1. Introducción: contexto histórico.
La implantación del románico en Cataluña responde al momento en el cual ésta empieza a independizarse. A finales del siglo X, los condados catalanes que integran la Marca Hispánica empiezan a agruparse alrededor de figuras como el conde de Barcelona que se erigirá como soberano de un amplio territorio. El ataque de Almanzor y el cambio posterior de dinastía en el trono francés suponen a la práctica, la rotura de las relaciones y la independencia respeto de Francia.
En los inicios del siglo XI empieza un proceso de integración de los territorios catalanes, favorecido por un aumento de la actividad económica y una estabilidad política. Se reanudará la reconquista y se empezaran a repoblar algunas comarcas catalanas. Continúan las relaciones con el sur de Francia y con Italia, sobre todo en el campo religioso.
El siglo XII se caracteriza por las intensas relaciones con Occitania, la unificación del territorio alrededor del condado de Barcelona y la expansión hacia el sur con la conquista de territorios musulmanes.
La vida en los condados catalanes era la propia de la sociedad feudal, rígidamente jerarquizada en estamentos: el más bajo pero a la vez más numeroso era el de los campesinos; le seguían el bajo clero y la baja nobleza y finalmente en la cúspide de la pirámide encontraríamos el alto clero y la alta nobleza encabezada por la figura del conde.
Los nobles juraban fidelidad a un noble superior en un acto llamado de vasallaje que vinculaba el súbdito a su señor, prometiéndole fidelidad y obediencia a cambio de protección.
Todo esto se daba a la llamada Catalunya Vella, territorio que abarcaba desde los Pirineos hasta la línea que limita el río Llobregat y su afluente Cardener (esta conquista cristiana se completará el 1148-1149 dando lugar a la Catalunya Nova), explicando la gran densidad de edificaciones románicas en los Pirineos y Pre-pirineos.
2. Características del arte y la pintura románica catalana.
El arte románico es la primera gran manifestación artística común a todo el Occidente europeo. Se origina en la Edad Media, al final del primer milenio y se caracteriza por ser una síntesis entre la tradición constructora del Imperio Romano y las experiencias hechas en las épocas visigoda y carolingia, dando como resultado un arte original y valiente que se mantendrá vivo desde los inicios del siglo XI hasta buena parte del siglo XIII.
La pintura románica responde a un objetivo didáctico que la propia Iglesia se propone para poder llegar sino dominar al pueblo. Se trataba de acercar el mensaje de las historias del Antiguo y Nuevo Testamento a un pueblo que no sabía leer letras pero sí imágenes, unas imágenes que reproducen como si de un libro se tratara los textos bíblicos.
La pintura mural románica es una pintura bidimensional, sometida a un soporte que viene determinado por la arquitectura. El artista occidental partirá de la esquematización de las formas hasta llegar a una composición geométrica, alejada de la concepción naturalista de los elementos. El arte se apartará de la imitación de la realidad para dar una imagen interpretativa, un símbolo, en el que se busca la esencia de la cosa representada.
Las figuras se construirán según ejes verticales y horizontales de simetría y el espacio seguirá un criterio bidimensional. La línea es el elemento predominante, dibujando las figuras y definiendo las zonas donde se aplicarán los colores. El pintor románico utilizará fundamentalmente el color blanco de la cal, el negro del hollín, pigmentos como el ocre amarillo, verde, azul… Serán tratados como tonos fuertes, ya que las pinturas se verán con poca luz.
3. El Museu Nacional d’ Art de Catalunya y su colección de arte románico.
La instalación de las colecciones de arte románico en el Palau Nacional de Montjuïc, edificio emblemático de la Exposición Internacional de Barcelona de 1929, se remonta a los años 30 del siglo XX. Enmarcado por una política de reordenación de los museos se creaba el Museu d’Art de Catalunya, siendo inaugurado el 1934.
Con la promulgación de la Ley de Museos del 1990 aprobada por el Parlament de Catalunya, se convertía en museo nacional y se iniciaban las obras para dar lugar a las nuevas salas de arte románico, inauguradas en el mes de diciembre del 1995.
La parte más significativa de la colección de arte románico es la de pintura mural, adquirida en su mayor parte por la Junta de Museus entre los años 1919 y 1923 en una campaña que pretendía salvar los conjuntos murales de la exportación y la venta.
RETO:
Ahora que conoces la figuración del Tetramorfos intenta relacionar cada uno de los evangelistas con su símbolo:
San Mateo San Marcos San Juan San Lucas
Finalmente, en los extremos de este registro superior unos ángeles que ya conocemos: tienen seis alas cubiertas de ojos que nos miran. Son los serafines.
En el cilindro, enmarcados por arcos y columnas aparecen varios santos y apóstoles. A un lado y a otro de la ventana la Virgen María y San Juan Evangelista con Bartolomé, Tomás y Jaime.
4. Un paseo por la pintura mural:
Los principales conjuntos, características, programas iconográficos, temáticas…
Si nos dirigimos hacia la segunda sala de románico, encontraremos un espacio que pretende reproducir el interior de una iglesia. Se trata de la iglesia parroquial de Sant Joan de Boí. Esta reproducción del espacio nos permite conocer donde se ubicaban sus pinturas originalmente. Las pinturas datan alrededor del 1100 y son consideradas como uno de los primeros conjuntos del románico catalán.
En el muro de la izquierda podremos observar un plafón con una escena que reproduce la Lapidación de San Esteban, el primer mártir de la iglesia cristiana, que encontró la muerte siendo apedreado. Lo vemos aquí en actitud serena recibiendo la fuerza de Dios, cuya representación es esa mano.
RETO: Ahora buscad entre las pinturas de esta misma iglesia estas figuras:
Dibujos de dos animales del bestiario
En el interior de los arcos que separaban la nave central de la iglesia de las laterales se despliega un bestiario monumental. Los bestiarios eran unos tratados didáctico-morales donde los animales tanto reales como fantásticos eran descritos y se buscaba en sus rasgos y costumbres una comparación con los vicios, virtudes y conductas del hombre, de Cristo y del demonio.
Finalmente en el muro de la derecha encontramos una escena de juglares, dos malabaristas y un músico. Aunque no se trata de ningún pasaje de las Escrituras esta tiene razón de ser en tanto que las iglesias eran verdaderos centros culturales y sociales en la Edad Media. En ellas se celebraban reuniones, fiestas, espectáculos…
A finales del siglo XI la influencia de la pintura del Norte de Italia llega a Cataluña. Esta pintura tiene como exponente más claro el conjunto de Sant Quirze de Pedret del cual en el Museo se conservan los ábsides laterales mientras que la decoración del ábside central está ubicado en el Museu Diocesà i Comarcal de Solsona.
Relacionados con esta obra, encontramos una serie de conjuntos muy cercanos estilísticamente, formando parte del llamado círculo de Pedret, son los ábsides de Santa Maria d’Àneu i Sant Pere del Burgal.
En el primero de ellos podemos observar un programa iconográfico muy complejo. Su lectura empezaría por la parte inferior donde dos serafines –la mayor categoría entre los ángeles- monumentales con las seis alas llenas de ojos, purifican la palabra de los profetas Isaías y Elías mediante unas tenazas, sellándoles la boca.
Las pinturas que se encontraban en la parte superior del ábside, hoy bastante perdidas, representaban el cumplimiento de estas profecías bíblicas, con el Mesías sentado en el regazo de María, presentándolo ésta a la adoración de los reyes magos. Precisamente serán los reyes magos los primeros que darán fe de que el niño Jesús es el verdadero Redentor. En los extremos y en buena parte perdidas las pinturas se encuentran los arcángeles –otra categoría de ángeles- que forman parte de las milicias celestiales.
En el ábside del monasterio de Sant Pere del Burgal también se han perdido las pinturas de la parte superior y se conservan mayormente las figuras que ocupan el registro medio. ¿Qué significado tienen estas pinturas?
En el registro superior encontraríamos un Cristo en Majestad (Maiestas Domini) sentado en el arco del cielo y con los pies sobre la tierra, dentro de la mandorla, una forma de almendra que responde a la idea que la divinidad no tiene ni tiempo ni espacio, es eterno. Lo vemos aquí acompañado de los arcángeles en los extremos y dos profetas.
En el registro medio se demuestra el significado eucarístico de la pintura: las cuatro figuras centrales corresponden de izquierda a derecha a San Pedro, la Virgen María, San Juan Bautista y Pablo. María, convertida en la imagen de la iglesia ostenta el cáliz, al otro lado de la ventana San Juan Bautista, el Precursor de Cristo, lleva el Cordero, símbolo de la muerte y resurrección de Cristo. En los extremos Pedro, que según el evangelio de Mateo es la piedra dónde Cristo edificará su iglesia y Pablo, el apóstol de los gentiles y el primero en difundir el cristianismo.
Fíjate ahora en el registro inferior: en el extremo derecho se ha conservado la figura de una mujer. ¿Sabes quién es? Se trata del primer retrato femenino del Museo y corresponde a la condesa Llúcia de Pallars, esposa de Artau I, la cual se encargó del gobierno del condado al enviudar. Esta representación como donante, la persona que patrocina la obra, nos permite dar una cronología bastante exacta de las pinturas, ya que corresponderían probablemente al periodo de su viudedad, entre 1081 y 1090.
Avanzando por las salas, llegaremos a uno de los conjuntos más importantes de la pintura mural románica catalana y europea, son las pinturas de la iglesia de Sant Climent de Taüll, en la vall de Boí. En el Museu Nacional d’Art de Catalunya se conserva la decoración del ábside central, la de los dos arcos triunfales que preceden el ábside y también la del ábside lateral Norte.
Aunque el conjunto de pintura mural de Sant Climent de Taüll ha sido objeto de estudio de muchos historiadores, no hay aún bastantes paralelismos sobre el estilo que nos permitan explicar el origen directo del pintor que realizó una de las obras más perfectas del arte románico. De la mayor parte de estos estudios se desprende una fuerte influencia bizantina en las pinturas que llegaría a Cataluña a través de la pintura lombarda.
En la parte superior del ábside se presenta la figura del Cristo en Majestad dentro de la mandorla. Es una figura solemne y majestuosa, que bendice con la mano derecha y con la izquierda sostiene un libro abierto con la inscripción “ego sum lux mundi” (yo soy la luz del mundo, cita del evangelio de San Juan 1,5). La luz se interpreta como creación, la vida, opuesta a las tinieblas del mal y de la noche. La luz es también la palabra de los profetas que iluminó a los apóstoles, la verdad que nos revela el conocimiento de Dios.
Los rasgos de la cara, enmarcados por una larga cabellera, se ordenan en una perfecta simetría, destacándose el dibujo de los ojos. Cristo lleva túnica, gris y blanca y un gran manto azul con un ribete de pedrería. Los pliegues del vestido configuran un volumen rico y elegante.
A los lados de Cristo, la primera y la última letra del alfabeto griego, alfa y omega, indicando que él es el principio y el fin de todas las cosas, tal como nos dice el libro del Apocalipsis.
Fuera de la mandorla se elabora una composición muy elaborada del Tetramorfos, la representación alegórica de los cuatro evangelistas. En la parte superior izquierda San Mateo, representado por un ángel y a la derecha San Juan, una águila, en este caso llevada también por un ángel entre los brazos. En la parte inferior dentro de cuatro círculos, dos ángeles acompañan a la parte izquierda un león, San Marcos y a la derecha un toro, Lucas.
RETO:
Observa bien el ábside de Sant Climent de Taüll y pon el número donde corresponda:
1. Cristo en Majestad.
2. Mandorla.
3. Alfa y omega.
4. Libro.
5. San Mateo.
6. San Juan.
7. San Marcos.
8. San Lucas.
9. Serafines.
10. María.
11. San Juan Evangelista.
En el primero de los arcos que preceden el ábside se encuentra la Mano de Dios, inscrita en un círculo en actitud de bendición. En el segundo y también inscrito en un círculo, el Cordero Místico, el símbolo de la muerte y resurrección de Cristo.
En la primera columna se ha conservado una inscripción que nos habla de la consagración de la iglesia el 10 de diciembre de 1123. Estudios epigráficos han demostrado que los caracteres de la cabecera son idénticos a los de la inscripción, permitiéndonos fijar cronológicamente las pinturas cerca de la fecha de consagración.
Junto con estas pinturas se conservan también las del ábside Norte. Sólo con ojearlas podremos comprobar que no se trata de la misma mano que ha realizado las del ábside principal. Para saber de este nuevo maestro pintor no tendremos que ir muy lejos. En la vecina iglesia de Santa Maria de Taüll se encuentra su mayor obra.
De la iglesia de Santa Maria de Taüll procede el conjunto de pinturas más extenso del Museo que ve potenciado su carácter de conjunto por poderse ver desde el mirador de acceso.
Trataremos este conjunto dividiéndolo en tres bloques: el primero comprende las pinturas del ábside central y los dos arcos precedentes; el segundo lo conforman las del ábside Sur y finalmente el tercero que abarca el resto de pinturas de la iglesia, los muros Sur, Oeste, arcos y columnas.
Las pinturas del ábside principal nos muestran en la parte superior la escena de la Epifanía, siendo la Adoración de los reyes el primer reconocimiento de la divinidad de Cristo. María en el centro en actitud hierática y mayestática es el trono del Niño. A ambos lados los reyes le ofrecen sus regalos.
En el registro medio y enmarcados por arquerías se encuentran los apóstoles, centrados por las figuras de Pedro y Pablo, pilares de la iglesia. Justo debajo de los apóstoles y santos se organiza un friso de medallones con animales reales y fantásticos, un bestiario como el ya visto en Sant Joan de Boí, para acabar en la parte inferior en el ya repetido tema de los cortinajes.
Del ábside meridional se conserva la decoración del arco triunfal. Las pinturas son de gran calidad. En el centro podemos observar la Mano de Dios, sujetada por unos ángeles de gran factura pero muy perdidos.
Todas estas pinturas de la cabecera de la iglesia se sitúan cronológicamente en el momento de consagración de la iglesia, el 11 de diciembre de 1123, un día después que la de Sant Climent y se atribuyen a un Maestro llamado de Santa Maria.
El resto de pinturas de la iglesia responden a un estilo muy homogéneo y bastante más rústico que el de la cabecera, perteneciendo a un momento posterior. La obra de este taller no tiene ni la monumentalidad ni la riqueza colorista que veíamos en las pinturas del Maestro de Santa Maria. Estas otras pinturas se atribuyen a otro maestro, denominado por los historiadores como Maestro del Juicio Final. A esta misma mano correspondería la decoración del ábside lateral de Sant Climent de Taüll que hemos visto con anterioridad.
La pared meridional contiene dos registros figurados que no parecen tener relación entre ellos. El inferior, leído de derecha a izquierda empieza con el anuncio del ángel a Zacarías del nacimiento de su hijo, Juan el Bautista. La narración continua con Zacarías escribiendo en una pizarra el nombre de su hijo para acabar con la figura de María con el Niño recibiendo la Adoración de los reyes magos que simultáneamente visitan a Herodes.
En la parte interior de los arcos y en las columnas se representaban santos y profetas. Un ejemplo de ello lo encontramos en la columna a pie de escalera, es San Clemente.
Para finalizar el recorrido por la decoración de Santa Maria de Taüll nos falta el muro occidental, donde se situaba la puerta de entrada. Aunque nos falta la parte central, podemos distinguir la representación del Juicio Final. Presidiendo la escena encontraríamos a un Cristo en Majestad venido para juzgar a los vivos y los muertos acompañado de unos ángeles que aguantan la cruz, símbolo de la resurrección. En la parte inferior izquierda San Miguel pesa las almas con unas balanzas y a la derecha unas almas queman en el fuego del Infierno.
Junto a este muro se encuentran las pinturas de una pequeña capilla, separadas del resto de la iglesia por el campanario. Es ahí donde continúa la representación del tormento de las almas por unos seres monstruosos. Al lado, se despliega una versión de la lucha entre David y Goliat, representando la lucha del bien y el mal.
Aunque la mayoría de conjuntos pictóricos que han llegado hasta nosotros no tienen la extensión que nos ofrecen las pinturas de Santa Maria de Taüll, debemos imaginar que en la Edad Media la decoración de las iglesias estaría muy cerca de este ejemplo.
5. Glosario.
Ábside: Construcción generalmente de planta semicircular, cuadrangular o poligonal, cubierto con bóveda, emplazada en la parte posterior de una iglesia. En su interior se encuentran el altar y el presbiterio.
Epigrafía: Ciencia que tiene por objeto el estudio de las inscripciones.
Fresco: Pintura que se realiza mediante el uso de colores disueltos en agua, cal y extendidos sobre una capa de estuco fresco (jornada).
Hagiografía: Ciencia que estudia las vidas de los santos (Biografías de santos).
Iconografía: Ciencia que estudia los objetos representados y la manera de representarlos.
Mandorla: Aureola en forma de óvalo que rodea la figura de Cristo en Majestad.
Maiestas Domini: Representación de Cristo – Juez triunfante, sentado en un trono, dentro de una mandorla y, habitualmente, flanqueado por el tetramorfos..
Pantocrátor: Representación en busto de Cristo triunfante.
Pigmento: Sustancia colorante, orgánica o inorgánica, insoluble, que, dispersa en óleo o en otra base adecuada, de color a pinturas y lacas.
Temple: Modalidad de pintura mural en la cual se diluyen los pigmentos en agua temperado o engrosada con aglutinantes.
Tetramorfos: Motivo iconográfico que representa el conjunto de símbolos tradicionales de los cuatro evangelistas unidos en una sola figuración. Suelen acompañar a Cristo en Majestad.
6. Bibliografía
A.A.V.V.: Guia art romànic, Museu Nacional d’Art de Catalunya, Barcelona, 1997
AINAUD I DE LASARTE, Joan: Pintura románica catalana, Barcelona, 1962
CARBONELL, Eduard: L’ornamentació en la pintura mural romànica catalana, Barcelona, 1981
CARBONELL, Eduard: La pintura mural romànica, Llibres de la frontera, Barcelona, 1984
DALMASES, Núria de; JOSÉ PITARCH, Antoni: Història de l’Art Català, Vol. I, Barcelona, 1986
SUREDA, Joan: La pintura románica en Cataluña, Barcelona, 1981
MÁS SOBRE EL ROMÁNICO EN LICEUS: CLAVES DEL ARTE ROMÁNICO