La conquista del Mediterráneo
RESUMEN
Tras la victoria sobre Cartago en la segunda guerra púnica, Roma extendió sus intereses a todo el ámbito del Mediterráneo, donde, en apenas cincuenta años, afirmó definitivamente su dominio. Se trata de un proceso de trascendencia histórica, cuya interpretación ha dado origen a la llamada cuestión del “imperialismo romano”.
El término “imperialismo”, definido como la injustificada tendencia de un estado a expandirse ilimitadamente por medio de la fuerza, y utilizado, a partir del último tercio del siglo XIX, para designar la expansión colonial de las potencias europeas, ha sido aplicado a este proceso de expansión, aunque sin un acuerdo unánime en cuanto a su origen, carácter y causas de su desarrollo. Por ello y teniendo en cuenta que un fenómeno tan complejo no puede explicarse de forma esquemática y unitaria, es preferible describir su discurso, atendiendo a los factores concretos que impulsan, en cada momento, esta política exterior. Pero, sobre todo, importa conocer las consecuencias que la creación de un imperio mediterráneo, en el corto espacio de dos generaciones, tuvo para las instituciones y el cuerpo social del estado romano.
La desmembración del imperio creado por Alejandro Magno dio origen a una serie de estados, cuyas relaciones políticas se mantenían en un equilibrio internacional muy inestable. Tres grandes reinos -Macedonia, Egipto y Siria-se disputaban el control del Mediterráneo oriental, arrastrando en sus cambiantes relaciones al resto de los entes políticos del área. El Egipto de los Ptolomeos y la monarquía seléucida de Siria se mantenían enfrentadas por la posesión de las costas de Levante y Asia Menor, en una serie de interminables conflictos que nunca habían resuelto un definitivo reparto de influencias. En esta competencia, Macedonia se inclinaba del lado seléucida, al contemplar a Egipto como rival en la común aspiración al control del Egeo y de los accesos al mar Negro. Macedonia, por su parte, continuaba su tradicional política de control sobre las viejas poleis de la Grecia continental, donde habían surgido formaciones estatales, que, a través de un régimen federal, pretendían romper el tradicional particularismo de las ciudades-estado, como la Liga Etolia, en la Grecia central, y la aquea, en el Peloponeso.
ISBN: 978-84-96359-28-4
Autor: José Manuel Roldán Hervás
Extensión: 30 págs.
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