Zamora, ciudad románica.
La “Peñas Tajadas”, o peñas de Santa Marta, son el límite natural de la ciudad vieja de Zamora, sobre el majestuoso río Duero. En su perímetro se levantaron, en el siglo IX, las murallas que la rodean.
Sobre un asentamiento vacceo, se erigió la “mansio” de “Ocellum Duri”, que se emplazaba en la vía romana conocida popularmente como Vía de la Plata.
En el siglo XII se levantó un puente sobre el Duero, del cual aún se pueden contemplar algunos restos, que convirtió a la ciudad de Zamora en un lugar privilegiado. A través de él pasaron las sucesivas oleadas de conquista y reconquista de los territorios cercanos.
Nada o casi nada nos ha llegado como testimonio material de aquellos años. Disponemos no obstante de una lápida que se encuentra en la fachada del viejo ayuntamiento en la que se cita Viriato, uno de los caudillos lusitanos, que luchó contra los romanos en diversas ocasiones.
Con la llegada de los visigodos, Zamora formará parte de los territorios fronterizos. A finales del siglo VI (569) aparecerá citada como “Semure” en unas monedas del rey Sisebuto y también en las Actas del Concilio de Lugo, del mismo año.
“Olivar silvestre” o, lo que es lo mismo, “Azemur” será la toponimia con la que se conocerá Zamora en tiempo musulmán. Otra denominación musulmana de la ciudad será “Samurah”, o “ciudad de las turquesas”.
Alfonso I El Magno la conquistó en el año 748, nombrándola “Zamoram”. A él se debe la construcción del primer recinto amurallado del que poseemos noticia.
Muchos y muy bellos han sido los apelativos con los que se la conoció durante estos siglos: Enrique IV, la nombró a perpetuidad “La muy noble y muy leal ciudad de Zamora”; Fernando I, que la conquistó tras la batalla de Catalañazor, la citó como “Zamora la bien cercada”. Pero sin duda la referencia más famosa de la ciudad se la debemos a Doña Urraca, quien dijo “Zamora no se toma en una hora”, tras haber sometido a la ciudad a un durísimo sitio para despojarla del poder de su hermano Sancho II.
Zamora aparece en la leyenda cuando Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid Campeador, fue investido caballero en la iglesia de Santiago el Viejo. Cuenta la leyenda que fue la propia Doña Urraca la encargada de calzarle las espuelas.
En la misma línea, Bellido Dolfos, que fuera amante de Doña Urraca, mató al rey Sancho II. Según la leyenda, el Cid persiguió a Bellido Dolfos hasta las mismas puertas de la ciudad, hiriendo a su caballo, pero el traidor pudo refugiarse en la villa a través del que desde entonces fue conocido como “Portillo de la traición”.
La ciudad quedó entró entonces en un período de poca brillantez que se prolongará hasta la actualidad.
Hoy en día podemos, no obstante, contemplar un rico patrimonio medieval que la convierten en una de los principales centros de atracción cultural de nuestro país. Es sin lugar a dudas la capital con una mayor concentración de monumentos de época románica. Este hecho nos permite pensar en la necesidad de que sea declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
La ciudad nos presenta sus murallas, con las puertas de Doña Urraca y de Olivares, el castillo, la casa del Cid, algunos palacios renacentistas, sus numerosas iglesias románicas, etc., todo ello presidido por su magnífica catedral. Un conjunto que nos permite realizar, aún hoy, un viaje al pasado esplendoroso de nuestra Edad Media.
Junto con las edificaciones residenciales y la adaptación de calles y plazas, Zamora reúne hoy factores que apuntan hacia la calidad de vida para los residentes y acogida cordial a los visitantes
El Puente de Piedra.
El primer monumento con el que se encuentra el viajero es el puente románico sobre el río Duero, cuya fábrica se puede datar en los siglos XII y XIII, próximo a los restos del antiguo puente romano, del que tan sólo nos han llegado unos pocos restos.
Las Murallas.
La capital zamorana fue famosa por sus tres recintos amurallados, llegando a ser conocida como “La Bien Cercada”.
El recinto amurallado de Fernando I, que se erigió en pleno siglo XII sobre las ruinas de anteriores murallas árabes se conserva casi por completo. Es éste recinto el que limita en la actualidad el perímetro de la ciudad vieja. De él podemos destacar algunas de sus puertas, como la de Olivares la de Doña Urraca, la del Mercado, la de San Pedro y el famoso Portillo de la Traición.
Puerta de Olivares.
Esta puerta permitía el acceso directo a la ciudad desde el antiguo puente romano y embocaba directamente al Palacio Episcopal y a la Catedral.
Emplazada en el extremo opuesto de la ciudad, es decir hacia el norte, había sido conocida también como puerta de Zambranos y de la Reina. Éste último nombre se debía a que durante un tiempo había sido la puerta de entrada al palacio de la hija del rey Fernando, hoy no conservado.
Puerta del Mercado.
De ésta antigua puerta sólo hemos conservado parte una de las torres que la flaqueaban.
Puerta de San Pedro.
Esta puerta es especialmente popular por encontrarse junto a la casa que la tradición popular conoce como “Casa del Cid”.
Portillo de la Traición.
Más conocida por ser la puerta por la cual, siempre según la tradición, consiguió entrar en la ciudad el traidor Bellido Dolfos quien, tras haber dado muerte al rey Sancho II, fue perseguido por el Cid, que consiguió herir a su caballo pero no prender al traidor.
Iglesias.
Pero si por algo es realmente importante la ciudad de Zamora es por la gran cantidad de templos de época románica que atesora en su interior, convirtiéndola en un ejemplo único de la arquitectura religiosa románica de nuestro país.
Iglesia de Santa Maria Magdalena.
Construida entre los siglos XII y XIII, es una magnífico ejemplo de templo románico tardío. Pertenecía a la Orden de San Juan.
De una sola nave de salón y ábside semicircular, presenta una esbelta imagen al viajero. Además del ábside hemos de fijarnos en la portada meridional presidida por un rosetón. Tiene cinco arquivoltas ornamentadas con motivos vegetales, siendo probablemente la más ricamente ornamentada de todas las zamoranas de su época.
En su interior encontramos una joya de la escultura románica. Se trata de un sepulcro realizado el año 1.190, es decir a finales del siglo XII. En él que yace una dama cuya identidad nos es desconocida, el alma de la cual portan dos ángeles.
Por último haremos mención a la portada septentrional, frente a la cual se administró la justicia durante un tiempo. Lo más curioso de su magnífica decoración de carácter vegetal es la presencia de la figura de un obispo, difícil de ver entre toda la decoración. Dice la tradición que quien lo pueda ver contraerá matrimonio.
Iglesia de San de Puerta Nueva
Como la anterior, también fue erigida entre los siglos XII y XIII, siendo objeto de diversas modificaciones y mejoras hasta bien entrado el siglo XIV.
La portada, que como en muchos casos se encuentra en el muro sur de la nave, presenta dos potentes arquivoltas decoradas con motivos vegetales. Remata el conjunto el que pasa por ser el más elegante de todos los rosetones románicos de las iglesias de Zamora. La portada septentrional se incluye ya dentro de la fábrica gótica del siglo XIII.
La torre se levanta en la cabecera del templo, reedificada en el siglo XVI, y coronada con una figura de Pero Mato, guerrero de hierro que porta un estandarte que hacía funciones de veleta.
De su interior cabe destacar el retablo principal y el magnífico artesonado.
Iglesia de Santiago del Burgo.
Construida entre los siglos XII y XIII, presenta planta rectangular de tres naves con cabecera apenas visible desde el exterior. La nave central fue cubierta con bóveda de cañón y las laterales con bóveda de arista.
Posee tres portadas. La meridional, la más espectacular de todas ellas, muestra dos arcos gemelos que reposan sobre una ménsula carente de apoyo. Al viajero se le presenta como una difícil solución de equilibrio y estabilidad. Posee magníficos capiteles corintios y con decoración vegetal profusa. Por encima de ella, encontramos un rosetón.
Iglesia de Santiago de los Caballeros.
Erigida en el siglo XI. Se trata de un pequeño templo de planta rectangular con nave única de salón, presbiterio y ábside semicircular, el cual, siguiendo la más pura norma románica, presenta una ventana en el centro. De su interior cabe destacar los ricos capiteles con una simbología referente al Paraíso y al Infierno.
Es de visita obligada para todo el viajero que pasa por Zamora puesto que, según la leyenda, en ella fue armado caballero Don Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, por Doña Urraca. Además fue en ella en donde el propio Cid hizo prestar juramento al rey Alfonso que no había tenido nada que ver con la trágica muerte de su hermano, el rey Sancho, y que le costó el destierro.
Iglesia de San Claudio de Olivares.
Templo románico del siglo XII que, a pesar de sus reducidas dimensiones es muy importante puesto que supone una variante dentro del tradicional románico de Zamora.
Posee nave única de salón con presbiterio y ábside semicircular. La portada se presenta avanzada respecto a la fábrica del muro y destaca por su magnífica decoración escultórica que muestra el trabajo de un maestro con una técnica muy depurada. El ábside tiene una cornisa o voladizo decorada en escaqueado y arcos ciegos con cimacios, ábacos y capiteles profusamente decorados.
Iglesia de Santo Tomé.
Data en pleno siglo XII, el año 1.128.
Cuando la ciudad de Zamora adquirió gran relevancia en el siglo XI, el Papa Calixto I, que era tío de Alfonso VII, permitió el establecimiento del obispado. Por aquel entonces la ciudad ya contaba con un número importante de iglesias. De éstas, la más importante, sin lugar a dudas, era la de Santo Tomé. Tal era su preeminencia sobre las restantes sirvió como catedral desde 1135, cedida pro el rey Alfonso VII al obispo Bernardo, hasta el año 1150 que se traspasaron las funciones a la iglesia arzobispal de San Ildefonso, para posteriormente pasar de manera definitiva a la catedral actual.
Es un magnífico ejemplo de iglesia con cabecera tripartita, similar a la de Santa Marta de Tera y representativa de la tradición hispana y que tuvo gran predicamento en la ciudad zamorana. En su interior, los arcos triunfales, que aún presentan formas de herradura nos demuestran claramente la perduración de algunas experiencias arquitectónicas del prerrománico en tierras mesetarias. Tanto el muro septentrional como la cabecera presentan una excepcional decoración escultórica.
Iglesia de Santa María de la Horta.
Templo románico que se puede datar dentro del siglo XII. Se trata de un magnífico ejemplo de la convivencia de la tradición arquitectónica románica fuertemente arraigada en territorios zamoranos con la novedosa presencia de las nuevas propuestas góticas.
Posee la iglesia una sola nave con tres tramos de bóveda de crucería rematada con un potente ábside de planta semicircular. Presenta éste columnas con decoración de florecillas esculpidas.
La torre, de planta cuadrada, muy elevada, tiene bóveda de cañón en sus dos niveles.
Desde el año 1236 fue la Casa Madre de la Orden de los Caballeros Hospitalarios de San Juan. Posteriormente, desde 1537 pasó a ser iglesia del convento de las monjas de la misma Orden. De este convento únicamente nos ha llegado la fachada con los escudos de la Casa de los Duques de Alba, del siglo XVI.
Iglesia de Santa María de Tera.
En un documento datado en 1129, se recogen los milagros que Santa Marta realizó en la iglesia “que se encontraba junto al río Tera”. Es éste, y no otro, el templo que conservamos. Su tipología es inhabitual en estas tierras, presenta planta de cruz latina con cabecera recta. Algunos autores han relacionado esta solución arquitectónica a su naturaleza de templo santuario en el que se conservaban reliquias. Sus dos puertas nos remiten, aunque de manera lejana y simplificada, a las puertas de la colegiata de San Isidoro de León.
Sin lugar a dudas es uno de los primeros y mejores templos del denominado románico pleno en tierras zamoranas.
Iglesia de San Cipriano.
A pesar de las numerosas intervenciones que han ido alterando su aspecto original a lo largo del tiempo y de diversas restauraciones actualmente, podría tratarse de uno de los ejemplos más tempranos de esta tipología de cabeceras de época románica. De su pasado nos restan diversos relieves encastados en los muros de su fábrica.
Iglesias de Sancti Spiritu, Santo Sepulcro y San Isidoro
Estos tres pequeños templos son ejemplo vivo de la pervivència de formas y tipologías prerrománicas en la arquitectura románica zamorana de los primeros tiempos. Responden las tres a la fórmula de una sola nave de salón con cabecera plana. De todas formas se hace difícil una datación debido a que esta solución perduró a lo largo del tiempo en formas conocidas como “románico de inercia”.
Iglesia de Santa María la Nueva.
Emplazada junto a la muralla, en uno de los barrios de más antigüedad de Zamora, esta iglesia es famosa por haber acogido la reunión de los nobles con motivo del motín popular de “La trucha”, en 1158. La plebe, enfurecida, cerró las puertas de la iglesia desde el exterior y le prendió fuego, muriendo en el fatal suceso muchos de los nobles que se encontraban en su interior. La cubierta de la nave, de madera, fue pasto de las llamas, cosa que provocó su total ruina. Tan sólo se salvó el ábside semicircular, cubierto con bóveda de cuarto de esfera de piedra. La reconstrucción posterior del resto del templo corresponde al período tardorrománico. De la cabecera cabe decir que, aunque de factura algo primitivista, es un buen ejemplar del románico pleno.
Otros monumentos de interés.
Además de sus iglesias y catedral, la ciudad de Zamora presenta otros edificios de interés para el viajero: los restos del castillo de Fernando I; el palacio de los Momos, de estilo gótico civil del siglo XVI; el palacio del Cordón, actual sede del Museo de Zamora, que cuenta entre sus fondos con el Tesoro de Arrabalde, el Catedralicio y el de Semana Santa; el palacio de los Condes de Alba de Aliste, que hoy en día es un magnífico Parador Nacional de Turismo; el palacio de la Encarnación, sede de la Diputación Provincial de Zamora; y el convento de San Francisco, donde se encuentra el Instituto Hispano-Luso Rei Alfonso Henriques.
Más información:
PATRONATO DE TURISMO DE ZAMORA:
https://www.turismoenzamora.es/
Plaza de Viriato, s/n. Zamora.
Tlf.980 53 40 47. Fax 980 53 64 95.
(c) Autor: Francesc-Xavier Mingorance i Ricart
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