La exposición, dedicada al artista sudafricano William Kentridge (Johannesburgo, 1955), reconocido en todo el mundo por sus dibujos, películas y producciones de teatro y de ópera, es una oportunidad única para ver algunas de sus obras más emblemáticas: nueve tapices de gran formato, la espectacular instalación audiovisual More Sweetly Play the Dance, que remite a la fuerza primigenia del teatro de sombras, las once películas de la serie de animación Drawings for Projection y siete dibujos en papel que atestiguan el laborioso proceso creativo de los filmes. Kentridge terminó la undécima película de la serie, City Deep, durante la pasada primavera y su presentación en el CCCB supondrá su estreno en Europa.
El CCCB presenta, del 9 de octubre de 2020 al 21 de febrero de 2021, la exposición «William Kentridge. Lo que no está dibujado», una adaptación ampliada de las exposiciones «William Kentridge – lf We Ever Get to Heaven» (2015) y «William Kentridge: Ten Drawings for Projection» (2019), diseñadas y presentadas en el Eye Filmmuseum (Ámsterdam) y comisariadas por su director de exposiciones Jaap Guldemond , con la colaboración de Marente Bloemheuvel.
Aparte de mostrar las múltiples facetas de este creador fundamental, la exposición pretende ser un espacio de reflexión acerca de los retos del poscolonialismo y la dialéctica entre las zonas de poder y los márgenes de exclusión de la sociedad europea contemporánea.
«William Kentridge. Lo que no está dibujado» ofrece un retrato poliédrico del creador, mediante el diálogo que se establece entre varias piezas de su obra: presenta la serie de once películas Drawings for Projection, iniciada en 1989 y que consolidó el prestigio de William Kentridge en el panorama del arte contemporáneo como una voz vinculada a la interpelación de la memoria traumática de su país y la búsqueda de nuevos lenguajes expresivos. Kentridge terminó el undécimo filme de la serie, City Deep, durante la pasada primavera. Se estrenará en la Goodman Gallery de Johannesburgo una semana antes de su presentación en el CCCB. Acompañan esta serie fílmica siete dibujos que atestiguan el proceso creativo de las películas. También se exponen nueve tapices de gran formato, que el artista ha realizado en colaboración con el Stephens Tapestry Studio, taller de tejedoras que da trabajo a las mujeres de la zona. El artista considera que entre sus tapices y las piezas de animación existe una sutil continuidad: «Me gusta el hecho de que un tapiz sea como una proyección congelada, un mural portátil que puedas enrollar y llevar al próximo palacio».
Por último, la exposición incluye More Sweetly Play the Dance, el espectacular friso en movimiento donde se evocan las dinámicas de una procesión ritual, de una manifestación de desposeídos o de un flujo de refugiados escapando de una crisis, con un lenguaje que remite a la fuerza primigenia del teatro de sombras en el sonido de la lmmanuel Essemblies Brass Band. Esta gran instalación audiovisual estará en el CCCB hasta el 17 de enero, y después se podrá ver en el espacio PLANTA de la Fundación Sorigué, cerca de Balaguer.
Convencido de que el deber ético de todo artista pasa por carcomer los pilares del dogma con las herramientas de la incertidumbre, la ambigüedad y la contradicción, Kentridge ha construido un discurso creativo tentacular y polimórfico que le ha consolidado como una de las voces de referencia en el paisaje del arte contemporáneo mundial. Testigo privilegiado de los cambios políticos radicales que ha vivido su país entre la culpa colectiva del apartheid y las cicatrices que aún marcan el presente, Kentridge es un artista firmemente arraigado en su territorio. Sin embargo, su obra logra trascender el origen localizado de su discurso en un mensaje de universalidad en torno a la disección del poder y la imbatible fuerza de los supervivientes y los humillados.
Recorrido de la exposición. Drawings for projection.
Sirviéndose de dos figuras en apariencia antitéticas que el propio artista ha definido como sus alter ego -el magnate industrial Soho Eckstein y el poeta Felix Teitlebaum-, Kentridge combina en once películas un impulso introspectivo con los ecos de la historia colectiva de Johannesburgo, marcada por el rastro culpable de los años del apartheid. Pero el artista siempre advierte acerca de los peligros de interpretar sus
películas desde la literalidad: «No he intentado nunca ilustrar el apartheid», dijo, «pero, en efecto, la sociedad traumatizada que resultó de ello ha generado y alimentado estas películas y estos dibujos. Me interesa un arte político, es decir, un arte de ambigüedad, de contradicción, de gestos incompletos y finales inciertos».
Hijo de abogados comprometidos con el movimiento antiapartheid, Kentridge concibe esta serie de películas como una exploración incesante que no busca necesariamente respuestas ni redenciones. El artista dibuja, borra y redibuja los trazos sobre papel, permitiendo que el proceso deje heridas y rastros fantasmagóricos sobre la imagen en movimiento; de este modo refuerza la importancia que la memoria y el olvido tienen en su discurso.
La música es un elemento clave en la obra de Kentridge. Philip Miller, compositor de Johannesburgo que ha colaborado con Kentridge en numerosas ocasiones, ha compuesto la mayor parte de las piezas que acompañan Drawings for Projection, en las que también se puede reconocer la integración virtuosa de un madrigal de Monteverdi o de canciones del folklore local.
Kentridge terminó el undécimo filme de la serie, City Deep, durante la pasada primavera. Se estrenará en la Goodman Gallery de Johannesburgo el jueves 1 de octubre, una semana antes de su presentación en el CCCB.
Tapices.
William Kentridge ha realizado más de cuarenta tapices durante los últimos veinte años. Sobre un fondo de viejas cartografías, recorren el espacio unas siluetas que parecen huidas de otras obras del artista, evocando el paso de refugiados, manifestantes, peregrinos o arrieros en un juego simbólico que encuentra elocuentes rimas entre las crisis y problemas que afectan a Sudáfrica y el resto del
mundo. Algunas de las piezas aquí expuestas también hacen referencia a La nariz, la ópera de Dmitri Shostakóvich que Kentridge dirigió en 201O para la Ópera Metropolitana de Nueva York, a partir del relato homónimo de Nikolai Gógol.
Si sus Drawings for Projection encarnan el lado más íntimo y solitario de su producción, los tapices son una de las muchas formas que ha encontrado Kentridge de proponer el acto creativo como espacio de diálogo y colaboración con los demás, ya que han sido realizados por Kentridge en estrecha colaboración con el Stephens Tapestry Studio, taller fundado en 1949 en el norte de Suazilandia y hoy en día con una segunda sede en Johannesburgo, que da trabajo a mujeres de la zona como tejedoras, devanaderas, encajeras, cardadoras, hilanderas y tintoreras plenamente cualificadas. Están hechos de mohair o lana de cabra de angora, un material del que Sudáfrica es el principal productor mundial (con el 60 % de la producción total).
CCCB
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Ver también : William Kentridge: 7 fragmentos en el MGB