Sala Alcalá 31 Exposición. Juan Muñoz: Todo lo que veo me sobrevivirá. Una exposición dedicada a la producción de la década de los noventa de Juan Muñoz, uno de los artistas europeos más importantes de la segunda mitad del siglo XX.
Hasta el 11 de junio de 2023
Esta exposición conmemora los 70 años del nacimiento del artista Juan Muñoz (Madrid, 1953 – Ibiza, 2001). Su título, Todo lo que veo me sobrevivirá, es una cita de la poeta rusa Anna Ajmátova que el artista recogió en sus cuadernos de preparación para su última exposición en la Sala de Turbinas de la Tate Modern en Londres. Aquella instalación constituyó la cima de su trayectoria y un hito en la historia del arte contemporáneo español: ningún artista había alcanzado en las últimas décadas su notoriedad internacional, en una trayectoria fulgurante desde su primera exposición en 1984 hasta su prematuro falle- cimiento a los 48 años de edad.
La muestra –que tendrá su continuidad en el Museo Centro de Arte Dos de Mayo del 17 de junio de 2023 al 7 de enero de 2024– recorre su última década de trayectoria y está concebida a modo de una instalación de instalaciones, donde la singular arquitectura de Antonio Palacios –con la recuperación patrimonial del ventanal de fondo– se convierte en el elemento central del acontecimiento: gracias a su doble altura y la multiplicidad de puntos de visión, Alcalá 31 es un teatro barroco de la representación que se vuelve sobre sí mismo.
Desde mediados de los años 80, Juan Muñoz se había embarcado en la recuperación de la figuración en la escultura pero fue paulatinamente la dimensión instalativa y la vocación arquitectónica lo que llevó su trabajo a una escala cada vez más monumental. Al mismo tiempo, sus obras también se volvían psicológicamente más complejas. Si la cuestión de la teatralidad hacía que el espectador accediera a una exposición sabiéndose a destiempo, como si hubiese llegado demasiado pronto o demasiado tarde a la obra que se le representaba, la multiplicación del número de figuras y de los recursos espacia- les dio paso a una relación existencial que tiene más que suspende la incredulidad de los públicos, que borra la distancia entre exposición y realidad. Juan Muñoz nos recuerda que estar en una exposición es acceder a estar expuesto. Pero que los visitantes se sientan como los personajes protagonistas de una trama en curso es también una posición de riesgo: supone el reconocimiento de una posición frágil, de sometimiento emocional, al ceder el control al artista narrador.
Aquí la muestra arranca con Dos centinelas sobre suelo óptico (1990), cuyo parquet perspectivo recibe a los espectadores con una ansiedad barroca en el espacio. Una serie de piezas e instalaciones se suceden en el interior de la sala: barcos suspendidos en un viaje sin fin, mesas preparadas para el engaño en el juego, balcones que remiten a una espera o tambores inalcanzables y para siempre mudos. El espacio central culmina en Plaza (1996), una congregación de 27 personajes asiáticos que socializan a través de una risa compartida, cuyo origen escapa a todo espectador. Esta instalación coral fue concebida para el Palacio de Velázquez en la exposición que le dedicó a Juan Muñoz el Museo Reina Sofía en 1996 y regresa ahora a Madrid por vez primera. Los pasillos de las galerías superiores complican las narrativas de la planta baja, con fragmentos decorativos que señalan umbrales, figuras que contemplan su reflejo enmascarado en un espejo, tentetiesos que vigilan, un coche accidentado que guarda una inquietante arquitectura en su interior e incluso armarios que permiten acceder a todo un vocabulario escultórico en miniatura. Pendido en suspensión sobre la exposición, Con la corda alla boca (1997) es un homenaje a una trapecista que a finales del siglo XIX había cautivado a Degas al elevarse del suelo sujetando su cuerpo a una anilla con la boca. Una ascensión pero también una tregua ante la necesaria bajada o la posibilidad de su caída.
La sala de exposiciones oscila entre la realidad y la ficción o, más bien, no deja de insistir en que –como el reflejo en un espejo– la realidad no es más que una modalidad de la representación. Colgado entre dos siglos, el trabajo de Juan Muñoz se alza como el puesto de avanzada del giro especulativo que caracteriza al arte en el presente inmediato.
Manuel Segade
Comisario de la exposición
Director del Museo Centro de Arte Dos de Mayo
Programa de actividades:
Visitas, grupos, piezas destacadas y conversatorio Información y reservas: en la página web clic aquí
Más información: Entrada y actividades gratuitas
Servicio de audioguía gratuito