Románico Catalán.
MONASTERIO DE SANTES CREUS.
La comunidad de monjes se trasladó al monasterio en 1168 y a partir de este momento, protegida por nobles y reyes, se convirtió en el centro de estudios y de colonización del territorio. La vida monástica se mantiene en él hasta 1835. La iglesia (siglo XII) contiene las tumbas reales de Pedro el Grande y de Jaime II y su esposa, blanca de Anjou, vidrieras cistercienses y góticas y un retablo barroco de Joseph Trenulles. Destacan la sala capitular, el escritorio, el gran dormitorio de los monjes y el claustro gótico del siglo XIV. El montaje escenográfico y audiovisual El mon del Cister (El mundo del Cister) proporciona una idea muy completa y fascinante de la Orden y de su legado.
CASTILLO-MONASTERIO DE SANT MIQUEL D’ESCORNALBOU.
El castillo está documentado en el año 1153. Tanto el castillo, como el centro de una amplia baronía, como la iglesia de Sant Miquel fueron habitados por canónigos agustinianos hasta 1574. Posteriormente pasó a los franciscanos y, ya abandonado, fue comprado por Eduard Toda, que lo restauró y reconstruyó libremente, reuniendo en él interesantes colecciones de cerámica, grabados y otras, que actualmente se pueden visitar. Os elementos más notables son la iglesia (siglos XII y XIII) y los restos de la sala capitular y del claustro. La ermita de Santa Bárbara, situada en la cima del conjunto, ofrece incomparables vistas de las comarcas de Tarragona.
CASTILLO DE MIRAVET
Castillo de estilo andaluz del siglo XI, situado en un amplazamiento excepcional sobre el río Ebro. Ha sido reformado y ampliado a lo largo de su historia. En los siglos XII y XIII destacó como baluarte de la Orden del Templo. A principios del siglo XIV, con la disolución de la Orden, pasó a los Hospitalarios.
Asimismo, su estratégica situación le da protagonismo durante la Guerra de los Segadores, la Guerra de Sucesión y las Guerras Carlinas.
Actualmente está en proceso de restauración y acoge una muestra de la cerámica popular que todavía se produce en Miravet.
CARTUJA DE ESCALDEI
Fundada en el siglo XII por Alfonso el Casto, fue la primera cartuja de la Península. Llegó a tener tres claustros con un total de treinta celdas, después de sucesivas ampliaciones que se extienden hasta el siglo XVII.
Es el origen del priorato histórico y del nombre aplicado posteriormente a toda la comarca (el Priorat).
Una visita guiada permite obtener una interesante visión del monumento, a pesar del mal estado en que se encuentran los restos.
La ubicación al pie del Montsant le proporciona un marco paisajístico incomparable.
CANÓNICA DE SANTA MARIA DE VILABERTRAN.
Magnifico conjunto monumental, a un kilómetro de Figueres, nacido como canónica agustiniana.
Los elementos principales de este conjunto son la iglesia de tres naves (final del siglo XI), con un magnifico campanario lombardo (siglo XII), y el claustro (siglos XII y XIII).
Destaca la extraordinaria cruz del siglo XIV, auténtica joya de la orfebrería catalana, que hay en la capilla de la iglesia.
En las dependencias perimetrales del claustro se exhibe, permanentemente, la colección de arte del periódico Avui.
MONASTERIO DE SANT PERE DE RODES.
De origen incierto, el monasterio adopta su configuración principal entre los siglos X y XII, aunque haya habido sucesivas ampliaciones y reformas que se extienden hasta los siglos XVII y XVIII.
El elemento más importante es la iglesia, construida con una tipología única dentro del románico catalán.
El monasterio, la iglesia de Santa Helena, los restos del poblado del mismo nombre y los restos del castillo de Verdera forman un conjunto monumental extraordinario, al cual hay que añadir una situación paisajística espectacular, con vistas al cabo de Creus.
El monasterio de Sant Pere de Rodes está situado a media ladera de la montaña de Verdera, en lo alto de la cual se encuentran las ruinas del antigua castillo de Sant salvador de Vereda. Cerca del monasterio se encuentran las ruinas del poblado medieval de la Santa Creu de Rodes, vinculado desde el principio al monasterio y presidido por su iglesia dedicada a santa Helena, importante edificio prerrománico.
El monasterio se organiza mediante la formación de terrazas en la montaña, y como era habitual en la arquitectura monástica medieval, disponía sus estructuras alrededor del patio central del claustro, el cual, se puede fechar del siglo XII.
Debe tenerse en cuenta que el claustro se encontraba en un estado de ruina prácticamente total, y que sus galerías sur y este fueron recientemente reconstruidas de una manera bastante arbitraria, especialmente por lo que respecta a sus coberturas.
En el lado sur se encuentra el refectorio, que junto con las salas del lado oeste, son las únicas dependencias del monasterio que se conservan, mientras que el resto de estructuras, así como las añadidas en pisos superiores, se encuentran en un estado de ruina prácticamente total. Sobre la fachada de poniente de las dependencias monacales se eleva el campanario, que es una torre monumental que se debe fechar en el siglo XII pero que evidencia influencias de las formas lombardas del siglo XI. A su lado se encuentra una torre que acaba de rematar el conjunto de la fachada y que presenta muestras de un largo proceso de construcción, que probablemente se inició en el siglo X.
La iglesia es un edificio fundamental de todo el monasterio y está situada al norte del claustro en el piso de debajo de todo el conjunto. Se trata de un edificio de tres naves, de manera que las naves laterales pueden interpretarse casi como un prolongación del deambulatorio.
Junto con la estructura de la cabecera, la extraordinaria singularidad de la iglesia de Sant Pere de Rodes consiste en el sistema utilizado en los pilares de apoyo de los arcos y bóvedas. Este tipo, único en la arquitectura catalana y sin paralelos directos coetáneos conocidos, consiste en un doble orden de columnas que soportan los arcos torales de la nave más próximos al ábside, y en un orden sencillo que soporta los arcos hormeros, los cuales todos arrancan de un podio elevado. Este tipo de estructura constituye un caso totalmente excepcional en nuestra arquitectura medieval, y a pesar de que falten paralelos directos, tiene resonancias lejanas en algunas obras de la antigüedad tardía por su perfecta concepción y ejecución.
De acuerdo con diferentes autores, la arquitectura de Sant Pere de Rodes resulta un efecto excepcional que se parece a construcciones clásicas del helenismo o del arte romano sin que la proximidad de ruinas como las de Ampurias lo justifiquen. Se deberá, pues, buscar el modelo de estas estructuras. La idea de grandeza y poder nos transporta efectivamente hacia la arquitectura carolingia en un edificio con una unidad estructural y constructiva que pertenece a un arte autóctono, muy rico en soluciones, heredero de la arquitectura prerromana del país y también receptor de influencias foráneas muy diversas.
Es la disciplina escultórica donde mejor se aprecian estas influencias. Los capiteles son una muestra de diferentes estilos según J. Yarza, éstos son los mejores que fueron realizados en la Marca en el siglo XI.
Serían innumerables los aspectos de interés presentes en el monasterio, pero debemos hacer especial mención al escultor itinerante que trabajo allí en el siglo XII: nos referimos al Maestro Cabestany, el cual realizó en Sant Pere de Rodes la obra que ha sido considerada como la mejor de su producción. Un artista nómada que se aleja de los talleres del Rosellón, que sorprende por la calidad expresiva de sus personajes y los ritmos que les imprime. Últimamente, ha sido cuestionada la paternidad de muchas obras del mismo maestro. La obra de este maestro, en el caso de Sant Pere de Rodes, se encuentra dispersa por el Museo de Figueres y el Museo de Màres de Barcelona, que conserva un admirable relieve con la escena de la Vocación de San Pedro.
También se deben resaltar algunas piezas procedentes del monasterio, como la famosa Biblia, probablemente realizada por Ripio, y que fue sustraída del monasterio por el duque de Noailles, o también el ara del altar portátil de plata del siglo X.
El monasterio de Sant Pere de Rodes, y en particular su iglesia, constituye uno de los edificios más singulares de toda la arquitectura medieval catalana y del cual todavía no se han establecido precedentes claros, por lo menos en nuestra región. A pesar de la falta de estudios serios al respecto, y según la opinión de J. Gudiol y Ricart, podemos considerar que la iglesia del monasterio de Sant Pere de Rodes no constituye un caso aislado y esporádico, sino que es la cabeza visible y principal de un grupo de edificios conservados en el Ampurdán y en el Rosellón principalmente, entre los cuales podemos contar la iglesia de Santa María de Vilanant o las del monasterio de Sant Genís de Fontares o Sant Andreu de Sureta.
Estos edificios representan una especie de estilo autóctono, contemporáneo y muy diferente de la arquitectura lombarda que se extiende por el país desde principios del siglo XI, con edificios como la canonjía de Sant Vicenc de Cardona, la iglesia del monasterio de Santa María de Ripoll o la catedral de Sant Pere de Vic.
Por su singularidad y sus excepcionales características, la iglesia de Sant Pere de Rodes es una pieza fundamental para el estudio de la formación del arte románico en Cataluña. No obstante, las discusiones sobre su datación, filiación y relaciones constituyen uno de los temas más vivos de la historiografía del arte románico catalán.
HISTORIA CRONOLÓGICA DE SANT PERE DE RODES.
Los orígenes del monasterio de Sant Pere de Rodes se pierden en la memoria de los tiempos. El edificio no cuenta con una documentación que nos acredite las numerosas hipótesis que se barajan al respecto. Esta misma cuestión ha contribuido al hecho que Sant Pere de Rodes sea objeto de numerosas leyendas e historias –absolutamente gratuitas en su mayor parte- que explican su fundación. A principios del siglo XVII, Jeroni Pujades las incluyó en su Crónica universal del Principado de Cataluña.
Las primeras noticias documentadas son del año 878 cuando Sant Pere era mencionado como simple celda monástica. El rey franco Carlos el Calvo confirmo la sujeción de la celda de Sant Esteve de Banyoles. La celda, junto con otras vecinas, fueron motivo de pugna entre el monasterio de Sant Esteve y el de Sant Policarp de Rasés. En 899, la Seo de Gerona intervino en el pleito de los dos monasterios y también reclamó su tutela sobre las celdas mencionadas. Finalmente, la celda, junto con la de Sant Joan Sescloses, Sant Cebrià de Pineda y Sant Fruitós del valle de la santa Creu fueron adjudicadas interinamente a la Seu de Gerona.
La comunidad obtendrá su independencia hacia 926 cuando el magnate Tasio y su hijo Hildesindo –que sería el primer abad del monasterio- convirtieron en poco tiempo (926-945) el monasterio en grande y prestigioso.
La fecha de 945 es considerada como el punto de partida para su verdadera elevación a la categoría y cualidad de monasterio regido por un abad propio sometido a la Seo de Roma y que seguía la regla benedictina. Esta situación se desprende del precepto dado en ese momento por el emperador Luis de Ultramar. A lo largo de todos esos años seguirán los preceptos. El propio tasio fue a Roma en 951 para poner el monasterio bajo la protección de la Santa Sede. A partir de entonces, sus propiedades se multiplicaron. Sus posesiones se extendían hasta la Cerdaña, Osona, Rosellón, Conflent, Vallespir, etc.
La riqueza de entonces permitió a tasio y Hildesindo con la ayuda de los condes Gausfredo I de Ampurias, Sunyer y Borell de Barcelona y Guifredo de Besalú, iniciar la construcción de las grandes edificaciones, especialmente de la iglesia.
Es precisamente por su especial situación y riqueza inicial que el monasterio de Sant Pere de Rodes tuvo que luchar continuamente para mantener su patrimonio. A principios del siglo XI, en conde Hug d’Empúries y otros magnates se apropiaron de diversos bienes del monasterio. En 1021 el abad Pere había sucedido a Hildesindo y pidió ayuda al papa Benito VIII. En 1022, el abad envió una carta al papa, en la cual, junto a la noticia de los agravios y depredaciones que sufría el patrimonio del monasterio, le comunicaba la consagración de la iglesia, a la cual asistieron los obispos de Agde, Apt, Vic, y el arzobispo de Narbona.
Los años siguientes transcurrieron con diversos altos y bajos, pero las posesiones del monasterio iban en aumento. En 1088, cuando regía el monasterio el abad Ramon, se reconoce que la iglesia de la Santa Creu pertenece a la jurisdicción del monasterio. De 1118 a 1138, con Déudat, el cenobio continua prosperando. Los derechos de la casa se extienden hasta el obispo de Zaragoza, el cual cedió la villa de Osera al monasterio. En el transcurso de ese período, ya desde 1088, Sant Pere de Rodes fue famoso porque se celebraron en su recinto jubileos dedicados a la Santa Cruz por concesión del papa Urbano II.
El reflejo más certero del período álgido del monasterio en sin lugar a dudas su arquitectura. La mayoría de opiniones comparten la fecha comprendida entre los siglos XI y XII como el momento en el cuel el monasterio definió su estructura básica, sobre la cual se llevaría a cabo posteriormente numerosas reformas.
El monasterio se fue superando, sin por ello sentirse ajeno a los momentos difíciles como lo fueron los años de la peste negra del siglo XIV. Con todo, la celebración de jubileos continuó y constituía un signo de su importancia y riqueza. Además, atraía numerosos peregrinos de otras tierras, lo cual significaba un intercambio cultural y material.
En 1697 se acabaron los jubileos. Se debe interpretar esta fecha como la gran decadencia del monasterio. A partir de entonces, no se pudo poner freno a los saqueos y a las pérdidas. En 1675 y 1693 el monasterio fue saqueado. Las guerras con Francia también le perjudicaron. En 1708, el duque de Noailles se llevó la famosa Biblia que ahora se encuentra en la Bibliothèque Nationale de París.
En 1720, el monasterio contaba con ocho monjes sin abad, ya que el puesto estaba vacante desde 1717. En 1726 fue de nuevo saqueado. Por aquel entonces los monjes ya vivían en casas particulares y se habían repartido los bienes. La comunidad de pasó a llamar Capítulo. En1793, la revolución francesa decidió el final de la comunidad y está se trasladó a Vila-Sacra en 1798. La comunidad se instaló en Figueres en 1809 hasta que fue disuelta por la exclaustración.
El 4 de julio de 1930 el monasterio fue declarado Monumento Nacional.
En 1935, la Generalitat de Cataluña emprendió las primeras obras de restauración. En 1850 la propiedad del monasterio se había reconocido a favor de los condes de Empúries, hasta principios de la década de los 70, cuando fue adjudicado el estado por sentencia del tribunal Supremo. Las obras de restauración se volvieron a emprender en 1973.
Bibliografía básica:
Badia i Homs, J.: L’arquitectura medieval de l’Empordà, vol.II.B.p.47-144. Diputació de Barcelona, 1981.
Falguera i Sivilla,A.: Monestir de sant Pere de Rodes. Butlletí del Centre Excursionista de Catalunya, 1905,núm.129,130,131.
Negre i Pastell,Pelegrí: Origen del monestir de St. Pere de Rodes, extret del col.loqui d’història del Monaquisme Catalá, vol, I. Stes. Creus, 1967.
Subias Galter: El monestir de Sant Pere de Rodes. Barcelona, 1948.
Zahn,L.: Die Klostarkirche St. Pere de Roda. Studien aur baugaschichte und Kunstgeschichte stallung. Berlin, 1976.
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