Vocalismo átono
RESUMEN
El sistema vocálico latino en posición átona se redujo a cinco vocales, aunque en posición final se vio reducido a tres (/-a, -o, -e/). Al igual que las vocales tónicas, podrán ser inflexionadas por una yod o por una wau, pero, frente a éstas, las átonas son mucho más vulnerables, pues tienden a asimilarse o disimilarse con la tónica, pueden producirse cambios de timbre por analogía con otras palabras, por etimología popular, etc. y, en lo que a las vocales mediales se refiere, tienden a perderse.
El sistema vocálico átono siguió una evolución diferente al de las vocales tónicas, pues en las inacentuadas no existía esa distinción entre vocales medias abiertas /ę, ǫ/ y cerradas /ẹ, ọ/ que dio lugar a la diptongación. Por consiguiente, el sistema vocálico latino, compuesto de diez vocales –o cinco más un prosodema de cantidad– y los diptongos OE, AE y AU se redujeron a cinco en posición inicial e interior
Y esto es así porque, al generalizarse el acento de intensidad, las vocales inacentuadas relajaron su articulación, por lo que no pudieron mantener las mismas diferencias que en posición tónica.
Menéndez Pidal (231999: 67), atendiendo a la “colocación” de las vocales inacentuadas, distingue estos tres grupos: iniciales, mediales y finales, debido a que, según su posición, evolucionarán de una u otra manera, ya que las iniciales son las más firmes, seguidas de las finales, mientras que las mediales son las menos resistentes y, consecuentemente, tienden a perderse con frecuencia. Y. Malkiel (1962-1963), por su parte, propuso otra clasificación para el sistema de las vocales inacentuadas, distinguiendo “vocales átonas moderadamente débiles” –iniciales y finales– y “vocales átonas extremadamente débiles” –interiores–, cuyo punto en común es la permanencia y la tendencia a caer, respectivamente. Por su parte, M. Ariza (1999: 60) cree más acertada la clasificación pidaliana, pues no cree que la causa de la permanencia o pérdida de una vocal se deba a la posesión, por parte de las “moderadamente débiles”, de una especie de acento secundario, sino que es más viable pensar que la permanencia de una vocal átona en posición inicial esté estrechamente vinculada con una correferencia léxica, mientras que, en posición final, se vincule con cuestiones morfológicas.
ISBN: 978-84-9822-288-3
Autora: María del Rocío Rivera González
Extensión: 19 Págs.
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