpicadas a lo largo del barranco escarpado. Esto ayuda al observador a percibir la gran escala del paisaje, tal y como Turner lo debió de vivir.
Ese mismo año, Turner también visitó Grenoble. Sus percepciones y recuerdos de la ciudad, y el puente que cruza el río Isère, se combinaron en cuatro estudios del color que dieron lugar a una acuarela terminada hacia 1824. Esta serie ilustra el proceso pictórico de Turner paso a paso, desde las primeras acuarelas, de colores indistintos y disueltos, hasta las últimas, en las que emergen claramente los detalles, saturados de color.
Los métodos de Turner para elaborar cuadros de exposición se pueden ver en los esbozos al óleo Ulises burlando a Polifemo y La separación de Hero y Leandro, donde se combinan recuerdos del paisaje mediterráneo, cuadros de Claude Lorrain y Nicholas Poussin, y su lectura de literatura clásica traducida.
2. Creando la escena.
Los paisajes que forman el telón de fondo de la pintura histórica de Turner a menudo juegan un papel tan importante como las figuras representadas en la escena. Inspira- do por el teatro, Turner creó una serie de «telones de fondo» que abarcaban desde mares turbulentos y tormentas hasta cimas doradas y llanuras serenas. Empleaba el cielo, la atmósfera y la topografía como efectos teatrales o emocionales para evocar distintos estados de ánimo, que siguen siendo tan impresionantes para los observadores de hoy en día como lo fueron para sus contemporáneos.
Los temas de Turner suelen aparecer en los títulos de sus obras, lo que proporciona un contexto claro para los cuadros, Baco y Ariadna o Apullia en busca de Appullus. Las figuras de estos cuadros eran a menudo de carácter mitológico, pero también incluían a un elenco de personajes cotidianos como agricultores, marineros, pescadores y soldados. Aunque a veces se le ha criticado por no respetar la precisión de la representa- ción figurativa en sus cuadros históricos, Turner demostró su habilidad y dominio técnicos tanto del óleo como de la acuarela a través de representaciones ejemplares de los elementos naturales. Para transmitir la historia de sus cuadros, utilizaba tanto la falacia patética como las acciones de los propios personajes, lo que significa que el paisaje jugaba un papel central a la hora de definir su narrativa.
Fechas: Del 20 de mayo al 11 de septiembre de 2022
Organiza y produce: Museu Nacional d’Art de Catalunya en colaboración con la Tate
Comisario: Dr. David Blayney Brown, antiguo Conservador Jefe de Arte Histórico Británico de la Tate y conservador independiente.
EL LATIDO DE LA NATURALEZA. DIBUJOS DEL SIGLO XIX DE LA COLECCIÓN DEL MUSEO NACIONAL.
Comisarios: Francesc Quílez y Aleix Roig. Del 20 de mayo al 11 de septiembre de 2022
En paralelo a esta exposición, El latido de la naturaleza presenta una selección de obras de la colección del Museu Nacional realizadas por artistas del s. XIX como Baldomer Galofre, Marià Fortuny, Ramon Martí i Alsina, Lluís Rigalt, Antoni Fabrés o Jaume Morera, entre otros, que comparten la sensibilidad por el mismo tema.
El Gabinete de Dibujos y Grabados del Museu Nacional conserva un conjunto muy importante de obras que son el reflejo de esta sensibilidad. La muestra reúne una selección de unas 80 obras, fundamentalmente dibujos, que se complementan con un grupo de pinturas y material de álbumes de artistas. Se trata de un conjunto muy representativo, y en algunos casos inédito, de la actividad desplegada por artistas como Baldomer Galofre, Marià Fortuny, Ramon Martí i Alsina, Lluís Rigalt, Antoni Fabrés o Jaume Morera, entre otros.
La muestra permitirá también aproximarnos a la importancia que tuvo la naturaleza en el arte catalán, fundamentalmente a lo largo del siglo XIX, momento en el que se produjo una eclosión del interés por este motivo artístico, como una prueba de la irradiación de una sensibilidad coetánea que se extendió por Europa y que cristalizó en la aparición del movimiento romántico.
En un contexto de preocupación social por el problema del cambio climático, el relato de esta exposición, formada por una selección de obras, mayoritariamente dibujos bastante desconocidos y pertenecientes a la colección del Museu Nacional, incide en la necesidad de reflexionar sobre cuál ha sido la relación de los artistas con la naturaleza. A partir del siglo XIX, asistimos a la eclosión de una sensibilidad por la que el entorno natural se transforma en el centro de interés de las pulsiones creativas, y toma forma la necesidad de transformar en imágenes lo que el filósofo Rousseau llamaba el barómetro del alma.
Sin embargo, la muestra quiere invitar a superar la percepción nostálgica de la persona de ciudad, que contempla la naturaleza como un bálsamo reparador o como el escenario de una proyección sentimental de una realidad que es observada como una estampa pintoresca y convertida en un género pictórico. El recorrido que proponemos se plantea como un paseo inmersivo que quiere hacer oír la voz de unas protagonistas, las formas naturales, que se manifiestan de una manera plena, autónoma y autosuficiente, fruto de un instinto reproductor que las hace vivir en una metamorfosis permanente en la que naturaleza y arte alcanzan una simbiosis perfecta.
El flâneur de la naturaleza
La actividad de andar al aire libre se transforma en una práctica gratificante porque el caminante disfruta del ejercicio lúdico de contemplar, curiosear y detenerse allá donde le plazca. De la misma manera que lo hace el flâneur de la ciudad, mantiene una actitud atenta para descubrir, en cada rincón del camino, el hallazgo inesperado, la epifanía del azar que le asalta y le sirve para nutrir la sensibilidad artística. Asimismo, se aleja del ruido de la gran ciudad para sumergirse en la inmensidad de un entorno natural que le ayuda a la formulación de ideas estéticas y la correspondiente cristalización en composiciones destinadas a captar el latido de la naturaleza.
Museu Nacional d’Art de Catalunya
Parc de Montjuïc. 08038 Barcelona
www.museunacional.cat