La enseñanza de los clásicos como canon vital
RESUMEN
Seguramente, sin libros el mundo sería una trastienda del infierno, como dejó escrito un sabio profesor de literatura grecolatina. En particular, el libro que aparece reproducido a la izquierda de estas líneas es una obra fundamental para desarrollar el contenido del presente capítulo, los clásicos como parte de nuestra vida, pues supone, por lo que sabemos, una de las primeras ocurrencias de los versos de Virgilio en los albores de la literatura del siglo XX. Se trata de una segunda edición (1903) de la novela titulada A cidade e as serras, de José María Eça de Queiroz, obra póstuma de este genial autor portugués de formación francesa, cuya muerte sobrevino cuando aún no había terminado de corregir las pruebas. La novela, que apareció impresa por primera vez en 1902, nos cuenta la peripecia de un joven aristócrata, Jacinto, que vive hastiado de su vida decadente en París y decide volver a su finca portuguesa. Una vez allí, al tiempo que emprende una vida bucólica, no dejará por ello de tomar conciencia de los problemas de su gente. La obra, no exenta de aspectos que nos recuerdan al regeneracionismo hispano, es una réplica de la famosa novela titulada Al revés (1884), escrita por Joris Karl Huysmans, que se convirtió en la “biblia” del decadentismo estético. En otro lugar (García Jurado 1999), hemos estudiado la circunstancia de que el poeta Virgilio haya sido denostado por Huysmans como paradigma del canon académico:
“Entre otros autores, el dulce Virgilio aquel al que los maestrillos han denominado el Cisne de Mantua, sin duda porque no ha nacido en esta ciudad, le parecía algo así como uno de los más insoportables pedantes, uno de los más siniestros pelmazos que jamás haya producido la Antigüedad. Sus pastores limpios y acicalados que, uno tras otro, van descargando de su cabeza cántaros de versos sentenciosos y fríos; su Orfeo, a quien compara con un ruiseñor lacrimoso, su Aristeo, que lloriquea cuando habla sobre las abejas, su Eneas, ese personaje indeciso y escurridizo que, con gestos acartonados, se pasea, como una sombra chinesca, por el entramado mal ajustado y mal engrasado del poema, exasperaban a Des Esseintes. Sin embargo, hubiera estado dispuesto a aceptar las pamplinas que estas marionetas van soltando entre bastidores; habría incluso aceptado los descarados préstamos tomados de Homero, de Teócrito, de Ennio y Lucrecio, también el robo puro y simple, según ha revelado Macrobio, del Segundo Canto de la Eneida, copiado, casi palabra por palabra, de un poema de Pisandro, y finalmente toda la inenarrable vacuidad de este montón de poemas; pero lo que más le horrorizaba era la floja ejecución de unos hexámetros que sonaban a hojalata hueca, alargando la cantidad variable de las palabras según el rasero inmutable de una prosodia pedante y seca, y la contextura de unos versos ásperos y tiesos que manifestaban un afectado tono de retórica oficial, una ramplona reverencia a las normas de la gramática, y que se presentaban cortados de forma mecánica por una inalterable censura, rematados, siempre de la misma forma, con el encuentro de un dáctilo y un espondeo (…)” (Joris-Karl Huysmans, A contrapelo. Edición de Juan Herrero, Madrid, Cátedra, 1984, 149-150)
ESQUEMA
1. Hacia un concepto diferente y relajado de clásico.
2. Libros que incitan las ganas de vivir: visiones no académicas de Virgilio, Aulo Gelio y Ausonio.
3. Conclusión.
4. Bibliografía
ISBN: 978-84-9822-078-0
Autor: Francisco García Jurado
Extensión: 16 Págs.
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